Solo había una pared en que momento apareció, esta pared no lo sabían porque solo unos momentos antes, aún estaba el jardín y en qué momento apareció esta pared, alzaron la vista para ver hasta dónde estaba de alto, pero esta estaba demasiado alta, fácil eran como cinco metros, Ernesto con el puño cerrado de su mano empezó a golpear para ver si había alguna puerta o algo que pudieran atravesar y regresar al templo, pero todo era inútil ambos se vieron a los ojos y Ernesto dijo:
—No nos queda otra, Titi.
—Sí, si no hay otra salida vamos. —responde ella.
Pasaron el umbral de los matorrales, se dieron la vuelta para ver la enorme barda, cuando vieron la barda ya no estaba ya estaba el jardín marchito, así que los dos trataron de salir de ahí, pero era inútil ya no podían regresar, una pared invisible no los dejaba regresar, ya sin nada que hacer se dieron la vuelta, vieron hacia delante y solo se veían los matorrales verdes a los lados, y un ancho pasillo que invitaba a continuar, y ya que no les quedaba otra se miraron, al pensar lo mismo y solo se tomaron de la mano y empezaron a caminar. Después de un momento caminando y viendo al frente, los dos con insistencia para ver algo nuevo, aparte de matorrales, verdes cuando de pronto vieron al frente y el camino terminada en unos matorrales, pero conforme se acercaban empezaron a ver que el camino se dividía en dos que estaban a los lados, cuando llegaron se pararon y Ernesto dijo:
—Y ahora cual escogemos, el de la derecha o el de la izquierda como la vez Titi tu escoge.
—No sé no sé ¿Cuál te late más? —dice indecisa al preguntar.
—No, no tu escoge confió en ti. —responde Ernesto.
Ella sonríe asintiendo al pensar ella “claro” y solo respira al decir:
—Esta bien el lado izquierdo, no soy supersticiosa.
Así que empezaron a caminar hacia allá, así continuaron por un rato y nuevamente llegaron a un lugar, donde había dos caminos, esta vez escogieron el lado derecho, pero al poco rato nuevamente llegaron a una división de caminos, entonces Ernesto le dijo a Titi.
—Oye creo que estamos dando vueltas y llegamos al mismo lugar.
Titi mira hacia el piso, al darse cuenta y decirle:
—Si tienes razón, mira deje aquí mi pendiente y aquí sigue, esto lo sospeche por eso es que lo deje y ahora que hacemos, nunca podremos salir de aquí.
Soltó la mano de Ernesto y Titi se sentó en el suelo y empezó a llorar entre lágrimas, le dice a él.
—Ernesto ya no puedo más todo esto es por mi culpa, sino me hubiese puesto el anillo nada de esto estaría pasando, y quien sabe por la que estén pasando mis hermanos o si ya les paso algo Ernesto.
Él se sentó junto a ella la abraso y le dijo:
—No, no hermosa tú no tienes la culpa de nada, mira ya estamos aquí y tenemos que salir de aquí.
En eso estaban cuando empezaron a oír un pequeño maullido, ella se limpió sus mejillas y es como ambos empezaron a buscar a gatas y de entre los matorrales iba saliendo un gatito pequeño, de color blanco, estaba tan pequeño que causaba ternura Titi en cuando lo vio lo llamo y le dijo:
—Bichito, bichito ven, ven pequeño.
El gatito brinco a hacia ella, ella lo abrazo y acaricio, el gatito empezó a ronronear y Titi le dijo:
—Pobre pequeño esta tan perdido como nosotros.
