Cuando Caden abrió sus ojos, se encontró con ese bonito tono verde oliva observándole fijamente y luego una sonrisa se estiró sobre esos sensuales labios.
—Hey, mi bello durmiente ya despertó —expresó Asher, quién se encontraba recostado sobre el cuerpo de Caden.
Durante esos días durmiendo juntos, ambos habían descubierto que Asher dormía un poco más, cuando se acurrucaba sobre el cuerpo del hombre lobo, con su cabeza en su pecho escuchando perfectamente el ritmo del corazón de este.
Girando su rostro hacia la derecha, Caden contempló el pequeño reloj de la mesita de noche al lado de la cama.
—¿Cuatro horas? —preguntó, volviendo su mirada hacia su pareja.
—Nop, está vez fueron cinco, un récord —expresó sonriente—. Nunca había logrado dormir tanto, eres una cama realmente cómoda.
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