¿Ella lo estaba llamando a él? No se lo podía creer, su mano extendida en su dirección se lo dejó claro, ella lo estaba llamando. Rápidamente, se acercó a ella para ayudarla a ponerse en pie, pero al sentir lo caliente que estaba se preocupó muchísimo. ―Estás ardiendo. ―La tomó en brazos con el corazón un poco pesaroso, ella lo está llamando por esos apelativos cariñosos porque la fiebre la tiene así. ―Vamos a la cama. ―La acostó y miró a su alrededor. ―¿Dónde tienes el termómetro? Debo tomarte la temperatura. ―Saray no le respondió, ella solo puede quejarse, le duele hasta el pelo. ―Carajos. ―Susurró abriendo y cerrando las gavetas, pero al recordar que en los baños siempre hay un botiquín, se metió en él y pudo dar con el termómetro. ―No… no… no… ―Corrió para ayudarla a ponerse en pie,