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—Gracias—dice el joven con animo— son preciosas y fragantes. De hecho tenía planeado comprar un ramo para una chica. Al escuchar sus palabras, la florista se mueve rápido para entregarle uno de sus arreglos florales lleno de rosas igual de hermosas. —¡Oh!—dice el joven cuando la florista le ofrece el arreglo. Lo veo buscar en su bolsillo y de ahí saca una cartera negra y de cuero, le extiende un billete doblado y le paga— el resto por favor úselo para reponer lo que he usado de su botiquín. —No por favor—dice la florista—esto es un regalo de mi parte. La señora es mi cliente habitual, no podría cobrarte por las flores después de que la ayudaste. El joven muestra una sonrisa incomoda, supongo que no le gusta deberle a nadie, aunque él no solo trato la herida de la anciana, sino que tamb