Era de suponer que Tobías no olvidaría el asunto de su madre, al contrario, estaba más que preparado para informarse al respecto, fuera bueno o malo lo que tuviera que afrontar.
Durante gran parte de su vida, estuvo ocupado buscando las respuestas a la desaparición de Noelia, de modo que al fin poder tener algo concreto, un hilo del cual tirar, entonces todo mejoraría, estaba seguro.
Encendió su auto y se encaminó con él fuera del campus. Había logrado repararlo el día anterior con la ayuda del hombre que conoció en la gasolinera, quien resultó ser bastante amable y conversador, ofreciéndole sus conocimientos de mecánica automotriz, así que no tuvo que pagar un solo centavo, más que darle comida para su mascota, un precio muy bajo para el gran trabajo rápido y eficaz que hubo hecho con su carro.
¿Que cómo lo encontró? Eso era fácil de responder, pero no sencillo de llevar a cabo. Resulta que la persona encargada de darle el ride para poder salir del lugar en donde se encontraba era justo este mismo hombre, el cual lo miró sorprendido y por eso paró, creyendo haber tenido una especie de sensación que le decía que ya había vivido aquello.
La manera y las circunstancias en las que encontró al mismo hombre dos veces en lugares distintos a horas insospechadas le parecía muy curioso. Los recuerdos vinieron a su mente tan frescos como el mismo día en que los vivió.
"Creí que tenía visiones por el cansancio. No te encontré al día siguiente por el motel, pensé entonces que habías logrado solucionar todo ¿No es así?"
La expresión en el rostro del contrario le respondió todo, así que el hombre no quiso ahondar, solo dijo que su ruta abarcaba también ese territorio, y no solo hacía entregas, sino que también hacía de transporte para mudanzas aparte, ya que el camión era suyo, lo hubo comprado con las facilidades brindadas por la empresa para la que trabajaba, la cual también le retribuía todo económicamente más que justo en equilibrio con el servicio prestado a ellos, por más de diez años, algo que se decía fácil, pero dentro de ese tiempo se encontraban muchas anécdotas y pocas horas libres al día para él.
Estaba más que comprometido con una empresa seria y llena de responsabilidad, y no quería abandonar su puesto de trabajo por nada del mundo. Tenía incluso una gorra con el logo de esta marca, portándola muy orgulloso de formar parte de esa familia de trabajadores tan honestos y llenos de energía. Tenían, según le comentó, un círculo de reunión en el que se juntaban a hacer meditación, cosa que jamás pensó acerca de un tipo que por fuera se veía tan extremadamente rudo.
Se sorprendió debido a ello, pero no dijo nada más, solo asintió, como si fuera la cosa más seria que le dijeran jamás. Entonces Gorgian siguió hablando del gatito llamado Don, era muy hermoso, por lo que podía ver en la foto colgada de una de las guanteras del camión.
No discutieron mucho el asunto de por qué se encontraba allí en ese estado tan deplorable, como si no hubiera dormido en días y tuviera la cabeza en otro mundo, ya que el hombre no quiso ser entrometido. Si una cosa aprendió de los marineros que vivían cerca de su casa durante su infancia fue que no debía meterse en asuntos ajenos, mucho menos cuando estos se trataban de cosas malas o de asuntos turbios, pues podría salpicarle, y las manchas eran para toda la vida. A pesar de no tener familia, no dejaría a su pequeño felino desamparado.
"Ha sido de gran ayuda encontrarte por aquí, de nuevo gracias por acercarme a mi destino" dijo Tobías, sincerándose con el desconocido, pues nada tenía en contra de este y su buena disposición.
"La verdad, me sigues debiendo lo prometido en la gasolinera, pero lo hago con todo gusto".
Entonces el castaño cayó en cuenta de lo que le decía el mayor, era cierto que no le había dado su recompensa, solo bajó del medio de transporte sin pensar en nadie más que en él y su afición por las causas perdidas, empezando por él mismo.
"Tienes razón, lo tendré en cuenta, y te pagaré también por tus servicios mecánicos, más que solo con alimento para gato".
Gorgian soltó una risa entonces.
"Y ¿Con qué piensas pagarme? No veo que portes más que esos simples pantalones, lo cual es confuso, no pareces el mismo al que dejé en ese motel, pues antes te veías como un modelo de revista, de esos que son estirados y millonarios, pero creo que no eres así, si me permites opinar".
"Se te permite opinar, pero no criticarme, son cosas distintas, Gorgian. Si paras en el campus que te he dicho antes, podría hacértelo llegar".
Gorgian asintió, sin estar muy seguro de ello, pero se mantuvo callado el resto del camino, sin querer hacer mucho énfasis en el dinero, el que no era una preocupación para él.
El hombre le dejó justo en frente de la universidad, así que pudo escabullirse por las rejas cual rata para no llegar tan vuelto nada a la habitación y que al ser tan prestigioso el lugar, lo echaran de allí. Logró llegar al cuarto donde dormía y compartía a veces con un estudiante más.
