Ha pasado exactamente una semana y unos cuantos días desde el incidente de mi ex novio. ¿Cómo mis preciosos ojos se fijaron en un bastardo como él? Ah, sí, el me vendió una imagen sumamente diferente a como era en realidad.
Ahora me encuentro en mi vida de vaga un sábado por la mañana mientras aún no he cepillado mis dientes y apuesto que tengo un poco de baba seca en mi cara, no me importa. Mi cabello debe dar pena de lo espantoso que está y no hablemos de mi mal olor, es claro que no he tomado una ducha y que ayer me tomé algunos tragos.
Pero aun sabiendo que debo causar lastima con solo mirarme me niego a abandonar el sofá que hoy se encuentra increíblemente cómodo y la manta que cubre mi cuerpo mientras veo alguna serie que en realidad no le presto mucha atención. Bostezo cansada y veo entrar a Alice quien no pasó la noche en casa y quien parece anoche tuvo un poco de acción placentera por la cara de boba que trae.
Espero y estas sean buenas noticias y no me hable del mal follador inicial, no tengo ganas de escuchar a las personas hablar de ex novios cuando mi lista es lastimosa y francamente si fuera alguien de enamorarse rápido habrían roto mi corazón de la peor manera, creo que ahora mismo estuviera siendo toda una infeliz llorando y sintiéndome menos que Patricia porque mis novios me engañaron con ella.
Es algo malditamente bueno que mi autoestima es considerablemente alta y que no me siento menos que nadie, eso me ayuda con aquellos que se burlan de lo delgada que soy. No es como si fuera una abominación que coma y coma, pero no engorde nada. Lo veo más como un don, un buen cuerpo sin necesidad de gimnasio, chúpense esa todas esas chicas que pasan horas ejercitándose para poder estar como yo. Mientras estoy tranquila comiendo como cerda, ellas sudan como cerdas, hermoso, encantador. Aunque a veces hoy al gimnasio, una locura total.
—Tenemos piscina hoy—anuncia Alice desnudándose frente a mí.
—¿Tenemos?—pregunto haciendo una mueca en desacuerdo—yo no muevo mi culo de aquí—digo arropándome y abrazando con fuerza la manta.
—Bueno, Patricia nos invitó y es para hablar sobre toda la mierda de su boda—ella rueda los ojos—recuérdame por qué demonios estoy haciendo esta idiotez—le doy una sonrisa de boca cerrada.
—Porque me quiero vengar de mis tres veces dignidades tiradas al suelo cuando ella se folló a mis exnovios —ella suspira.
—Por mucho que te amé hueles horrible así que date un baño y ponte un bikini sexy—deja un beso en mi mejilla—báñate bien cariño, espantarías a cualquiera de lo mal que te ves—ruedo mis ojos viendo como desaparece para ir a su habitación.
Me levanto con pesar, me arrastro como si todas las maldiciones se desataran en mi vida y esta me pesara. Me rio de mi propio pensamiento mientras ingreso al baño. Me despojo de mi piyama y como no duermo con ropa interior entro a la ducha. Abro el grifo y suelto un grito cuando la fría agua artificial cae sobre mi cuerpo. La dejo de esa manera para que me despierte mientras lavo mi cabello y lavo mi cuerpo. Adiós suciedad.
Al salir me coloco un bikini no tan pequeño color azul con pinticas negras, es sexy y me queda genial. Es de dos piezas por lo que hoy mi plano abdomen estará a la vista de todos. Me coloco un short y una camiseta y entro ropa y lo necesario en una mochila. También el vestido que me presto Patricia, no le quiero deber nada. Dejo mi cabello ya seco en una coleta y un poco de labial rosa en mis carnosos labios. Me gusta mis labios.
Salgo con la mochila colgando en mi hombro derecho. La sala ya no es el desastre que había antes de ingresar al baño.
—Hasta que por fin sales, por un momento pensé que te habías ahogado en el baño—ruedo los ojos—ya planeaba tu funeral—hace un puchero.
