Capítulo 15: El bosque.

2303 Words
Así que dio orden a las hienas que atacaran, mientras Sejmet y Bastet luchaban con Isisas que furiosa se enfrentaba a ambas, aun sabiendo que al hacerlo ella salía perdiendo, pero su plan era distraerlas, mientras las hienas atacaban a Titi, Ernesto, Guillermo y Armando ese era su plan, pero ellos empezaron a defenderse como podían, ya que no tenían la agilidad de un guerrero fue cuando entendieron lo que Set, les dijo y el porque les había dado las espadas, cuando lo hizo antes de salir del oasis. —Van a pasar por muchos peligros y ustedes son muy ingenuos, así que, que les doy estas espadas que les servirán mucho cuando estén luchando, con solo tocar al enemigo este caerá fulminado yo espero que les sirva y sepan usar, suerte. Así que cuando las hienas empezaron atacarlos, ellos de inmediato las sacaron para defenderse y si efectivamente, al tocar a las hienas están caían muertas de inmediato, viendo esto los cuatro y al caer se hacían polvo, viendo esto Isisas decide abandonar la lucha, dando la vuelta perdiéndose en el horizonte junto con las demás hienas, así todos se vieron y se preguntaron entre ellos si estaban bien y si todos estaba bien, así sin más comentarios empezaron a caminar rumbo a donde estaba la bruja, ya ellos estaban impacientes por llegar y ver en que los podía ayudar la bruja, así continuaron, cuando a lo lejos en donde terminaba el desierto se veía un gran bosque con muchos árboles, Ernesto dijo: —No lo entiendo como después del gran desierto y aquí, en Egipto, este un bosque, se supone que este no debe estar aquí no lo entiendo. Armando le contesto: —Vamos Ernesto después de lo que hemos pasado ya nada nos debe de sorprender, definitivamente este no es el antiguo Egipto, este es otro mundo completamente diferente quien sabe si viajamos a través de tiempo, o viajamos a otro mundo. —Sí, si tienes razón. —dice Ernesto. Cuando llegaron donde iniciaba el bosque y terminaba el desierto se pararon y Bastet les dijo a todos: —Bueno ya vamos a entrar, no sabemos lo que nos espera, así que no nos separemos, si lo hacemos es más fácil que seamos vencidos, así que evitemos separarnos de acuerdo. —De acuerdo. —contestaron todo. Y empezaron a caminar, se adentraron en el bosque que era tan espeso que apenas y podían caminar juntos, así que conforme avanzaban tuvieron que ir uno detrás de otro, Bastet iba adelante, ellos en medio y Sejmet al final, así fueron avanzando. Llego un momento que el bosque se hizo tan espeso y los arboles estaban tan cerca, que llego un momento en que ya no podían pasar, entonces Bastet saco una gran espada y empezó abrirse paso entre ellos, cuando estaba todos juntos empezaron a crecer los arboles de tal manera que los rodearon y Bastet y Sejmet, así como cortaban un árbol salían dos, así que decidieron no hacerlo. Enseguida vieron como de los arboles salían grandes espinas que parecían grandes espadas y si alguna de ellas los tocaba, era porque morirían al instante, ya no había para dónde ir, así que Bastet hizo un movimiento y de inmediato se apareció un gran felino con alas que bajo y de inmediato se subió Titi, Ernesto y Guillermo, cuando salió también salió otro felino, pero ya estaban tan cerca las espinas que no cabía para sacarlos, así que Bastet y Sejmet tomaron cada una la mano de Armando y saltaron juntos, justo cuando las espinas crecieron más y de no a ver salido los tres no abrían sobrevivido. Enseguida llegaron hasta donde estaba el felino en el aire esperándolos, los felinos empezaron a volar para atravesar el gran bosque, cuando Sejmet le dijo a Bastet. —Ya que nos deje en ese claro de ahí, tenemos que llegar caminando, si no de otro modo corren peligro los felinos, así que nos bajen en ese claro. Bastet les hizo una seña y poco a poco bajaron llegando al suelo, se echaron para que ellos bajaran y así lo hicieron, Armando pregunto: —¿Ya mero llegamos? —No, no aun no todavía nos falta y debemos continuar adelante, pero ya estamos mucho más cerca. —contesto Bastet. Ya todos preparados se alistaron para continuar adelante, y así lo hicieron, en la parte de este lado del bosque parecía que ya todo era un bosque normal, empezaron a caminar, Bastet le pregunto a Sejmet. —¿Estas segura que este es el camino? —Si claro