Después de hablar un montón de cosas sin mucha profundidad e importancia me excusé para ir al baño. Me tomé mi tiempo, necesitaba analizar lo que estaba ocurriendo. Ese era Chace. El que me hacía enojar pero en menos de un segundo me hacía sonreír. El que hacía que me cuestionara toda mi existencia pero el que encontraba la respuesta a ella con sus palabras. El que me hacía llorar, pero después me hacía reír. El que sabía escarbar en mi interior dándome permiso para escarbar en el suyo. Al que era más fácil odiar que extrañar. Ese era Chace. El que me consumía, el peligro y la aventura, la tranquilidad y el hogar. Chace era todo eso y más, y con cada minuto que pasaba con él todos esos sentimientos volvían a aflorar como si nunca hubiese q