—¿Nos vamos o vas a hablar todo el día de mi posible funeral arruinado?—pregunto elevando una ceja.
—Vamos, quiero ver que tiene la puta hoy—asiento.
Lleva su pelo n***o suelto y cae lacio hasta un poco más debajo de sus hombros. Sus ojos marrones me miran con diversión haciendo que ruede los ojos. Ella tiene un físico que muchas chicas envidiarían, de lo único que se queja es de tener que sufrir para estar así en un gimnasio, es de lo único que me envidia. Es una esclava para mí.
Ambas subimos a su auto y ella coloca una canción que hace mover mi cuerpo, amo bailar, en algo en lo que Patricia y yo somos bastantes buenas, bailando.
A Patricia por cosas lamentables de la vida la conozco desde los trece años, ambas fuimos porristas en la secundaria y bueno, ninguna fue la capitana porque resulta ser que una chica tímida que luego mostro no ser tan tímida nos hizo papillas cuando peleábamos por el puesto de capitana y así fue como quedo ella.
Creo que Patricia y yo tenemos una rivalidad nata, ambas nos odiamos. Nos sale natural odiarnos.
Al llegar estamos en un club de lo que yo llamo alta sociedad. Mi cara incrédula hace a Alice sonreír con picardía. Ella da los nombres y nos dejan pasar. Mi boca se hace agua viendo tantos hombres buenos caminar en solo un bañador.
Dios, ¿acaso fui al cielo de hombres calientes y no me di cuenta?
Alice me conduce mientras mi mirada se conduce a unos culos irrisibles y de los cuales me estoy planteando una idea de agarrar sin parecer una maldita necesitada o pervertida. No me pueden juzgar cuando todo esto grita: QUEREMOS QUE TOQUES TODO LO QUE QUIERAS. Creo que si estoy de suerte consigo besuqueos con algunos de ellos.
Veo el inconfundible pelo rojo de Emily y junto a ella el n***o de Patricia. Ambas tienen buen cuerpo y con esos pequeños bikinis es imposibles que pasen desapercibidas.
—Alice, Breanna—¿Por qué mi nombre siempre suena como un chillido en sus labios?—las estábamos esperando. Hoy me llegaran los manteles a la mansión, son unos costoso que pedí el mismo día que me propusieron matrimonio, esos son muy difíciles de encontrar. Es una suerte que me lo quisieron vender a mí, de lo contrario alguien más lo iba a ordenar y esos eran los últimos que quedaban. En mi boda debe haber lo mejor de lo mejor—hace su pelo hacia atrás—oh, mi prometido llegó, iré a saludar. Ahí está el teléfono por si llaman indicarles a donde deben ir. Emily estas de suerte, Aarón esta con él—ambas se alejan y Alice se saca la ropa dejándola a un lado mientras me lanza el protector solar.
—No quiero que mi dulce piel de oliva quede dañada por el sol—suspiro regalándole una sonrisa mientras ella se acuesta en una camilla. Le coloco el protector solar mientras algunos hombres nos miran como la mayor de las fantasías. No quiero pensar que ellos quieren vernos follar.
Termino y veo a la pareja feliz acercarse, desde el día en el restaurante no lo había visto. Si mi boca antes estaba agua justo ahora estoy babeando. Mierda, j***r, maldición. Este hombre está demasiado bueno, maldición.
Su cuerpo bastante trabajado, esos enormes brazos. Su amigo está bueno, pero mi vista ni se digna a repasarlo bien porque están enfocados en él.
—¿Recuerdas a Breanna, cariño?—pregunta ella con una sonrisa.
—Claro, no pensé que vendría—me muerdo la lengua para no soltar lo primero que me viene a la mente.
—Hola—mi vista en el otro hombre—hola…
—Aarón—besa mi mano—bella dama—me guiña un ojo.
—Brea tienes que ver esto—Alice aparece con la vista en su celular. Ella la levanta y jadea llevándose las manos al pecho—tu eres Brandon—dice mirándolo. La miro confusa.
