No puede ser que mi padre pretenda casarme con ese idiota, no quiero, y no quiero, pero tampoco quiero ir a un convento, tengo que arreglar las cosas con mi padre, tal vez si hablamos podemos hacer alguna negociación.
Oriel se fue enojado, pero no me importa ¿Quién se cree que es? Pues sí está guapo, sus ojos son hermosos pero en lo más mínimo me interesa, si cree que como todas voy a estar rendida a sus pies se equivocó, no me interesa.
…
Tengo dos días en este maldito hospital y siento que me voy a volver loca, ocupo salir de aquí, quiero tomarme una copa —«deja eso Alessa, por eso estás aquí» — me dice mi subconsciente y la verdad se que tiene razón.
A mi padre no lo he visto según mi mamá, está algo estresado y enojado con todo esto, él ha venido cuando estoy dormida, pero por fín hoy me darán el alta y podré irme de aquí para hablar con él así llegar a un acuerdo.
Lili y Make vinieron a verme los dos días, ellos estaban muy mal por todo lo ocurrido, dijeron que a partir de ahora también me van a prohibir las fiestas. Todos se confabularon en mi contra, tampoco veo de malo salir de vez en cuando.
Cuando por fín estuve en mi casa, decidí darme un largo baño en la tina, el olor de hospital me tenía asqueada, y ocupaba estar super relajada antes de hablar con mi padre, después de media hora salí de la bañera, me vestí con un short muy corto de color blanco, y una blusa algo floja de color morada, y mis pantuflas, me peine con un moño y me perfume, y baje a buscar a mi padre.
En una mesita de la sala, había un gran ramo de rosas blancas, estaban preciosas y sin necesidad de llegar hasta ellas el olor invadió mi nariz, como un imán voy directo a ellas saco una del resto, la acarició y la huelo, ¿De quién serán? Busco entre las rosas para ver si tienen alguna tarjeta, cuando la encuentro la abro y la leo.
Vaya así que son del señor Miller, pues que amable de su parte, vuelvo a colocar la tarjeta en su lugar y decido ir a ver a mi padre, al girarme pego un brinco del susto.
—¿No le gustaron las rosas?, o ¿No te gustó que fueran mías? —su mirada me recorre de arriba abajo, la verdad eso me incomoda.
—Primero ¿Que haces en mi casa? Y segundo, si me gustaron, el hecho que las mandara usted me da igual, pero de todas formas muchas gracias por el detalle. — conteste seria.
—Ya, viene porque tenía cosas que hablar con Joel, pero ya me voy, fue un gusto verte Alessa.
Antes de irse una curiosidad por saber qué va hacer me gana y decidí detenerlo antes de que se salga por la puerta.
—Espera — le dije agarrandolo del brazo cuando pasa por mi lado para seguir con su camino — ¿Que hiciste con lo que tu padre te ordenó?
—No quiero ser grosero Alessa pero eso es problema mío, no tuyo, así que con su permiso me retiro, tengo cosas que hacer.
Lo fulmino con la mirada, simplemente es un idiota y no lo soporto. Decido Mejor ir a ver a mi padre, una vez en el despacho respiro profundo y toco la puerta, cuando oigo el pase vuelvo a respirar profundo y entro.
—¡Hola! —dije suavemente.
—¡Hola! ¿Qué haces aquí?
—Papá es mi casa, y no puedes estar enojado conmigo toda la vida, se que hice mal, que te duele que yo haya ido a parar al hospital, te prometo que no voy a tomar más, papá no me quiero casar, ni ir a un convento, es mas mira te prometo que voy a alcohólicos anónimos, te prometo ser una buena chica.
El me mira a los ojos directamente, espero poder convencerlo, siempre he tenido ese don, espero seguir teniéndolo.
—¡Está bien Alessa! — un grito de felicidad sale de mi garganta. —No te emociones mucho Ale, te daré una oportunidad, solo una, pero si fallas haré lo que mejor crea yo que es para ti y tú obedecerás, ¿Entendiste!
Corro hasta sus brazos felices y lo abrazo.
—Si papá, entendí y no te decepcionare, te lo prometo.
—Eso espero princesa, eso espero.
Ya había pasado una semana desde que había salido del hospital, había ido a esas sesiones para los alcohólicos y ya no aguantaba más, yo no me consideraba una alcohólica, me gusta salir, disfrutar ¿Qué tenía eso de malo? Era joven tenía que disfrutar mi vida, sentía que me estaba volviendo loca, por lo que decidí salir esta noche sin que mis padres supieran.
Una vez lista, me voy sin que mis padres me oigan, ya mañana daré mis explicaciones, como dice el dicho «Más vale pedir perdón que pedir permiso» es el colmo que siendo mayor de edad tenga que andar en esto, pero hoy es viernes y voy a disfrutarlo.
Al llegar al bar mi furia crece al ver a ciertas personas, me dirijo hasta donde se encuentran.
—¡Ustedes dos son unos traidores!— les digo apenas llego hasta donde ellos, Lili casi se atraganta con la cerveza y Mike abrió sus ojos como platos.
—¡No somos traidores Ale, tú no puedes salir, después recaes, lo hacemos por tu bien!
—Estoy harta de que todo el mundo quiera pensar mí, ya soy mayor de edad para saber qué hacer con mi vida. — furiosa doy media vuelta y me dirijo a la barra, me tomaré una cerveza, solo una, no le haré mal a nadie.
Llevo 5 cervezas, mis amigos están histéricos y encima de mí, quieren llevarme a casa, pero la noche apenas comienza así que no me iré, en eso suena mi celular y es Carlos.
—¡Hola!
—¡Hola, Campeona! ¿Cómo estás?— suspiro como tonta al escucharlo
—Bien ¿y tú? — digo emocionada de escucharlo.
—De maravilla, te llamaba porque hoy hay carreras muñeca y quiero a mi campeona.
—¿En el mismo lugar de siempre?
—¡Así es!
—¿Tienes mi motocicleta lista?
—Super Lista, para mi campeona y la mujer de mi vida.
—Voy para haya.
—¡Perfecto!.
Al cortar la llamada mis amigos niegan con la cabeza.
—¡Alessa estás loca si crees que voy a dejar que vayas a correr, después de que has tomado tanto!
—Lo que piensen ustedes me vale, esta noche, correré lo quieran o no.
Sin más salgo a competir, esa es una de mis pasiones y no las dejaré de hacer por nada ni por nadie.