El traje Armani le sirvió bastante para su cita con el servicio social. Se encontraba sentado en una habitación, donde esperaba a Matthew quien estaba a cargo de todo el caso Volkova Pérez, recargó la cabeza en la pared. A decir verdad, no tenía ni una duda o pregunta rondando, parecía que su mente estaba en blanco.
La puerta se abrió y Rafael se levantó, un hombre más bajo que él y con lentes llegó acompañado de una mujer rubia de la estatura de Rafael. Los dos lo miraron con una sonrisa de haberlo estado esperando y eso le dio algo de miedo, ¿Quién te sonríe de esa manera?
- Señor Russó, soy Matthew Brett, hablamos por teléfono – extendió su mano y Rafaella estrechó – Ella es mi compañera, Mila Jackson.
- Un gusto señor Rafael.
- Igual – dijo Rafael estrechando sus manos.
- Bueno, primero nos gustaría hablar con usted y hacerle algunas preguntas.
- Está bien.
Rafael los siguió hasta una oficina, ellos se sentaron frente a él, soltó un ligero suspiro y se cruzó de brazos.
- Su hermano Damon Nolan y su cuñada Victoria Volkova, en paz descansen, han dejado esto para usted – le entregaron una pequeña caja – Usted fue puesto como Guardián por parte de ambos.
- ¿Guardián? – preguntó un tanto confundido mientras dejaba la caja sobre sus piernas.
- Sí, un Guardián – dijo la rubia – La persona que se hará cargo de su hija en caso de fallecer, el FBI les hace firmar una petición – se la mostraron – Y los dos dejaron al mismo Guardián, usted.
Pudo ver en ambas hojas su nombre escrito.
Yo, Victoria Volkova, pongo a Rafael Russó como mi Guardián.
Yo, Damon Nolan, pongo a Rafael Russó como mi Guardián.
Nuevamente esa punzada en el pecho, él los abandonó, pero para ellos seguían siendo familia. Y eso lo impulsaba a hacerse cargo de su sobrina.
- Brooklyn Ginny Volkova Nolan, es su sobrina – dijo Matthew – Si usted acepta ser el tutor legal de Brooklyn, se convertirá en su padre.
- Usted aceptará la paternidad, será su decisión si ella continua con los apellidos de sus padres o con el suyo, legalmente ella será su hija y usted su padre.
La paternidad no deseada, ni buscada, estaba ahí…
- Acepto – dijo Rafael – Seré el tutor legal de Brooklyn.
- Perfecto, traeremos los papeles – dijo Mila – Usted recibirá citas por parte de servicio social para saber que todo esté en orden, solo será al principio, para llevar el control de la bebé…
- Básicamente para saber si soy capaz de ser padre – finalizó Rafael mirándolos.
- Exacto.
Rafael suspiró y asintió con la cabeza, le entregaron las hojas y mientras él las leía detenidamente y firmaba donde le indicaban, su corazón se aceleraba, sentía las emociones de un adolescente que está a punto de declararse a una chica.
- Brooklyn ha estado tensa, aunque no vio nada, podemos deducir que al estar unida a sus padres pudo sentir algo. No ha podido dormir, come muy poco, hacemos lo mejor posible.
- Estoy consciente – susurró Rafael – Y trataré de mejorar eso.
- Y recuerde – dijo Mila – Ella no se adaptará a su vida, usted se adapta a la suya.
- ¿Qué clase de mierda le dijo? No pudo comprenderlo en ese momento.
- Perfecto – dijo Matthew - ¿Está lista para conocer a su hija?
Estaba claro que no le dieron tiempo de responder, era como la pregunta de su psicólogo ¿Estás listo para ser feliz?
La puerta se abrió y pudo verla.
Cabello castaño claro como el de su padre, su piel blanca y sus mejillas rosadas, tenía algunas pecas que se distinguían a la perfección por su piel y su heterocronía era la combinación perfecta de Damon y Victoria, un ojo color gris y el otro verde. Era hija de su hermano sin duda alguna.
Se la entregaron y él la tomó como si fuera a romperse, la bebé lo miró con curiosidad, sus pequeñas manos pasaban por su cabello, su rostro, su traje y volvió a mirarlo, tratando de reconocer al desconocido que la tenía en sus brazos. Y entonces le sonrió, una risa salió de ella, tan tierna y dulce, que hizo iluminar el mundo sombrío de Rafael.
La respuesta para la pregunta de su psicólogo por fin tenía respuesta.