—Es Aarón—digo recordando el nombre que menciono.
—No, es Brandon—lo mira y luego sonríe—¿ya la chica no te suelta sus bragas?—veo un leve sonrojo en el chico quien aparta la mirada.
—Mi nombre es Aarón—Alice frunce el ceño.
—Pero—él suspira y la toma de la mano ajeándose con ella. Todos nosotros nos quedamos mirando por donde desaparecieron sus figuras.
—Iré, iré a ver a mi hermana, debe estar por aquí—casi quiero reírme de Emily, es claro que el chico no quiere nada con ella. La veo alejarse viéndose furiosa.
—Nosotros vamos a la piscina—ellos se alejan y entran a la piscina. Los veo besarse y aprovecho. El celular de ella ha quedado desbloqueado. sonrío mientras busco el número del hombre. Sé que cuando algo le interesa ella lo agrega con corazones, cuando lo encuentro lo anoto y dejo donde estaba antes de que se den cuenta. Miro a mi alrededor y ellos siguen en su plan de comerse la boca. Veo poco entusiasmo de parte de él mientras ella parece que quiere cogerlo delante de todos. Típico de ella. ¿Ya mencioné que debería ser actriz porno?
Busco el teléfono de Alice ya que ella me aseguro que en esta semana tendrá nuevo número y nuevo celular. Marco y espero paciente a que me respondan.
—Hola—saludo cuando toman la llamada—soy Patricia Campbell. Quiero retirar el pedido de los manteles—muerdo mis labios con nerviosismo mientras juego con mi cabello.
—Señorita Campbell, el pedido pronto llegará al lugar indicado—me dice una joven y sonrío—Si lo retira ahora entonces lo enviaremos a una persona que solicitó los mismos manteles y no podrá tenerlos—me siento cruzando mis piernas sintiéndome emocionada.
—Quiero retirarlos—miro mis uñas—y no quiero que me llamen nuevamente—la línea queda de momento en silencio.
—Ya retiramos el envío, los manteles estarán en otro lugar mañana mismo, ya están de viaje lejos de su hogar—muerdo mis labios sintiéndome victoriosa.
—Muchas gracias, que tenga buen día—me levanto.
—Usted también señorita Campbell—cuelgo y sonrío feliz. Como ya me está dando calor y quiero por lo menos obtener un beso de alguno de estos hombres.
Me quito la camiseta y el short dejando a la vista mi bikini, me coloco protector solar, pero no alcanzo mi espalda. Suelto un gruñido de frustración.
—¿Necesita ayuda señorita Miller?—mis vellos se erizan por la magnitud de sensaciones que su voz causa.
Me doy la vuelta y veo como las gotas se resbalan por ese pecho el cual quiero lamer, mierda, me veo pasando mi lengua por él. Alejo esos pensamientos, alejo todo pensamiento lujurioso que tenga hacia este hombre.
—Bueno, necesito colocarme protector solar en la espalda—digo soltando un bufido.
—¿Le ayudo?—miro a ver si Patricia está cerca y como no está asiento. Tampoco es que quiero problemas con una folladora compulsiva.
—Claro—murmuro.
Me doy la vuelta y él coloca mi cabello hacia un lado, sus fríos dedos tocan mi piel con esta acción, me estremezco. Entonces lo siento, sus manos en mi espalda y muerdo mis labios ordenándome pensar en cosas desagradables y no en lo bien que se siente sus manos en mi piel.
Lo siento poner el protector de manera lenta, como si quisiera alargar este momento, o solo es mi mente jugándome una broma y queriendo que él se sienta igual que yo. Sus manos llegan al final de mi espalda y toca suavemente mientras lo siento ponerme más protector. Esas son unas buenas manos que apuesto hacen buenas cosas.
—Listo—aleja sus manos y me permito respirar con tranquilidad. Me doy la vuelta y lo veo mirar a otro lado.
—Gracias—susurro.
