Más que creerlo lo deseo, deseo con toda la fuerza de mi alma que los hijos de Silvia sean míos. Sin importar que eso me traiga problemas en mi relación, yo anhelo que por las venas de esos pequeños corra mi sangre.
Pero si lo son ¿Por qué Silvia no me dijo nada? ¿Por qué me lo ocultó? Son respuestas que solo obtendré hablando con ella, la única oportunidad que tengo para preguntárselo es esta noche, porque de aquí no la volveré a ver.
En el rio tuve la oportunidad de preguntarle, pero no sé qué me pasó que olvidé todas las preguntas que tenía para hacerle. No le permití hablar, porque no quería escuchar sus excusas porque sentía que terminaría convenciéndome de que su rechazo no fue porque no me amara. Si hubiera sido así, me habría buscado al día siguiente, o después de una semana, pero como siempre, su orgullo valió más que el supuesto amor que me tenía.
—¿Lo hablaste con ella? ¿Te dijo que son tuyos? —niego—. ¿Entonces? ¿Qué te hace pensar que lo sean?
—Si los vieras de cerca, creo que también te entrarían las dudas, madre.
—¿Por qué esa niña ocultaría a tus hijos de ti?
—No lo sé mamá.
—Si son tus hijos, lo podemos comprobar con una prueba de ADN, para eso, debes hablar con Silvia ¿Ella no tiene pareja?
—Madre no sé —digo al levantarme. Tampoco quiero saber si la tiene, solo quiero saber si el parecido de esos niños con mi yo de infancia es pura casualidad.
—¿Sabes lo que puede pasar si esos niños resultan ser tuyos?
Por supuesto que lo sé. Sé que tendría un gran problema con Lara, porque ella es mi esposa y se supone que es con ella con quien debo tener los hijos, pero si los hijos de Silvia son míos, llegaron antes que mi relación con Lara empezara. Eso ella debe entenderlo.
Yo aquí, haciendo sujeciones sin siquiera saber que en verdad son míos.
—Por ahora no voy a pensar en eso. Lo que quiero es saber si son míos, ya luego veo que hacer.
Mi madre se levanta y va hacia la caja fuerte, guarda ese libro como su más preciado tesoro. No solo guarda fotografías de nosotros, también del abuelo y su madre, incluso del tío Frederick. Para ella, eso es como un tesoro.
Agarro las fotografías de mi yo pequeño, remembro el rostro de esos pequeños y es como si estuviera viéndolos en esa fotografía. Se que el parecido no me confirma nada, pero crece una esperanza infinita que me vuelve más ansioso.
Salgo de la habitación de mi madre y voy a mi recámara, no encuentro a Lara en la cama, se supone que está cansada, debería estar descansando, no obstante, entro al vestidor y la encuentro ya cambiada, vistiendo un vestido n***o ajustado a su cuerpo que delinea bien su cintura y deja expuesto sus grandes senos.
¿No estaba cansada? ¿qué hace vestida de esa forma?
—Solo me doy un retoque y estoy lista.
—Pensé que dormirías...
—¿Y dejar solo a mi esposo en medio de tanta perra suelta? Eso sí que no —Dice al rodear mi cuello con sus brazos, acercar sus labios y besarme suavemente—. Tengo un esposo demasiado atractivo como para dejarlo salir solo.
Curvo las comisuras en una sonrisa forzada, trato de que no se me note el descontento. ¿Por qué carajos me descontenta que me acompañe?
Expulso ese repentino sentimiento de rechazo que se produce y sonriendo le digo.
—Ok, entonces me visto y nos vamos.
Dejo un corto beso en sus labios y voy hacia mi maleta. Hay algunos trajes que no he usado, pero no tengo ganas de usarlos. Levanto la mirada y me dirijo al closet, ahí encuentro una docena de ternos que ya he usado, especialmente uno que me regaló ella. Elijo este mientras traigo consigo el recuerdo, es imposible no ensanchar una sonrisa al remembrar ese momento.
