Heleanor caminó hasta el estacionamiento de la empresa y se adentró en su auto. No había solicitado chofer, porque sería innecesario hacerlo. Se acomodó en el asiento del piloto y se puso el cinturón de seguridad. Había cambiado sus números antes de venir a la ciudad, por lo que su ex prometido no podía contactarla de forma directa. Se mostraba indiferente y ante la opinión de todos, era una mujer altanera, difícil de tratar e inquebrantable. En el mundo de los negocios había que mantener las apariencias ante cualquier situación. Pero en la soledad de su automóvil, apoyó su cabeza y sus manos en el volante y de sus bellos ojos azules, empezaron a nacer lágrimas, que le acariciaban sus blancas mejillas. Sufría en silencio, sin que nadie la viera. El hombre que amaba la había traicionado con