La vida de Chloe Harper siempre había sido un modelo de perfección autoimpuesto. Hija única de un respetado abogado y una influyente empresaria, Chloe creció bajo las altas expectativas de una familia que siempre había puesto el éxito como su principal prioridad. Desde niña, destacó en todo lo que se propuso; excelentes calificaciones, medallas deportivas y reconocimientos en competencias de debate que la hicieron ganadora de muchas admiraciones por parte de sus profesores y compañeros. En la universidad, no fue diferente, Chloe no solo se graduó con honores como licenciada en Relaciones Públicas, sino que también fue la presidenta del club de comunicaciones y una de las alumnas más prometedoras de su generación.
A sus 24 años, Chloe ya tenía asegurado un puesto en una de las empresas de relaciones públicas más prestigiosas de Nueva York. Sus padres, orgullosos de sus logros, solían presentarla como el ejemplo perfecto de lo que una Harper podía lograr. "Chloe está destinada a grandes cosas", repetía su madre en cócteles y cenas familiares, pero el destino, como suele hacerlo, tenía otros planes para ella y para su familia.
Fue en una conferencia internacional sobre comunicación y marketing donde Chloe conoció a Lucas Vogel, un joven británico de su edad que trabajaba como especialista en marketing en Londres para el hotel de su tío, con su acento encantador, sonrisa confiada y una energía arrolladora, Lucas logró captar la atención de Chloe desde el momento en que cruzaron miradas, lo que comenzó como una conversación casual sobre estrategias de marketing pronto se convirtió en una conexión más profunda.
Durante meses, Chloe y Lucas mantuvieron una relación a distancia, sus videollamadas nocturnas y los mensajes interminables hacían que la distancia entre Nueva York y Londres pareciera insignificante. Chloe nunca había sentido algo tan intenso por nadie, se encontraba pensando en él incluso en medio de reuniones importantes o durante sus presentaciones en el trabajo, Lucas tenía una forma de hacerla sentir especial, como si ella fuera la única persona en el mundo que importaba, estaba profundamente enamorada, tanto que comenzó a imaginar un futuro junto a él. Lucas, por su parte, también demostró estar comprometido con la relación, pero su visión del futuro era más audaz, en cada oportunidad que tenía hacia el largo viaje hasta Nueva York solo para poder pasar unos días con Chloe y eso reafirmaba el amor mutuo.
Lucas no tardó en confesar que quería algo más que una relación virtual con ella, le propuso a Chloe mudarse a Londres, donde podrían construir un futuro juntos, aunque la idea sonaba tentadora, Chloe sabía que implicaría dejar atrás todo lo que había construido, su carrera, su familia y la ciudad que había sido su hogar, fue entonces cuando la tensión entre Chloe y sus padres comenzó a crecer porque ellos no estaban muy de acuerdo con que su hija mantuviera una relación con Lucas, lo veían como muy poca cosa, insuficiente para su hija, su padre incluso, nunca tuvo reparos en decir lo que pensaba sobre Lucas y es que lo consideraba un mediocre doble cara, eso siempre hacía enojar a Chloe.
"¿Vas a abandonar todo lo que hemos construido para ti por un hombre que apenas conoces?", le recriminó su padre la noche en que ella les dijo que deseaba mudarse, incapaz de entender cómo su hija, siempre tan racional, podía considerar algo tan descabellado. "Tienes un futuro asegurado aquí, no puedes tirarlo todo por la borda", insistió su madre, tratando de hacerla entrar en razón, pero Chloe estaba decidida. Se había enamorado de Lucas y la idea de una vida juntos en el Reino Unido era demasiado tentadora como para dejarla pasar.
En una de sus visitas el ultimátum de Lucas fue claro: "No puedo seguir así, o vienes conmigo, o esto termina aquí". Presionada por el amor que sentía y el sueño de un futuro diferente, Chloe tomó la decisión más difícil de su vida. Renunció a su puesto en Nueva York, empacó sus pertenencias y se despidió de la vida que había construido hasta ese entonces. Sus padres, profundamente decepcionados y furiosos por la decisión que estaba tomando su única hija, le dejaron claro que no apoyarían su decisión. "Si te vas, no esperes regresar aquí como si nada, al momento que cruces la puerta estarás muerta para nosotros", le advirtió su padre con frialdad y esas palabras le rompieron el corazón, pero no desistió de su idea.