Por suerte, este no estaba, como de costumbre, de modo que solo entró y cerró la puerta con pestillo, respirando muy tenso. De algo tenía que servirle el haberse dedicado por tantos años a las artimañas de engaño e ilusión para hacer a los demás confiar y creer en su palabra.
Se le hacía relativamente fácil poder hacer que los demás hicieran su voluntad, y era algo que sus padres siempre le sacaron en cara, pero poco le importaba cuando de eso podía vivir más que tranquilo, por decirlo de alguna manera, ya que la tranquilidad era algo que hubo perdido desde el momento exacto en que su madre desapareció de su vida sin dejar rastro.
Se vistió lo más rápido que pudo y buscó todo el efectivo que tenía, una buena cantidad, para luego salir de allí como si nada, perfecto estudiante universitario, ejemplar y responsable.
Su vestuario cambió a un par de pantalones de vestir color n***o en tela gamusa y una camisa a rayas color beige con verde, haciendo un look que haría a casi cualquier persona de su época tenerle envidia, de no ser porque esa casa de estudios estaba repleta de gente así, tan llena de dinero y lujos que no sabían qué hacer con sus vidas luego de graduarse, pues no tenían preocupaciones a nivel económico. No le dio tiempo de acicalarse correctamente, pero al menos se adecentó bastante en el servicio.
Lavó su cara y las partes importantes, pues no podía tener al hombre esperando por tanto tiempo o pensaría que lo estaba timando de nuevo, cuando no era así, su palabra valía más que muchas otras.
Así pues, salió el ,mismo castaño, esta vez por la puerta principal con su frente en alto y frenó el paso cuando llegó a la ventanilla del camión, haciéndole ver al hombre los varios billetes en su cara. Este los tomó con algo de lo que parecía ser desconfianza, pero los aceptó y dio las gracias, ese fue el final de la colaboración de Gorgian en su vida, o eso creía.
Volviendo al presente, su auto se estacionó en todo el frente del lugar de trabajo de su jefe, el centro de investigaciones, el cerebro de la compañía para la que trabajaba. Por fuera parecía un edificio convencional cualquiera, una torre de oficinas como muchas otras, pero la verdad era que ahí dentro se lograban saber muchas más cosas que lo que pudieran descubrir las vecinas chismosas en pleno apogeo.
Se debatía mentalmente entre bajar de allí o no, pero ya había hecho las entregas de paquetes que le quedaban, así que debía ingresar sí o sí. Tragó con fuerza, cerrando sus ojos para darse voluntad a sí mismo.
Se dirigió sin rodeos a la oficina de quien fuera su jefe, conteniendo el aliento, pero cuando tocó un par de veces, este le abrió sin chistar, y parecía haberlo estado esperando.
─Pensé que no aparecerías más por aquí. Dime que no te ha pasado nada malo─ quiso saber de inmediato el hombre, algo que dejó a Tobías y a Onixen estupefactos, eso no sucedía a menudo, en realidad, era la primera vez que le preguntaba algo así después de tanto tiempo al servicio.
─Soy yo quien debe asegurarse de eso, disculpa por dejarlos desamparados luego de ese atentado, pero no podía quedarme de brazos cruzados mientras aquel calavera huía sin más─.
─Lo importante por ahora es que te encuentras bien, y por supuesto, estás aquí para saber sobre tu madre ¿No es cierto?─ insistió el contrario, teniendo toda la razón del mundo.
El de cabellos largos asintió, sin poder esperar un segundo más.
─Bien, ella dejó algo para ti, y debo entregártelo o no podré continuar con mi vida como de costumbre. Esto no lo sabe ni la policía ni los demás agentes, es un asunto privado, como acordamos desde el principio, nadie más está enterado─.
─¿Cómo sabes que fue ella...?─ fue lo único que pudo preguntar, sintiendo sus ojos cristalizarse y su voz hacerse más fina y pastosa.
─No pudo haber sido otra, sabe cosas sobre ti que solo una madre podría ¿Quieres verlo, no es así?─.
Este asintió, completamente convencido de ello, por fin habría respuestas.
Entonces Koran le acercó un sobre a sus manos, de modo que comenzó a temblar, pensando en si esta era realmente la letra de su madre, pero era inconfundible, su manera de hacer la caligrafía perfecta y prolija eran otro nivel, algo que amaba de ella, y esta siempre dejaba un bonito detalle al final de los mensajes, ya fuera un postdata, una foto o unos pétalos, así de intensa era, pero también así de correcta, pulcra y amorosa. Nunca olvidaría ni un solo detalle de ella. Olfateó el sobre, y aunque pareciera descabellada la idea, en realidad era muy buena, pues dejaba en evidencia el perfume que ella siempre utilizaba.
¿Estaba viva? ¿Acaso quería comunicarse con él después de tantos años?
Una lágrima rodó por su mejilla mientras abría el sobre, por lo que cayó en plena tinta e hizo que esta se corriera un poco, si tan solo eso importara en aquellos momentos.
Cuando tuvo la hoja en su mano, pudo ver que también portaba una foto.
Era ella, era su madre.