que sí, este es el camino. —Pero era para que ya hubiéramos llegado y no se ve nada Sejmet. —Sí, si eso veo que tienes razón, pero estoy segura de que por aquí es, algo pasa Bastet estén atentos esto no es normal. —les dice Sejmet. Así empezaron a caminar nuevamente, cuando en eso son emboscados por una gran cantidad de hombres, pero deformes, pero muy altos y muy, muy fuertes, ellos venían armados y salían por todos lados eran muchos, así que de inmediato ellos sacaron sus espadas y empezaron a defenderse de estos animales, porque más que hombres parecían animales, no lanzaban ninguna palabra solo gruñían y aullaban y entre más mataban, más salían, parecía que esto no tenía fin, así que Bastet con un movimiento de manos empezaron a salir una infinidad de felinos grandes y chicos y Sejmet alzando las manos, empezaron a llegar enormes leones que atacaban a estos, así fue como iban terminando con ellos, cuando de pronto estos empezaron a correr y se fueron retirando. Cuando hicieron esto de inmediato vieron al dios Amura, al ser que Bastet y Sejmet habían ambas mencionado su nombre, que aunque vive en el inframundo se cree el dios más malvado y que venía montado en una gran serpiente, esta se deslizaba entre los árboles, cuando llego ante ellos los vio muy detenidamente, ignorando a Bastet y a Sejmet, ellas ya habían desaparecido a sus mascotas en cambio Ernesto, Armando, Titi y Guillermo también miraban a ese hombre, que en un principio se mostraba un ser imponente según él y feliz de estar sobre su gran reptil, que era aquella serpiente, aquel dios del inframundo responsable de los bichos rastreros que están a su disposición, al dirigirse y continuar mirando como él dice insignificantes mortales, al solo decirles como todo un dios. —Vaya, vaya, vaya así que ustedes los insignificantes mortales, sin ningún poder los cuales se han enfrentado y vencido a varios dioses —, se detiene un poco a continuar mirándolos y solo decir: —Saben tenía unas ganas de conocerlos, y ya que los veo son tan insignificantes. —termina diciendo, al solo dar una carcajada y continuar sobre el lomo de su serpiente. Titi, Ernesto, Guillermo y Armando cuando dijo esto ellos alzaron los ojos, como diciendo otra vez, estos al solo mover la cabeza algunos de ellos con los brazos cruzados, algo cansados y molestos pidiendo en solo llegar y solucionar solo una cosa, volver a casa y no morir en el intento, en eso decide decir Ernesto molesto. —Otra vez con lo mismo de siempre con que somos simples humanos, por dios no se saben otra. Entonces al oír aquellas palabras y mirar a Ernesto de forma tan desagradable, que solo quería matar a cada uno de esos insignificantes humanos con la mirada, a lo que él le grito y le dijo con voz muy autoritaria: —¡Cállate idiota tú me debes de idolatrar, así que hínquense hacia mí y pídanme perdón por lo que han dicho, por cómo se han comportado conmigo y ya veré si los perdono o los castigo! Pero, aunque los miraba de la misma forma, ellos se lo devolvían de la misma forma, como si los ojos de los mortales al verlos, Amura sintiera un tipo de sentimiento que no podría ponerle nombre alguno. —A ver ya, ya que es lo que quieres. —dijo Sejmet. Él desvió la mirada, al intentar desvanecer lo que había sentido al solo decir: —A si, si olvidaba que estos humanos son sus protegidos, pero aun así puedo terminar con ellos cuando yo quiera. —dijo arrogantemente. Enseguida Bastet le contesto: —Ya, ya que es lo que quieres, dilo ya y déjate de estupideces. —A ellos —, todos se le quedaron viendo nuevamente y el repitió. —Si a ellos dénmelos por su propia voluntad, más les vale si me los dan por su propia voluntad, nos evitaremos muchos problemas. —dice al mover la cabeza. Todos se encontraban aun mirando a ese tal dios con aquella vestimenta de tela de lino, el cabello largo y peinado color n***o, teniendo un sombrero y colgando de su cuello algunos collares con hermosas piedras brillantes y anillos, también y que la propia serpiente de escamas de un verde esmeralda brillante, haciendo aquel sonidito hueco de una serpiente, y se él el causante quien estaba evitado a que continuaran con la misma intención que cada diosa ha intentado, y no ha tenido nada bueno con los cuatro mortales, a lo que vuelve ella a tomar la