Leyendo el informe que tenía frente a él con el resultado de un trabajo terminado de protección, el rostro de Caden mostraba más desagrado de lo que comúnmente revelaba.
En realidad, la expresión del lobo alfa generalmente era estoica, sin revelar nada de lo que estuviera pasando por su cabeza en ese momento, pero durante los últimos meses, su frente siempre estaba arrugada y sus labios arqueados hacia abajo en una mueca, que lentamente, se volvía más y más profunda con el pasar de los días.
Algo tenía de un inexplicable mal humor a su lobo.
Un humor que no hacía más que empeorar con el tiempo. Y no importaba las veces que Caden fuera al bosque para cambiar y estirar sus patas, este simplemente seguía manteniéndose igual.
Al menos, agradecía que este estuviera mostrando su amargura de forma silenciosa, sin molestar con palabras en su mente, pero sí transmitiendo en él todas sus emociones negativas que, al final, terminaban influyendo también en Caden.
Lo peor de todo, es que Caden ni siquiera sabía qué era lo que tenía de tan mal humor a su animal.
El cambio fue silencioso y de un día para otro, sin aviso.
Casi todos sus empleados temían encontrarse con él debido a que sabían, que lo encontrarían con un humor de perras, lo cual no era algo que Caden buscara hacer a propósito.
Sí, es cierto que antes de igual forma la mayoría de las personas, no sólo sus empleados, se sentían algo intimidados con él debido a su aura y tamaño, pero aun así no le evitaban con una expresión llena de horror.
Su lobo se quejó repentinamente en su mente y se enderezó para prestar atención a su alrededor, casi como si buscara o esperara algo. Cuando nada sucedió, este gruñó y se volvió a recostar sobre su vientre, transmitiendo más de su molestia a Caden, lo que logró que el entrecejo del humano empeorara.
Soltando un muy profundo y largo suspiro, Caden bajó el informe dejándolo sobre su escritorio y se concentró en su lobo.
—¿Me dirás qué es lo que tienes? ¿Qué es lo que te molesta tanto? —cuestionó.
Por supuesto que su lobo simplemente movió sus orejas y no dio ninguna señal más de que deseaba hablar con él.
—Si no me dices no puedo hacer nada para solucionarlo —indicó con mal humor.
Su lobo alzó su cabeza finalmente, solo para levantarse y girar, deseando mostrarle la espalda, donde nuevamente le ignoró.
—Bien, haz lo que quieras, estúpido lobo —bufó dejándole.
Retomando el informe, Caden intentó nuevamente concentrarse en lo que estaba leyendo, lo cual por supuesto que sería mucho más fácil si su animal no le enviará esos sentimientos negativos que le terminaban distrayendo, quitándole todo su deseo de trabajar.
Gruñendo bajo, se olvidó los documentos sobre el escritorio y decidió buscar otra cosa en la cual ocupar su mente que le distrajera de su animal.
Tan pronto como escuchó pasos, su lobo alzó ambas orejas en aparente interés, colocando en alerta a Caden.
Su puerta fue golpeada entonces, y su secretaria, Seline, pidió permiso para entrar.
Las orejas de su lobo volvieron a caer con ello y retomó su posición para ignorar a todos y todo.
Apretando sus labios sin comprender el comportamiento de su animal, Caden le cedió permiso a su secretaria, dejándole entrar a su oficina.
Tan pronto como la puerta fue abierta, Seline se quedó bajo el marco, dudosa en avanzar. Tomando una profunda respiración como si intentara alentarse a sí misma, finalmente obligó a su cuerpo a seguir avanzando.
Caden no tenía que ser un genio como para saber que no había logrado relajar nada su expresión, razón por la cual la humana tardó en entrar.
Una parte dentro de él se sintió culpable por intimidar a su secretaria de aquella forma sin intención, pero tampoco es que se fuera a disculpar por ello, Seline sabía cómo era él cuando postuló a su puesto y le entrevistó. Nunca demostró ser un dulce jefe amable, ni dio a entender que cambiaría a esa clase de persona.