Inhalando profundo y poniendo seriedad en mi rostro, me doy la vuelta y procedo a cambiarme.
—¿Eso no tiene tiempo guardado?
—Si, pero me gusta y lo usaré.
—¿Por qué? ¿Por qué te gusta? —lo agarra mientras estoy sacando mis prendas—. ¡Es horrible! Además, huele a guardado —lo deja caer y da un paso dejándolo debajo de sus tacos—. ¿Por qué no usas de los que están en la maleta? Si usas de los guardados pueda que te de alergia.
Observo el traje debajo de sus zapatos, me inclino y lo recojo.
—Me pondré este, guardado o no, lo usaré.
Sin decir más salgo de la habitación, bajo hasta la planta baja y le pido a la empleada le dé una planchada. Mientras lo hace espero en la cocina con la mirada perdida en la oscuridad. Minutos después la empleada sale con mi traje, le agradezco y subo nuevamente para colocármelo.
Estando listo bajo, ya todos se encuentran en la entrada de la puerta esperando por mi hermana y por mí.
—¡Que elegante! —se acerca Nora, una de mis hermanas, arregla el cuello de mi camisa y musita—. Regalo de Silvia ¿Verdad?
Paso la lengua entre mis dientes, controlo mi sonrisa y sin responder dirijo la mirada hacia las gradas para ver bajar a Lara con Norma, mi otra hermana.
—Alguien se regó medio frasco de perfume —refuta mi hermana con sus ojos grandes puestos en mí.
—Supongo que es porque el traje estaba guardado —explica Lara.
Sin darle importancia a lo que dice mi hermana tomo la mano de Lara y procedo a seguir a mis padres. Como el auto es amplio si entramo los siete. Digo siete porque hace una hora llegó uno de mis cuñados, el otro esta fuera del país.
Al llegar al centro de valleral nos encontramos con un tráfico. Aunque es un pueblo hay muchos autos. Cada hacendado tiene su cuatro por cuatro con los que se transportan.
En este pueblo hay muchas haciendas, pero las más cercanas son las de los Mohamed y Freeman, estas rodean el pueblo. Las demás están muy retirada del pueblo, pero pertenecen a este maravilloso pueblo.
Nos bajamos a una cuadra de la plaza, es el lugar donde se realiza cada año la fiesta. Levantan un escenario para que las reinas modelen, incluso para que la orquesta invitada haga su presentación. En frente, pero en los alrededores se encuentran sin número de mesas para que cada familia de la alta sociedad tome su lugar.
También llegan familias de clase baja y media, todos juntos en un mismo lugar. Aquí no hay diferencia de clases sociales, eso es lo que me gusta de este pueblo. Porque los ricos y los pobres disfrutan juntos estas fiestas patronales.
Apenas ingreso hago un recorrido con la mirada por el lugar, busco en cada rostro el de ella. Pero cuando el aire me trae su perfume, volteo en esa dirección y la veo pasar. Al momento que nuestras miradas se conectan, siento chispas de electricidad salpicar en mi piel. Ella luce un esplendoroso vestido rojo largo, pero con un ajuste que delinea su curvada cintura, todo descubierto en los hombros dejando ver su cuello delgado y recto, más con esa cola que se ha hecho. La sedosa tela está apegada a sus glúteos formando el grandor de estos.
—¿Nos vamos a quedar parados aquí?
Salgo del trance, coloco la mirada en Lara, tomó su mano y la llevo hasta la mesa que se nos ha otorgado. Sonrío en mis adentros porque está justo al lado de las de los Mohamed.
Cada uno agarra su asiento, en cuanto yo, estoy con la mirada puesta en esa hermosa dama sentada de espaldas a mí—. Ten un poco de respeto por tu esposa —masculle Norma al pasar por mi lado.
Vuelvo la mirada hacia Lara, la veo sentada a dos sillas de donde se encuentra Silvia. Inhalando profundo me siento en la silla que queda detrás de ella, al recostarme en esta, su cola rosa la parte de mi nuca y aquello produce un hormigueo en todo mi cuerpo.