―¿Interrumpimos? ―La voz gruesa de Nozel por alguna razón tensó a Saray y le aceleró el corazón. ―Ellas no están solas, caballeros. ―Los hombres miraron a los recién llegados. ―Las vimos aquí y solo queríamos ser amables. ―A ser amables a otra parte. ―Bramó Baylor. ―Ya estamos aquí, no es necesario que se queden más. ―Estaba realmente luchando por no darle un puñetazo a quien se acercó de más a su mujer. ―Yo que tú, corro. ―Apple miró al hombre que le ofreció una bebida a su madre. ―Mi ogrito es militar y no tiene aguante. ―Saray miró a su hija con ojos grandes, sin duda copia todo lo que dice su primo. ―Ella tiene razón. ―Apoyó Alexer. ―Mi padre también lo fue y no controla sus celos. ―Las mujeres se querían morir de la vergüenza. Saray no sabía ni a donde mirar, ¿Por qué se enoja