—¿Qué sucede? —cuestionó una vez la mujer se detuvo frente a él.
Su frío tono carente de cualquier emoción, estremeció a su secretaria, pero aun así, mantuvo su expresión profesional.
—Me pidió que le recordara su almuerzo con el señor Theron y su pareja —anunció la humana—. Si se retira en este momento, llegará a tiempo al lugar acordado.
Ante la mención de su hermano y la pareja de este, Caden dejó escapar un suspiro y recargó su espalda en respaldar de su asiento. Su mirada viajó hacia las carpetas con informes y nuevas propuestas de trabajos que debía de leer.
—¿Señor Knox? ¿Desea que cancele con el señor Theron? —preguntó Seline.
Alejando su mirada de las carpetas, Caden observó a su secretaria.
—Dónde es el almuerzo —preguntó, aunque con su tono podría considerarse más una demanda.
—Su restaurante preferido de comida tailandesa, señor.
Observando nuevamente sus carpetas y luego su computador, Caden tomó una decisión.
—Iré —anunció.
De todas formas, el mal humor de su lobo le estaba quitando todo su entusiasmo por trabajar, por lo que esperaba que al darle un nuevo aire, este mejorara un poco.
Levantándose de su silla, tomó la chaqueta de su traje que descansaba en el respaldar de su cómodo asiento de cuero acolchado y colocó sus ojos azules sobre la humana.
—¿Tengo algún otro compromiso? —preguntó.
—No, señor —respondió evitando su mirada—. En la tarde tiene un encuentro con un cliente, pero llamaron informando que tal vez no sería posible asistir, que estarían avisando —informó.
Tirando los bordes de su chaqueta para acomodarlo en su cuerpo, las cejas del hombre lobo se juntaron.
—Cambia la junta. Si vuelve con lo mismo, no aceptaremos otro encuentro a menos que tenga una excusa creíble —ordenó.
—Sí, señor Knox —asintió colocando su atención en su tablet.
Saliendo de su oficina, Caden cerró la puerta una vez su secretaria salió volviendo a su escritorio. Sin perder tiempo, cruzó el pasillo hasta llegar a la salita de espera que estaba al lado del ascensor.
Apretando el botón, las dobles puertas plateadas se abrieron ante él. Entrando, presionó esta vez el subterráneo donde estaba el estacionamiento para los autos que utilizaban los empleados de su empresa.
Cuando las puertas se abrieron ante él, revelaron otra sala más pequeña que contenía puertas de vidrio con un sistema de seguridad que requería una clave, un escaneo facial y por supuesto que una tarjeta de identificación.
Una vez hizo todo lo correspondiente, una luz verde se encendió en la parte superior de la puerta y esta se abrió. Saliendo fue directamente hacia su auto, un hermoso Lamborghini azul que sacaba de su casa cuando estaba de buen humor.
Aunque claramente no lo estaba en ese momento, pensó que un poco de velocidad animaría a su animal, por supuesto que se equivocó con ello.
Quitándole la alarma junto al seguro, Caden se subió e inmediatamente se colocó el cinturón de seguridad tras cerrar la puerta. Encendiendo el auto en un suave movimiento, el lobo alfa se puso en marcha.
Deteniéndose un momento en la única entrada y salida del estacionamiento, volvió a colocar su tarjeta de identificación, logrando que el portón de metal corredizo se hiciera a un lado, permitiéndole salir.
Claramente el portón se mantenía abierto cuando era la hora de entrada y salida de la agencia, pero en cambio, tenía a un hombre vigilando a las personas que entraban o salían.
¿Exageraba?
Era una agencia de seguridad, si mínimo no tenía esa clase de cuidados para que ningún intruso se internara en su empresa, ¿cómo se suponía que sus clientes confiarían en él?
Conduciendo hasta su restaurante favorito de comida tailandesa, el lobo alfa se estacionó por el costado del pequeño edificio de un piso con terraza en el techo.
Bajándose, por supuesto que recibió algunas miradas, las cuales Caden ignoró abiertamente y se dirigió a la entrada del edificio. Sin la necesidad de preguntar a la empleada de la entrada por la mesa o su hermano, el hombre lobo fue directamente a las escaleras y subió al segundo piso.
