¿Qué podía hacer para que Samantha dejara ese rostro y aroma tan triste? Su corazón dolía al verle así y su alma animal lloraba y aullaba con muchísima tristeza, nunca fue una persona que le importará los demás tanto como Samantha lo estaba haciendo, por eso mismo no sabía que hacer para animarla. Dos semanas habían pasado desde el incidente en el instituto, la perra de Sarah desapareció de la Universidad y ya no le vieron después de aquello que tanto hizo sufrir a Samantha y esta última se estaba sobre esforzando, en la Universidad, su trabajo de medio tiempo y en el gimnasio, donde hace una semana le había pedido que fueran juntos porque temía estar sóla. —Samantha —llamó a la chica cabizbaja que estaba sentada a un lado de su mesa en la clase de psicología —. Pss —siseo cuando esta n