¡Demonios! ¡Otra vez había pasado lo mismo! ¿Qué cosa? Su maldito animal interior que no podía controlarse por nada del mundo en su alegría por la comida, había hecho de nuevo esos sonidos que para los demás eran desagradables y todos en la cafetería se le habían quedado viendo, mientras reían por lo bajo y susurraban palabras y apodos que le herían a profundidad, lo peor de todo era que Samantha Bennett, su nueva mejor amiga, no contestaba ni sus mensajes o llamadas, cuando le dijo que estaría para él las 24 horas del día si lo necesitaba. —Samantha, contesta —volvió a marcar el número, sorprendiendose cuando una ronca voz contestó en vez de la siempre dulce y gentil de Samantha. —Teléfono de Samantha Bennett, ¿Deseaba algo? —Su Omega interior gimoteo con un poco de nervios por aqu