El día que abordó el avión hacia Londres, Chloe dejó atrás más que una ciudad, dejó a sus padres, que la miraban con una mezcla de decepción y tristeza, también dejó la seguridad de un futuro prometedor y brillante. Sabía que sus padres estaban profundamente decepcionados y que su decisión había creado una fractura en su relación con ellos, pero también estaba llena de esperanza, Lucas le había prometido un futuro juntos y la idea de empezar una nueva vida a su lado hacía que el sacrificio pareciera valer la pena.
Cuando el avión aterrizó en Londres, Chloe sintió un nudo en el estómago, el paisaje gris y la lluvia ligera parecían reflejar su estado de ánimo, una mezcla de incertidumbre y anticipación, Lucas la esperaba en el aeropuerto con una sonrisa que iluminaba la habitación y en ese momento Chloe supo que había tomado la decisión correcta. "Bienvenida a casa", le dijo él, tomándola de la mano. En los días siguientes, Lucas cumplió con su promesa de ayudarla a establecerse, le consiguió un trabajo como recepcionista en el lujoso hotel que su tío, Arthur Kingsley, dirigía en el corazón de Londres y era el mismo donde él trabajaba, eso significaba que iban a poder estar juntos.
Arthur era un hombre que imponía respeto desde el primer momento, con una figura esbelta y porte impecable, era la imagen de la elegancia británica. Dueño de uno de los hoteles boutique más exclusivos de Londres, Arthur había construido su reputación a base de disciplina y un ojo impecable para los negocios, aunque su personalidad era seria y profesional, también tenía un encanto innato que lo hacía inolvidable, sabía cómo captar la atención de una sala sin levantar la voz y cómo desarmar a cualquiera con una palabra bien elegida, Chloe, que al principio se sintió intimidada por él, pronto descubrió que bajo esa fachada severa había un hombre justo y comprensivo.
Chloe supo desde el principio que Arthur era más que el tío de Lucas, era el hombre que había criado a Lucas y a su hermana Sophie después de que sus padres murieran en un accidente cuando eran niños. Arthur había sacrificado parte de su juventud para convertirse en el pilar de su familia y aunque era exigente, también era profundamente leal y protector con aquellos a quienes amaba. Trabajar en el hotel no solo le dio a Chloe la oportunidad de reinventarse, sino que también le permitió conocer más de acerca de Arthur, aunque él mantenía una estricta separación entre lo personal y lo profesional, había algo en Chloe que parecía llamar su atención y en comidas ocasionales compartió parte de su vida privada con ella. Estaba en proceso de divorcio cuando se conocieron, le contó sobre su hijo que estaba en la universidad y era su mayor orgullo, Liam, se presentó por su cuenta en otra comida familiar a la que Chloe asistió, tenía una personalidad tan impactante como la de su padre.
Con el tiempo, su relación laboral comenzó a transformarse en algo más cálido y Chloe empezó a ver en Arthur un aliado inesperado en un mundo que aún le era ajeno, también formo una amistad con Liam, en un par de ocasiones incluso le ayudó con algunos temas universitarios que el chico no comprendía del todo. Aunque el puesto en el hotel estaba lejos de ser lo que Chloe había imaginado para su carrera, lo aceptó con gratitud, convencida de que era un primer paso hacia algo más grande, además, estar cerca de Lucas hacía que todo pareciera más fácil, sin embargo, mientras los días se convertían en meses, Chloe comenzó a notar pequeños cambios en Lucas. Las atenciones y las palabras dulces que una vez habían sido constantes comenzaron a desaparecer, Chloe trató de convencerse de que era solo el estrés del trabajo y las responsabilidades, pero una sombra de duda empezó a instalarse en su corazón, a pesar de todo, se aferró a la esperanza de que su amor sería suficiente para superar cualquier obstáculo.