Estaba listo para ser feliz.
- Sus cosas – informó Mila con una bolsa de mano – Supongo que usted ya tendrá algo lista para ella.
- Claro – respondió sin mirarla.
Si bien todo el mundo esperaba que alguien recogiera a la niña Volkova, nadie esperaba que fuera alguien como Rafael. No lo negaban era guapo, pero todo su porte era parecido al de un criminal y eso no le daba buena espina a nadie y por eso mismo lo atacaban con miradas y comentarios hacia él. Pero Rafael pasaba por alto todos esos detalles, él sabía que estaba, al menos, preparado.
Encaminándose a su auto, seguido por todos los que habían estado al tanto de Brooklyn, abrió la puerta trasera y acomodó a la niña, estaba nervioso sentía miradas detrás suyo que lo juzgaban, pero por suerte una persona se acercó a él y le ayudó indicándole como se abrochaba la silla para bebés, él lo agradeció en silencio. Guardó el resto de cosas que le dieron, junto con la caja en el portaequipaje
Rafael suspiró y se fue al lado del conductor, no sin antes darles una última mirada a todos, a pesar de que lo estaban juzgando, él les sonrió y subió al auto. Miró hacia atrás y vio a Brooklyn despierta y atenta a todo, tenía un chupón mientras sus manitas tomaban el cinturón con curiosidad. La sonrisa de Rafael se hizo más grande, suspiró y puso en marcha el auto.
Así comenzaba su paternidad.
- Bueno Brooke, tal vez no sepas quién demonios soy – comenzó a decir Rafael cuando tomaron la carretera hacia Los Santos – Soy el tío Rafa, soy Rafael Russó – sonrió divertido – Tengo 35 años, lo cual ya me hace viejo para muchas cosas y no me juzgues pequeña puedo ser viejo, pero aún puedo darle una paliza a quien se meta contigo.
Rafael miró un segundo por el espejo retrovisor y vio que la bebé estaba atenta a lo que decía, de nuevo volvió a sonreír y sentir algo cálido en su pecho.
- No era muy unido a la familia, creo que de eso ya te diste cuenta, te dejé casi un mes con esas arpías que solo me estaban juzgando. Soy solo un hombre cualquiera con muchos tatuajes, cicatrices, mala cara y poco sociable, no es que mate gente tampoco – hizo una pausa – Bueno si mato gente, pero solo por dinero, cariño, no te preocupes.
Frunció el entrecejo al darse cuenta que estaba relajado mientras le contaba su vida a una bebé de casi 7 meses. ¿Cuándo le tomó tanta confianza para hablar de su vida? No lo sabe.
- Brooklyn Ginny ¿eh? ¿Sabes por qué te llamas Brooklyn? Te llamas Ginny porque tu padre y yo tuvimos una hermana con ese nombre – sonrió un momento – Ella hubiera sido tu Guardián en lugar mío – susurró y carraspeó – Pero Brooklyn, ese es un lugar, al cual sinceramente, no he visitado, pero cuando tú quieras podemos ir – cuando se giró vio a la bebé dormida - ¿Estás dormida? ¿Enserio? Genial Brooklyn, eres la primera chica que se duerme mientras hablo – suspiró – Pero cuando quieras algo, cuando quieras que te preste atención me voy a dormir, a ver quién te hace caso – susurró.
Quería encender la radio, pero la bebé despertaría, así que condujo en silencio observando el camino, cada tanto miraba a la bebé que seguía dormida, aun mantenía su chupón así que no se preocupaba tanto. Al llegar a su casa, pudo ver un camión y la chica de la tienda de bebés de ayer.
- Mierda – susurró.
Las compras excesivas que había hecho ya estaban ahí. Bajó del auto y vio a la chica que se acercaba a él.
- Hola, oye lamento si has estado esperando mucho – se disculpó Gustabo.
- De hecho, yo me venía a disculpar por no traerlas rápido, pero me alegra que no estuvieras así no me sentía tan culpable – soltó una risita – Es mi día libre, así que te ayudaré con las cosas.
- ¿De verdad?
- Claro, te vi algo estúpido y criticón, así que necesitas mi ayuda – le sonrió – Soy Lea.
- Rafael – estrecho su mano.
- Rafael, la primera cosa para ser buen papá es no dejar a tu hija en el auto.
- ¡La bebé!
Sí, había olvidado que tenía a una bebé en el asiento trasero.