Inmediatamente, contempló a Theron junto a su humano sentado en una mesa que estaba bajo la agradable sombra que proporcionaba el techo sobre ellos.
—Hey, mira quién llegó —expresó su hermano tras verlo, con su molesta sonrisa característica suya—. Pensé que nos ibas a cancelar la salida otra vez —comentó.
—Te dije que tenía un compromiso importante ese día —se excusó corriendo la silla frente a ellos—. Además, ni siquiera consultaste algo conmigo al respecto, solo me llamaste y me dijiste que nos juntaríamos tal día a tal hora y me cortaste —le recordó.
—¿En verdad hiciste eso? —preguntó Maison.
La mirada de Maison fue hacia su pareja, y por la forma en que sus cejas estaban brevemente juntas, tal parecía que este no había estado al tanto de aquella llamada.
—Si le daba tiempo para contestar nos iba a rechazar —se defendió Theron.
—Me llamaste hace poco y acepté —le recordó tranquilamente.
Y sí, disfrutó de la mirada frustrada que le lanzó su adorable hermano menor por como logró que aquellos ojos chocolates se entrecerraran más ante sus palabras.
—Estoy seguro de que solamente aceptaste porque Sonrisitas estaba conmigo y él lo preguntó, no yo —argumentó.
—No, acepté porque Maison me preguntó correctamente, ofreciéndome la oportunidad de elegir un día y hora en el cual no me encontraba ocupado según mi agenda —aclaró.
Sí, realmente le gustaba apreciar esa mirada enfurruñada de Theron por meterlo en problemas, era un pequeño disfrute para todos los inconvenientes que este le ocasionaba.
Percibiendo como una persona se acercaba, la atención de Caden se alejó de la pareja que murmuraba entre ellos en un supuesto regaño y contempló al joven empleado servir los platos.
—Oh, espero que no te moleste que hubiéramos pedido por ti —expresó Maison al ver que contemplaba el plato frente a él.
—Preguntamos a los empleados por tu plato favorito y la especialidad de la casa el día de hoy —anunció Theron—. Solo bastó con que dijéramos tu nombre para que supieran inmediatamente que hablamos de ti. ¿Desde cuándo te gusta tanto la comida tailandesa? —cuestionó.
—Tiene buen sabor y el restaurante está relativamente cerca de mi trabajo, no veo por qué no podría transformarse en mi lugar favorito —argumentó.
Extendiendo la servilleta en su regazo, Caden tomó los servicios y comenzó a disfrutar de la comida.
—Eso no significa realmente que sea tu restaurante favorito, solo te es conveniente —corrigió el otro lobo alfa.
—No lo molestes, Theron —advirtió Maison, empujando sus lentes más arriba—. Luego te preguntas por qué no quiere comer con nosotros —resopló.
En silencio, Caden contempló como la pareja frente a él comenzaba una pequeña discusión que obviamente no terminó en nada más que una conversación amorosa con besos robados y sonrisas enamoradas.
Y Caden realmente estaba feliz porque su hermano hubiera logrado encontrar a su elegido, aquella persona con el cual pasaría el resto de su vida, pero no era muy agradable sentarse entre ellos y simplemente fingir que no estaba viendo o escuchando lo amorosos que eran.
Otra razón más por la cual intentaba evitar encontrarse a solas con ambos, no le gustaba la sensación de ser la tercera rueda, alguien no invitado que no encajaba en el cuadro.
Sin contar, que su lobo se volvía más irritable a la hora que se encontraba con ambos.
Y no se trataba de que fuera algo fastidioso de observar a ambos, también estaba el hecho de que a su animal simplemente no le gustaba encontrarse con otros alfas en la misma habitación, aun si se trataba de su hermano, estúpidamente se ponía territorial y competitivo, lo cual era molesto.
—¿Disfrutas de tu comida? —preguntó Theron.
—Lo hago.
—¿Elegimos bien? —indagó Maison.
—Lo hicieron.
