Dominic se encontró sentado solo en su despacho después de lo sucedido, su mente aún tratando de procesar lo que había sucedido. La imagen de Juliette, la sensación de su piel contra la suya bajo la ducha, todo seguía fresco en su memoria. Apretó los puños, intentando concentrarse en los documentos sobre su escritorio, pero no podía dejar de pensar en lo ocurrido. Movilizó su silla de ruedas y se movió hacia la ventana, mirando hacia el jardín exterior. La luz de la luna entraba suavemente, pero no lograba calmar la tormenta de pensamientos en su mente. —¿Qué diablos te pasa, Dominic? —murmuró para sí mismo, pasando una mano por su cabello. —No deberías haber cedido así. Sabes que esto no lleva a ninguna parte. Se apartó de la ventana y se dirigió a su escritorio, golpeando suavemen