—Mariano, te agradezco, pero… no quiero hablar de eso —pidió. El joven dejó salir un suspiro y se acomodó en su puesto, resignado e incómodo ante aquella petición. . . . Violet estaba tomando la costumbre esos días de sentarse cerca al lago y merendar por la tarde. Lo hacía sola, como siempre acostumbraba a estar. A esas alturas del semestre académico, lo menos que le preocupaba era estar sola, porque ya se había resignado a que siempre estaría así. Lo doloroso era recordar que una vez estuvo sentada allí, en compañía de Gabriel y había sido increíble. El problema de los recuerdos es que tienden a tornarse tristes con el pasar del tiempo. Mientras tomaba un trago de su jugo de naranja, sintió que se sentaron a su lado. Le sorprendió porque no lo vio venir, así que estuvo a pun