Lea solo soltó una risita y se acercó para asegurarse de que no hiciera nada estúpido. Cuando vio como la tomaba en brazos, se dio cuenta que el rubio era totalmente novato y ajeno a como tener un bebé.
- Rafael, ella no se va a romper, no la tomes como si fuera una bomba atómica – sonrió divertida.
- Está bien – suspiró y la tomó en sus brazos.
- Bien, ella está dormida, por lo que deberás ponerla en tu cama mientras instalamos la cuna, ¿bien, Armani? – dijo divertida al notar la marca de su traje, Rafael puso mala cara.
Fueron al interior de la cabaña, Rafael fue hasta su habitación y Lea acomodó sus almohadas a modo de rodear a la bebé y que ésta no se cayera. Cuando estuvo segura, Lea salió de su habitación diciéndole que comenzaría a descargar el camión, Rafael se quitó el traje y se puso algo más cómodo y que no valiera una fortuna.
Se quedó mirando a la bebé por un largo tiempo, era real, ella estaba ahí con él. Había llegado por fin a casa.
Suspiró y salió de su cabaña para ayudar a Lea, comenzando a bajar lo más fácil y menos pesado, hasta que al final llegaron por las cunas, los muebles y todo lo demás. Cuando el camión quedó descargado entraron a la habitación de la bebé.
- No te preocupes mucho por el color – dijo Lea – Primero lo primero.
La cuna.
Y así comenzaron, Rafael parecía que tomaba cosas que en su vida había visto mientras que Lea las acomodaba y armaba con facilidad. Rafael había armado en su momento bombas caseras para salir de apuros en 10 minutos, pero ahora estaba armando muebles y cunas, parecía que estaba experimentando con químicos que lo matarían. Lea se burló muchas veces de él, pero al final terminaba diciéndole cómo iba cada cosa.
La habitación había quedado perfecta y en menos de tres horas, Lea era rápida y Rafael aprendía rápido, por lo que fue fácil y entre los dos el trabajo se hizo menos pesado.
- Cuna de cama – dijo Lea entrando a la habitación – Está la colocas de esta manera – indicó como la juntaba a la cama y se unía su cama y la cuna – Así estarás cerca de ella.
- Pero si ella se mueve, tendré que ponerle barrotes a mi cama – dijo Rafael.
- Rafael no exageres, es una bebé, te lo repito de nuevo, un bebé no un alíen – suspiró – Tienes todo listo ahora solo es que lo pongas en práctica.
- Lo que será más difícil – dijo mirando a Brooklyn quien seguía dormida.
- Tal vez no – sacó una tarjeta – Ve a esta dirección los miércoles y jueves por la tarde, es un curso interactivo con padres y bebés. Te servirá mucho.
- Gracias – le sonrió.
Justo en ese momento la bebé comenzaba a despertar y claro comenzó a llorar, Rafael se acercó rápido y la tomó en brazos.
- ¿Qué tiene? – dijo mirando a Lea.
El pañal huele bien, así que debe tener hambre – lo miró – Esa es otra cosa Rafael, tienes que identificar el llanto, si es por comida, pañal sucio o atención.
- ¿Llora por atención? – dijo Rafael siguiéndola a la cocina.
- Claro genio, ella no te puede hablar para decir que quiere tu atención, tiene que hacerle del único método que sabe, el llanto – suspiró – Mira como preparo la fórmula del biberón porque esto lo harás tú muchas veces.
Rafael prestó atención mientras mecía a la bebé, cuando el biberón estuvo listo, lo tomó y se lo dio.
- Procura tener una manta en tu hombro – dijo mientras doblaba una manta delgada y la ponía sobre el hombro de Rafael – Ya sabes cuando ella eructe puede sacar algo de leche o mientras la meces, puede sacar un poco de reflujo – le sonrió – Te ves tierno.
- Si, claro – puso los ojos en blanco.
- Me tengo que ir – suspiró – Pero ve al curso y te dejaré mi número de teléfono, puedo venir y ayudarte.
- ¿Cómo niñera? – preguntó mirándola.
- Como niñera – respondió – Ve al médico, ella debe tener uno, es todo lo que puedo hacer.
- Oye – detuvo su paso – Servicio social puede venir en cualquier…
- Rafael estás listo para cualquier cita sorpresa de esas hijas de perra, para ser un hombre que no estaba listo para tenerla, está muy bien equipado – le sonrió – Serás buen padre.
Realmente quería escuchar esas palabras para sentirse bien, quería que alguien le dijera eso para estar seguro de lo que haría.
