Cuando abro la puerta soy atrapada en los brazos de la menor de los Vlad. Amanda me abraza y yo le devuelvo el abrazo sin perder de vista al hombre que me observa con esos increíbles ojos grises desde su lugar. Lamo mis labios antes que él se acerque y me sorprenda cuando me besa con suavidad. No puedo evitar sonreír en medio del beso que es inevitable no volverme un charco cuando este hombre decide mostrarme un poco de ternura. Porque es raro e interesante, porque es atrapante la manera en la que lo hace y lo loca que parece volverme. Nunca creí que fuera de esas mujeres que se derriten por pequeños detalles como estos, pero aquí está Dominick demostrándome que soy de esas mujeres. Ambos hermanos se separan de mi cuerpo. —Lindo saludo—señalo haciéndome a un lado para dejarlos entrar. No