¿Qué más vergonzoso que masturbarte escuchando la voz de otra alfa mientras esta cantaba a través de una línea telefónica? Imer lo enfrentó al día siguiente, Samantha Bennett había vuelto a ser la misma chica tímida de antes y tartamudeaba cada vez que preguntaba algo. No es que le molestara que Samantha tomara esa postura, podía entenderla a la perfección, pues, él también sentía vergüenza por las cosas dichas y claro, las acciones hechas durante aquella llamada; lo que le molestaba realmente era que la leoncita no le miraba a los ojos con esa apacible y linda mirada que portaba. Adoraba extrañamente el lindo color de los ojos de Samantha y lo tranquilo que lo hacia sentir con solo una pequeña mirada dirigida hacia él aunque fuera de lejos. Eso sí que le ponía impaciente de sobremanera