POV: Benjamin Worsley. Cuando tenía siete años, solía escaparme de mi habitación en plena noche. Mis pasos siempre me llevaban al mismo lugar: esa imponente puerta de color miel. Cada vez que la atravesaba, me encontraba con los mismos cuadros de mujeres sonrientes en hermosos paisajes. Parecían tan bellas y llenas de vida. Al notar el espacio vacío en la pared, entre los otros retratos, sabía que allí estaría el siguiente cuadro de mi futura esposa. Desde niño lo supe, aunque no sentía orgullo por ello. Estas no eran obras de arte para presumir o atesorar, pues representaban muerte, nostalgia y agonía. Era mi abuelo quien me contaba el destino de "ellas", las Oracelias. Llegaban al castillo enamoradas, irradiando felicidad al quedar embarazadas, pero con el paso de los días, perdían ese