palabra. —Pero para que los quieres, porque son tan importantes para ti. —dijo Bastet esto con la intención de saber todo lo que planeaban los dioses del inframundo. —Vamos Bastet tú lo sabes muy bien si no, no fueran protegidos por ustedes y para que los trajo Set, si no para algo muy importante como es rescatar a Amunet y Anubis, y ustedes saben que el que tenga los objetos será inmensamente poderoso, saldrían todos del inframundo y gobernaríamos la tierra, así todos nos servirían como esclavos tanto los humanos y hasta los mismos dioses, y quizá si nos juntamos todos hasta al gran padre, que ha sido tan cruel con nosotros, el mismo nos serviría también. —responde Amura sonriendo como imaginando en su propia cabeza, sobre lo que había dicho. Bastet le contesto riendo. —Ja, ja, jaa vaya que, si sueñas despierto, eso que dices es imposible no creo que el gran dios se los permita, pero bueno sigue soñando. —Cállate, cállate ya me pedirás perdón arrastrándote a mis pies insolente. —A ver, a ver ya no sueñes, no te vamos a dar a los invitados de Set. —dijo Bastet. —Está bien no me los den, pero solo denme lo que traen. —Y ¿Qué es lo que según tu deben traer? —pregunta Bastet. —No sé, solo sé que ellos traen algo y que me lo deben entregar. —muy confiado dice él. —Bueno, bueno, si seguimos así no vamos a llegar a ningún lado y solo estamos perdiendo el tiempo. —contesto Bastet. —Está bien vayamos al punto, ya basta de tanta palabrería así que no me los van a dar, entonces defiéndanse. —Amura diciendo y haciendo esto empezó a atacar tanto a Bastet como a Sejmet. Ellas repelieron su ataque rechazando esos grandes rayos que les lanzo, y al mismo tiempo empezaron a salir de la tierra y a bajar de los arboles serpientes, con la intención de morderlos y terminar con ellos, en cambio cada uno de ellos sacaron sus espadas para defenderse de ellas, la lucha era cruenta tanto por parte de Bastet como de Sejmet y de Ernesto, Titi, Guillermo y Armando, entonces Bastet llamo a uno de sus mininos, el cual llego de repente y se lanzó sobre la gran serpiente en la que estaba montado Amura lanzándole al suelo, la serpiente que se retorcía en el hocico del minino se enrollaba en el tratando de someterlo, pero este no cedía, la lucha entre estos animales era feroz. Mientras tanto Amura se levantaba del suelo se sacudía la tierra de la revolcada que se dio, y ese preciso momento aprovecharon Bastet y Sejmet para someterlo con una cuerda que brillaba de color plata, lo enrollaron con ella, él no podía moverse, en eso que ellas hacían esto las demás serpientes que atacaban a Titi, Guillermo, Armando y Ernesto fueron desapareciendo, poco a poco, al fin el gran minino termino con la serpiente Bastet y Sejmet lo dejaron ahí atado y dijeron: —Vamos continuemos ya vamos a llegar. Así lo hicieron, apresuraron el paso para llegar más pronto, después de este encuentro tan peligroso, ellos esperaban que ya lo que faltaba fuera ya sin ninguna sorpresa, así que continuaron, cuando salieron del bosque enfrente de ellos vieron una gran cueva, la entrada era muy grande, esta parecía una gran boca abierta que estaba dispuesta a devorarte en cuando entraras a ella, Sejmet dijo: —Al fin llegamos, de aquí en adelante ya nada impedirá llegar hasta ella. Así entraron a la cueva donde era más grande de lo que parecía, había un gran corredor por el cual empezaron a caminar, este estaba húmedo, así que había que caminar con cuidado, en el techo se veían grandes estalactitas que colgaban de el de diferentes tamaños, se oían las gotas de agua que caían constantemente formando estas últimas, así caminando poco a poco se fueron acostumbrando a la oscuridad de la cueva, después tanto Bastet como Sejmet empezaron a brillar ellas y sus ropas, para darnos luz y ver por donde caminábamos. Enseguida vieron que el camino termino enfrente de ellos, estaban grandes rocas húmedas que tapaban el camino, entonces con mucho cuidado empezaron a trepar por ellas, así pasaron un gran tramo de estas rocas, enseguida la cueva se hizo más pequeña, pero aun podían caminar con comodidad, sin tener que agacharse o arrastrarse por el suelo. Enseguida llegaron a un lago, en la orilla de este había una balsa no muy grande.
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