Sus ojos se abrieron como platos al ver la cantidad de dinero que se había registrado en su cuenta bancaria, todo por sus libros, el más famoso en específico. No podía ser real. Esto era un sueño del que claramente no quería despertar.
Su corazón latía tan fuerte, como si intentará salir de su pecho.
─¿qué les parece si vamos a comer fuera? ─pregunta muy emocionada Ángel. Por primera vez siente que todo en su vida empieza a ir bien.
Los niños no tardaron en dar un brinco desde el lugar que estaban, el más pequeño parecía un saltamontes sonriente, el segundo demostraba su felicidad con una gran sonrisa y frotando sus manos una con la otra muy rápido, Luisa sonreía viendo a sus hermanos tan felices, y no era para menos, habían pasado estos últimos meses comienzo con limitaciones por el escaso dinero que han tenido, y saber que podrían comer fuera, algo al azar, los hacia tan feliz, como ha Ángel recibir tal cantidad de dinero.
─Yo quiero pollo. ─corre a la habitación el más pequeño ha cambiarse de ropa.
─No... mejor una pizza de pepperoni y piña. ─dice el segundo.
─Deben elegir una sola cosa no hay que gastar tanto en dos cosas. ─los regaña algo preocupada Luisa, al darse cuenta que extralimitan la invitación de su mamá.
Ver a su pequeña hija mayor, a su princesa, preocupada por lo que podría o no gastar, le hizo darse cuenta que realmente debía hacer ese libro, había mantenido a sus hijos con tantas limitaciones, que ahora el hecho de salir para su hija era algo que aún decía limitarse, y se sintió tan mal emocionalmente que decidió hablar con su hija respecto a lo que estaba haciendo, aprovechando que sus hijos más pequeños estaban cambiándose de ropa emocionados.
─ven aquí... ─la tomó de la mano y se sentó junto a ella en un sillón.
─¿qué pasó? ─se sienta con preocupación, su sonrisa de emoción se ha ido, y con ella toda esperanza de salir también, pues imagina el peor escenario. ─¿no le pagaron?, no se preocupe, salimos cualquier otro día... ─sonrie con tristeza.
Esto rompió su corazón, había hecho tantas veces eso de planear una salida antes de que le pagarás, que cuando ella veía que no era mucho y todo lo que tenía que pagar, posponía la salida para después, que ahora su hija pensó que sería igual, otra vez.
─Quiero que veas algo... ─digo y mostró su estado de cuenta actual. ─Esto es lo que tenemos actualmente en la cuenta de banco. ─dijo, y los ojos de la pequeña se iluminaron, aunque eso brillo solo duró segundos.
─Pero... no debemos gastarlo a lo loco, ¿y si mañana falta? ─volvió a su estado de preocupación.
─¿Recuerdas que hace un tiempo atrás te dije que empecé a escribir?. ─dice y la pequeña asiente. ─pues resulta que la parecer, uno de los primeros libros que escribí gusto tanto, que ahora lo quieren hacer un libro real, y me van a pagar mucho por eso. ─dice emocionada.
─¿de verdad? ─pregunta tomando la mano de su madre con el teléfono, dando otro vistazo al estado de cuenta. ─entonces... ¿podríamos llenar el congelador? ─pregunta ahora ya con más alivio.
─Claro que si, saldremos a comer algo y pasaremos haciendo compras de regreso, compraremos todo lo que necesitemos y uno con más para llenar el congelador.
─Si le alcanza, ¿cree que podamos comprar zapatos para salir?, esque mis zapatos ya se dañaron y..., ─ver a su madre, en silencio mientras ella pide cosas la enmudeció con culpa. ─pero si no, no pasa nada, puedo...
─Claro que lo haremos. ─abraza a su hija con inmensas ganas de llorar. ─pasaremos por unos tenis para cada uno de ustedes y para mí también. Ya mañana volveremos a la rutina de trabajo, y ustedes al colegio. Podemos hablar con la señora que hace recorridos, para que los lleve al instituto, y me de más tiempo de llegar al trabajo. ─sonrie viendo a su pequeña sonreir.
