Saray respiró hondo, ella miró el techo por unos segundos y deseó quedarse en cama. Habían llegado hace una semana, sus amigos se marcharon y todo volvió a esa normalidad a la que tanto le teme. Su gata era la que no la dejaba deprimirse y ahora no está, aunque debe aceptar que Nozel ha sido una pieza fundamental para no caer en ese abismo oscuro y solitario, a pesar de que Fer está presente, el padre de su hija no la ha dejado sola. Sentándose en la cama cerró los ojos, había llegado la hora de cambiarle el apellido a la niña, ella está realmente feliz, pero el saber que tarde o temprano todo explotará y los focos estarán sobre ellas le aterra. ¿Qué no dirán las personas por solo ser un chef? ―Buenos días. ―Gritó desde el pasillo, ella no puede dejarse llevar y arruinarle la felicid