Harry sentía la furia de su amigo como propia, pero con su olor propagandose por todas partes y los gruñidos saliendo por su garganta, el chico sentía como si fueran a echarlos del hospital por conducta inapropiada y lo advirtió justo en el momento que Samantha empezaba a despertar. Unos segundos después la cabeza de un policía asomaba por la puerta de la habitación en la que la pequeña alfa se estaba hospedando, observó como las facciones antes duras en el rostro de su mejor amigo se habían vuelto mucho más amables, dulces, era la palabra correcta para describirlas y salió para atender al que afuera esperaba una posible explicación a lo que creían era un secuestro. —Buenas tardes —decía el frondoso alfa frente a él, mientras sacaba del bolsillo de su pantalón, un teléfono, y se disponí