[…]
La primera noche llegó.
Rafael había medio bañado a la bebé, porque en verdad temía que se le fuera a romper la bebé, después le puso el pañal, cosa que hizo muy bien, recordó cuando lo hacía con su hermana, fue como si sus manos recordaran algo que había olvidado. Ahora tenía una linda pijama verde que le había comprado. Tenía que ir de compras, necesitaba más cosas para ella.
Apagó el televisor y cargó a la bebé, apagando las luces y asegurándose de que todo estaba cerrado, cuando pasó por la habitación de ella la miró y miró a la bebé.
- ¿Quieres quedarte ahí? – señaló la habitación – La verdad le faltan cosas, ya sabes su luz de noche, los juguetes y todo eso, da miedo que solo tenga muebles y una cuna ¿verdad? – la miro – Por tu seguridad Brooke, te quedarás conmigo, a final de cuentas hay una cuna de cama – le sonrió y le dio un beso en la cabeza, oliendo el rico aroma del shampoo a fresas, volvió a sonreírle y fue a su habitación.
Se acercó a la cuna y la recostó ahí, le dio vuelta a la cama y se acercó a su cajón para sacar el arma que tenía ahí, horas antes le había puesto un seguro para que si en dado caso tenía que usarla el sonido no fuera fuerte para la bebé. Puso el arma bajo su almohada y se recostó, miró a la bebé que estaba junto a él, lo estaba mirando como si lo analizara.
- Solo vi a tu madre un par de veces y esa mirada que estás haciendo era la que me daba siempre – susurró antes de apagar la luz – Yo estoy aquí contigo preciosa, nada te pasará.
Se recostó y estiró su mano hacia ella, toda su mano podía rodearla, la bebé puso sus manitas sobre las suyas. Rafael le sonrió en la oscuridad. Entonces miró las pastillas que usaba para dormir, no las había tomado aún y no quería. Esas pastillas realmente lo noquean y no quiere estar inconsciente si le pasa algo a ella.
Tendría que volver a reencontrar su sueño natural. Pero de eso se ocuparía otra noche.
Cuando sintió la respiración de Brooklyn ligera, supo que ya estaba dormida, así que poco a poco el sueño le fue invadiendo, sus ojos comenzaban a cerrarse y al final terminó rindiéndose ante el cansancio de ese día.
El cansancio emocional y físico que tenía estaba reemplazando las pastillas. Y eso podía ayudarle a conciliar el sueño natural.
Solo pasaron un par de horas cuando la bebé comenzó a llorar, Rafael despertó alertado y llevando su mano bajo su almohada, sacando el arma y apuntando como idiota a todos lados hasta que su cerebro le dijo que no fuera estúpido que se dejara eso y atendiera a la bebé.
Dejó el arma sobre su mesa de noche y encendió la luz, frotó sus ojos y vio la hora, apenas había podido dormir dos horas bien. Miró a la bebé, pero al acercarse pudo saber que le pasaba por el simple aroma del pañal.
Torpemente se levantó golpeándose con la puerta y pegándose en los dedos de sus pies descalzos, fue hasta su habitación por un pañal limpio, toallitas y talco. Cuando regresó, la puso sobre su cama, cuando le quitó el pañal casi vomitó. Dio una fuerte arcada, tuvo que taparse la nariz con su playera y comenzar a cambiarle el pañal.
- Mierda, Brooke ¿Qué comiste? Yo no te di tanto de comer como para que hagas tanta mierda.
Cuando ya tuvo el pañal limpio pudo respirar mejor, limpió bien a la bebé y le puso el pañal limpio. Tiró el pañal sucio con intenciones de quemarlo, lo cual no hizo. Volvió a su habitación, tomó el chupón y se lo dio, entró en sus sábanas y puso a Brooke en su cuna de nuevo, pero cuando la vio, supo que ya no dormiría, al menos no ahora.
Brooke se giró y trató de gatear hacia él, así que Rafael la tomó y la sentó sobre su abdomen, él la miró con una sonrisa.
- Dime algo Brooke ¿Cómo mataré personas si eres muy tierna? Mis asesinatos son brutales y muy inteligentes, hago una escena del crimen y todo eso, pero contigo sería muy tierno – le sonrió y acarició sus mejillas – Serás mi perdición niña, lo sabes ¿verdad? – la bebé se recostó sobre su pecho estirando sus bracitos en su pecho, Rafael sintió como su corazón se aceleró y que ella lo podía escuchar, acarició su espalda y le sonrió.