—No hay nada que agradecer, espero y de esta manera usted se comporte siempre porque es un poco salvaje. El hombre de la otra vez termino muy mal por usted—y todo iba tan bien hasta que abrió la boca.
—Mis asuntos personales no deben importarle—me alejo de ese lugar para lanzarme a piscina.
Cuando lo hago mi cuerpo agradece, el calor de hoy es insoportable. Veo a los lejos a Alice hablar muy sonriente con Aarón. Un hombre me sonríe y yo le regreso la sonrisa. Es guapo. Nado de un lado a otro hasta quedarme tranquila en un lado un poco alejado. Siento unos dedos en mi pierna por lo cual me sobresalto y al mirar me encuentro con esos ojos grises que te podrían dar orgasmos con solo mirarlo.
—¿Qué hace usted aquí?—pregunto y me muerdo el labio. Estamos muy apartados y esto se ve algo sospechoso.
—Solo nadaba—habla con tanta seriedad que me sorprende—¿ha visto a mi prometida?
—¿Tengo un radar o le tengo un GPS en el culo a Patricia para saber dónde está?—contesto regalándole una falsa sonrisa. Su rostro se endurece.
—Cuide sus palabras conmigo—me advierte.
—No voy a cuidar nada, en el restaurante puede ordenarme, pero fuera de ahí usted no es mi jefe y lo mando al demonio cuantas veces quiera—nado lejos de él.
Lo que me faltaba. Suspiro de manera dramática y cierro los ojos. Mi cuerpo choca contra otro y eso me hace abrirlos.
—¿El señor es bueno y envía mujeres hermosas del cielo?—pregunta un hombre que no voy a decir lo obvio, bueno lo digo, está bueno.
Unos ojos verdes me observan a través de gruesas pestañas que por segundos me hacen envidiarlas. Tez de piel bronceada, cabello n***o, un poco de barba y j***r, un cuerpo esculpido por el mismo Zeus, este hombre está bueno, y muy caliente.
—En el cielo se supone que solo habitan ángeles y de ellos no tengo nada—le guiño un ojo y su sonrisa se amplia. Una linda sonrisa.
—Soy Jhon—me extiende su mano.
—Breanna—le sonrío coqueta.
—Un hermoso nombre para tan bella dama—me encojo de hombros.
—Mis padres trabajaron duro para hacerme así de hermosa—mis palabras hacen que se carcajee. Ah mira lo hago reír, cada vez te superas más Breanna.
—Como soy un caballero, y no es porque quiera pasar más tiempo contigo, te invito a una copa—le sonrío.
—Con gusto—nado a la orilla y salgo por las escaleras. Hace rato que no veo a Patricia, lo cual extraño ya que ella siempre está vigilando mis pasos.
Jhon camina a mi lado y vamos hasta la barra de este lugar.
—¿Qué quiere la dama?—dice haciendo flexionándose y con este acto haciendo que sus músculos se tensen.
—Una margarita.
—Ya escuchó a la dama, para mi coñac—lo miro con sorpresa.
Traen nuestros tragos y bebo un poco hablando de manera animada con él. Me doy cuenta que es muy comunicativo y que es arquitecto, tiene 28 años, tiene tres hermanos y una hermana. Aprendo de su vida rápidamente, esta soltero y muchas cosas más.
No niego que él continúa hablando, pero todas las margaritas que llevo están haciendo su efecto, paro de beber porque cuando bebo me pongo algo… caliente. Me excito y tengo ganas de violar a cualquier persona que se vea bien y porte con ellos un pene de buen tamaño y que sepan usar. Continúo hablando con Jhon y veo a Patricia pasar algo cabreada y a Emily seguirle los pasos como perro faldero.
—Vengo en un momento —le sonrío—no tardo—las sigo y estas entran al vestíbulo de mujeres. Tiene tantas puertas que me oculto en la primera, el lugar esta vacío.
—No sé cómo hacerle, es duro j***r—gruñe frustrada Patricia y tengo ganas de agradecerle a quien la está haciendo sufrir—pensaría que es gay, pero luego de esa noche donde perdió el control—se muerde los labios—ese hombre es un dios en la cama—Emily sonríe.
