“y cuando por fin, crees que el amor, lo puede todo; te das cuenta que no es suficiente” A. K. M De regreso a la ciudad, Arthur llevó a Anna hasta la residencia, se despidieron con un beso furtivo para evitar inconvenientes con Doña Cira. Anna abrió la puerta, entró a la residencia; en la sala arrumada en una esquina estaban la maleta de Anna y en una caja sus libros. Asombrada por ello, fue hasta su habitación, introdujo la llave y no consiguió abrir, Doña Cira había cambiado la cerradura. Enardecida, Anna fue hasta la parte de atrás de la residencia, en busca de una explicación, pero la mujer al verla, la atacó verbalmente sin darle chance de nada. —Te largas inmediatamente de mi residencia, aquí no acepto a ninguna ramera. Te lo advertí, antes de ayer y aún así no tomaste en serio mi