—Impresionante —dice Richard al entrar en mi habitación y recorrer con la mirada las cuerdas que atan al hombre—. Debes aprender a hacer nudos decentes, pero no está nada mal para ser tu primera vez —termina su inspección poniéndose de cuclillas para quedar al nivel de la vista del hombre—. Sé que tu hombre de confianza te puede enseñar a hacerlos, o si quieres, lo hago yo.
—Gracias por el ofrecimiento, lo pensaré —contesto mientras lo observo con curiosidad, porque aunque sé que me está hablando a mí, su mirada no se despega de los ojos de Pablo.
Baja la mordaza para que el hombre pueda mover la mandíbula y relajarla.
—¡Esta loca...! —pero las palabras del hombre se detienen apenas Richard hace una seña para indicar silencio, acompañada de un suave "shhh".
—No tienes idea de lo fea qu