Cuando alzó la mirada, se encontró con los ojos azules de su hermano, pero a diferencia de los suyos, que eran más claro y con unas pequeñas motas amarillas, los de Theron eran de un profundo azul zafiro.
—No demuestres tanta felicidad que creeremos que estás enfermo —resopló Theron.
Tomando la servilleta, Caden limpió sus labios y observó a su hermano en lo que tomaba su vaso de agua.
—No es de mi interés entrometerme en su charla amorosa —aclaró.
Por supuesto, ante sus palabras, las mejillas de Maison adquirieron un suave tono rosado.
—Tienes suerte entonces —anunció su hermano repentinamente—. Escuché en las noticias más temprano que Asher ya ha vuelto de su tour, por lo que no seremos tres, sino que cuatro —informó.
—¿Asher? —preguntó juntando sus cejas.
—Asher Malloy, mi amigo —respondió Maison—. Aquel que me ayudó con la canción de Theron, humilló a Roniel y cantó en vivo la canción en la primera pelea —contó.
A la mente de Caden, vino el recuerdo del problemático chico con cabello tintado de diferentes colores, al cual tuvo que salvar de unos locos fans que decidieron tocarlo y empujarlo como si fuera una muñeca de trapo.
Esa sensual sonrisa traviesa surcó en su mente, y se quedó ahí.
Y como si de un acto de magia se tratara, su lobo finalmente movió sus orejas y enderezó su cuerpo para escuchar con atención.
—Llegó solamente esta mañana —añadió el humano—. Vi algunas fotos de cuando dejaba el aeropuerto, no se veía exactamente muy bien, me dejó preocupado —comentó.
—¿Preocupado? —repitió sin darse cuenta.
Maison asintió y sacó su teléfono de su bolsillo, buscando las imágenes, se las mostró a ambos. Tras contemplar la imagen de ese perfecto rostro, la cola de su lobo comenzó a agitarse con furiosidad.
—No se ve muy bien, ¿cierto? Tiene unas ojeras horrible bajo sus ojos —indicó y agrandó la imagen para que pudieran apreciarlo correctamente.
Pero sin la necesidad de que hiciera aquello, Caden ya se había percatado de ese detalle. Y no le gustó para nada, ya que no calzaba muy bien ese rostro, el cual solamente demostraba cansancio puro.
—Acaba de llegar, cariño, creo que es normal que se vea de esa forma, ¿cierto? —dijo Theron, observando directamente para que lo apoyara.
Pero en vez de responder algo, la atención de Caden siguió plasmada en la pantalla de aquel celular, observando la imagen de Asher.
—¿Caden?
Parpadeando un par de veces, el lobo alfa dejó de contemplar el teléfono y se lo entregó a su dueño.
—Se ve mal —anunció.
—Lo sé —suspiró Maison—. Lo peor es que hablé con él hace poco y no me dijo nada de descansar, habló de seguir su agenda llena de proyectos —indicó con descontento.
Y ante aquella información, las cejas de Caden instintivamente se fruncieron profundamente, su propio lobo emitió un gruñido molesto.
—Acaba de llegar, no creo que tenga una agenda tan ocupada, tal vez terminando con una par de actividades descansará —calmó Theron.
—No lo sé, Asher siempre está ocupado con algo —musitó.
Y otra vez, ese pedacito de información molestó a su lobo e irritó a Caden.
—No te preocupes, cariño, Caden utilizará su super equipo y averiguará sobre la agenda de Asher para asegurarnos de que está bien, ¿cierto? —le observó.
—Mi agencia de seguridad no es algo para tu uso personal —indicó—. Ya he terminado de comer, necesito retirarme ahora —anunció.
—¿No te quedarás hasta el postre? —preguntó Theron sonriente.
Negando, Caden agradeció por la comida y se alejó volviendo a su auto. Lastimosamente, con la distancia que puso con el otro lobo alfa, no aligeró para nada el mal humor de su animal, el cual pasó de molesto a endemoniadamente irritable.
Y la idea de lo que había llamado la atención de su lobo, no era algo que tenía exactamente de buen humor a Caden.