Su cuerpo dolía como si se estuviese quemando en el mismísimo infierno, estaba pesado y si se levantaba aquella pijama de hospital, notaria su piel manchada de feos tonos morados, pasó la yema de sus dedos por sus labios y sintió como estos estaban dolorosamente agrietados, no le gustaba para nada esa sensación mucho menos cuando Imer Palace, el alfa al cual admiraba, le observaba con tanta preocupación en su mirada.
—Hola —el esfuerzo de decir esa tan sola palabra, lo llevo a sentir un intenso dolor en la garganta, como que nunca hubiese hablado y está fuera su primera vez.
—¿Te sientes mejor? —escuchó a Imer preguntar con su tono de voz preocupado al igual que sus intensos ojos negros —. ¿De verdad vas a presentar cargos por esos alfas?
¿Sería posible que Imer fuera un alfa del montón