Notar que el alivio no era solo de ella, sino también de su hija, le hizo darse cuenta que la mejor decisión que tomó, fue aceptar el contrato, esto le daría el suficiente dinero para darles una estabilidad a sus hijos, y eso, era como una curita para su corazón.
─Ve a cambiarte. ─besa su mejilla. ─y no tardes, los helados con queso se podrían acabar... ─sonrie y así su hija también.
─Llevaré la lista de compra, para que no se nos olvide nada... ─dice corriendo a la habitación.
Sentada sobre el sillón más grande, ve a su alrededor, su cocina está casi vacía, los estantes tienen frascos vacíos, sus repisas están vacías, solo una pequeña caja de waffles yace en el gran mesón blanco. La nostalgia la invadió, habían pasado con tantas carencias desde que llegaron a ese lugar, que solo ahora que tenía dinero suficiente podía verlo.
Los niños no dejaban de imaginar y comentar lo que comerían, como lo harían y lo mucho que les gustaría hacerlo, mientras Angle se cambió de ropa. No le tomó mucho tiempo, ya que ella no usa siempre maquillaje, solo se limita a peinar su cabello y lavar su rostro.
─Nos vamos... ─dice tomando sus llaves. Los tres dieron un brinco y sus sonrisas son enormes, tan extensas y tiernas, que es imposible no sonreír con ellos.
Es día, es el más feliz de sus vidas, tal como lo ha prometido, pasan a comer pollo, y pizza, además de algo de comida china que le encanta a Luisa, van por unos tenis, un par para cada uno, además de una camiseta para sus niños, y un vestido para su hija, y ya por último pasan por el supermercado comprando lo de la lista, y una que otra cosa que Ángel incluye en el carrito, sabiendo que son cosas que sus hijos quieren o necesitan, pero que no lo han pedido porque jamás tuvieron suficiente dinero.
Ese día, fue el mejor en mucho tiempo, sus hijos no dejaron de sonreír, ella no dejó de sonreír, todo fue perfecto.
Llegar a casa y ver lo felices que eran mientras cada uno ayudaba a poner las cosas en la alacena, los estantes, el congelador, hasta llenarse, fue una de las cosas que más llenaron de alegría su corazón. Esto realmente parecía un sueño, había pedido tanto este día, había luchado cada día con dos trabajos por un momento así, que ahora que lo vivía por uno de sus libros, realmente se sentía tan bien, pero irreal a la vez.
"Salgamos, yo p**o". ─llega un mensaje de texto al teléfono de Angel. ─"y no me digas que no". ─dice otro mensaje que llega enseguida desde el mismo número.
"¿a dónde irás?" ─escribe en respuesta viendo a sus pequeños comer pedazos de pollo que trajeron de fuera.
"Un cumpleaños en la zona rosa, ¿vienes?, pasó por ti en una hora. ─vuelve a responder.
Su vida cambiaba, mejoraba de muchas maneras, y hacía mucho tiempo que no salía a alguien lado sin sus hijos, a menos que fuese al trabajo o colegio.
"Tengo pereza, mejor otro día" ─responde dejando el teléfono de lado.
"pasó por ti en media hora, regresaras temprano, lo prometo" ─responde de nuevo.
Ella es su mejor amiga, Sabrina, ella ha estado para Angel en sus momento más complicados, y aunque es siempre la invita a salir y ella paga todo, no siempre sale Ángel, pero hoy es la excepción, quería hacerlo, quería festejar sus triunfos.
"Estaré lista en cuarenta y cinco minutos" ─envía su respuesta.
─Saldre un rato, portence bien. ─dice y ninguno le da mucha importancia, están tan felices comiendo su comida que trajeron de fuera y viendo televisión, que no ven más allá de sus narices.
─Vaya con cuidado, y llévese un abrigo por si llueve. ─dice Luisa, también comiendo el resto de comida china que trajo de fuera.
─Llevaré mis llaves, y mi teléfono. Si algo pasa, llámame. ─Cierra la puerta, no sin antes llenar de besos y abrazos a sus pequeños.