—La chica tiene anemia, y sus defensas estan bajas debido a eso —decía el doctor mientras anotaba cosas en una pequeña libreta después de haberla revisado—. Le dejaré algunos medicamentos. El doctor entregó a Imer aquella receta con nombres de medicamentos muy complicados, que luego él se encargaría de comprar para su linda alfita, que muy cansada y deprimida, se encontraba durmiendo en la camilla del hospital. —Muchas gracias, doctor —agradeció mientras veía el cansado rostro de Samantha. —Cuando despierte, puede llevarla a su casa, debe descansar y tomar el medicamento, no puede beber nada que no sea agua con el de lo contrario, sería peligroso —advirtió el médico y nuevamente Imer agradecía y tomaba la mano de la chica que tanto amaba. Dos horas pasaron y eran las 4 de la tarde, el