La cita que postergaron por demasiado tiempo, al fin se propició. Amber, al terminar sus citas del día anterior, se dirigió a la boutique donde compraba sus trajes y adquirió la ropa más ordinaria que encontró en los estantes. El maniquí que usaba la ropa que eligió, lo desvistieron por orden suya. Solo tenían la exhibición y era lo más simple que podía vestir. Al llegar al pent-house esa noche, se probó la ropa, pero no bastó para convencerla. La mañana siguiente, cuando se bañó, perfumó y vistió, notó que su ropa si combinaba como ella quería. Usó un fino collar de oro sólido, que acompañó con dos círculos en sus lóbulos. Se debatió el peinado, sin embargo bastó mirarse al espejo para saber exactamente lo que encajaba. Mientras ella pulía detalles, Christopher estacionó en la parte baja