—Sigue como vas, creo que solo se quiere hacer el difícil—ella asiente.
—Veras que cae—Patricia la mira—cuidado con Alice, esa mosquita muerta puede quitarte a Aarón. Y Aarón está bien económicamente y te puede complacer en todo, además de estar muy bueno—abro los ojos en silencio.
—Estoy pensando en que hacer para que la mosquita muerta me la pague—la oigo chillar—en todo caso, es una suerte que Breanna y tu prometido se lleven mal, eso te deja tranquila. Además, dudo que esa estúpida haga algo como querer quitártelo—Patricia ríe.
—Eso nunca va a pasar, Dominick es mío y de nadie más—salgo en silencio sin que esas arpías me vean.
Jhon sigue en la barra y cuando llego lo tomo de las manos llevándolo a una esquina algo apartada. Le sonrío coqueta y poso sus labios sobre los míos. Sabe a coñac. Sus manos van a mi espalda y me hace retroceder hasta que mi espalda choca con la pared, sus manos ahora están en la pared de la cual se sujeta.
Mis manos curiosas van por su espalda hasta el trasero de él y hago que se acerque más mientras dejo que me devore los labios. Él sabe besar bien. Muerdo sus labios y luego los succiono despacio y cuando una de sus manos está en mi muslo para alzarme el ruido de cosas siendo rotas hacen que nos apartemos.
—¿Que fue eso?—pregunto apartándolo.
—Creo que viene de la barra—dice y camino junto a él. Mis ojos se abren, muchas personas están mirando desde un lugar seguro la escena. Hay un tipo idéntico a Jhon que apuesto es su gemelo. Dominick se encuentra frente él y parece un demonio. ¿Ahora qué pasa?
—Dominick, viejo amigo—los ojos de Dominick pasan a Jhon y es como si un demonio se hubiese apoderado de él, luego su vista baja a mí y frunce el ceño. Lo veo tenso mientras asecha como un depravador.
—Amigo el demonio bastardo, te advertí que no volvieran y lo han hecho—los señala con furia—no me hagan perder la paciencia Jhon—su mirada cae en mí una vez más y la aparta.
—Esta no es tu cuidad y no mandas, el pasado ya fue. ¡j***r! Lo de aquella vez fue un puto accidente en el cual lamentablemente no pude hacer nada. Lo siento ¿vale? Pero ya no se puede cambiar nada.
Los ojos se Dominick parecen de momento vacíos y es como si se ahogara en un dolor desolador, mi estómago se revolotea un poco.
—Te voy a matar—dice cambiando su expresión a furia. Veo sus intenciones de lanzarse a Jhon y camino rápido posando mis manos en su pecho.
Mierda es duro, muy duro.
—Basta—susurro y sus ojos caen en mi—ya es suficiente todo el desastre que hay aquí, estas herido—señalo su mano de la cual cae sangre—tienes que curarte —veo la furia contenida.
—Apártate, este es mi jodido asunto—ruego paciencia en silencio.
—Me harás actuar y no quieres verme actuar—le señalo, me hace a un lado sin ser brusco y respiro—tú te lo buscaste—no me hace caso y camina de prisa hasta Jhon. Antes que llegue lo dejo inconsciente con una botella rota por su cabeza.
Lo veo caer al suelo y muerdo mis labios, lo detuve, pero tal vez no de la mejor forma.
—¡Dominick!—el grito de su amigo resuena—¿Qué mierda pasó?—pregunta viendo un poco de sangre que sale de su cabeza.
—Iba a volverse loco y lo detuve—me encojo de hombros—que desastre es este, ni besuquearme puedo—niego cansada—hazte cargo de tu amigo, yo me marcho—no es como si quisiera estar aquí para cuando despierte.
—Te matará—dice señalándome.
—Que lo haga si puede, tengan buen día.
Por lo menos mi plan de arruinar la boda de Patricia ha comenzado. Primer paso, completado.