Ernesto no le contesto, se paró rápidamente camino hacia donde había salido el gatito y empezó a ver que por ahí había una salida, los matorrales empezaron hacerse a un lado, parecía que esos matorrales solo estaban esperando a que encontraran esa salida, para hacerse a un lado, Titi se levantó con el felino en los brazos y empezaron a caminar, pero el pequeño felino se soltó de los brazos de titi, salto hacia el suelo y se adelantó, el minino iba adelante de ellos, es como si dijera síganme, así iban caminando cuando el pequeño felino dio un salto ellos incrédulos continuaron caminando, cuando de pronto a sus pies se abrió el piso y cayeron en un hoyo como de tres metros. Enseguida el mismo pozo empezó a cerrarse, el gatito brinco hacia ellos, cuando termino de cerrarse quedaron totalmente a oscuras, ellos no sabían que hacer, se tomaron de la mano para no perderse entre ellos, Ernesto empezó a tocar la pared para guiarse por medio de ella y entre la oscuridad vieron dos ojos que brillaban y los veía, y era nada más y nada menos que el gatito que los había seguido, y estaba con ellos, les maullaba como diciendo que se quedaran en donde estaban, en eso estaban cuando de pronto entre la penumbra y ya que sus ojos se habían acostumbrado a esa oscuridad, vieron de pronto que entre la oscuridad salió una inmensa hiena, que se dirigía corriendo hacia ellos, para engullirlos, cuando ante sus el pequeño felino comenzó a crecer poco a poco, es como se convirtió en un gran gato que se puso delante de la hiena, aventándola fuertemente a la pared, pero esta se paró para enfrentarse al gran felino, así empezó una gran pelea entre dos animales feroces, la batalla era tan grotesca, los animales caían y se levantaban para continuar con la batalla. Titi al ver esta batalla tan cruel solo se preocupaba por el gatito, este estaba dispuesto a morir por ellos se abrazó a Ernesto y le dijo llorando.
—No, no quiero que muera.
Él le contesto con tristeza.
—No, no va a morir.
Los gruñidos eran tan feroces que en la cueva estos retumbaban, cuando por fin se empezó a ver quién ganaba y quien perdía por un momento ambos cerraron los ojos y cuando los abrieron poco a poco vieron al felino que estaba parado, encima de el al ser que la inmensa hiena, esta agonizaba y hacia el intento aun así de hacernos daño y conforme moría, iba desapareciendo, como todo con lo que se había encontrado, en eso en el techo empezó abrirse nuevamente entro la luz y Ernesto y Titi no sabían cómo iban a salir de ahí, este era demasiado alto como para poder llegar hasta arriba y poder salir en eso Titi dijo:
—Y ahora como le vamos hacer, nunca podremos salir de aquí.
En eso el gran felino se hecho junto a ellos, ellos se vieron entre sí, subieron a su lomo este brinco y salieron, pero de nuevo estaban en el laberinto, cuando salieron bajaron de felino y en lo que veían en donde estaban este desapareció, cuando voltearon para verlo ya no estaba, así que continuaron caminando, llegaron nuevamente a un cruce de caminos y Titi dijo:
—O no, no ya no solo queremos salir de aquí, otra vez para escoger esto no puede ser.
En eso estaban cuando en el camino de la derecha a lo lejos vieron al pequeño minino, este estaba parado viéndolos, entonces ellos caminaron hacia el enseguida, el minino caminaba delante de ellos como guiándolos para que ellos pudieran salir de ahí, Ernesto le comento a Titi.
—No te parece que nos está guiando.
—Ojalá sea así, no nos tengamos que arrepentir de seguirlo. —contesto Titi.
Así continuaron caminando. Cuando de pronto se pararon y a lo lejos ya no había matorrales verdes, tan solo vieron pequeños montículos de tierra y solo había cactus a donde habían llegado, no sabían lo que si era seguro es que, de aquel laberinto, si habían salido el minino se acercó a Titi y le ronroneo entre los pies, ella se agacho y lo abrazo al mismo tiempo que le decía:
—¿Que tienes pequeño, tienes miedo? ya, ya.
Y ella lo acariciaba, así empezaron a caminar entre los cactus subían y bajaban en los montículos de tierra que había, se pararon a descansar y se sentaron entre unas piedras, el sol estaba a todo lo que da eso, los cansaba y deshidrataba así que empezaron a tomar agua y comer algunos frutos secos que Ernesto había tomado de la mesa de aquellas habitaciones, a las que habían entrado, Titi con la mano empezó a darle agua al minino, enseguida se levantaron y continuaron caminando, Titi se recargo en una piedra y le dijo a Ernesto.
—Espera este sol me agota.
—Sí, si claro.
Se pararon, bebieron agua nuevamente y luego vieron que empezaron a crecer rápidamente grandes cactus, con unas enormes espinas así que ellos no podían moverse para ningún lado entre los cactus y las grandes espinas, solo les quedaba quedarse donde estaban, el minino trato de salir, pero las espinas eran tan tupidas que ni él podía salir de ahí, vieron a su alrededor y no había nada y estando en tal situación, Ernesto busco entre su mochila saco un frasco lo aventó hacia los cactus de ahí el salió una clase de humo de color gris, del cual empezaron a salir sombras negras que absorbían la humedad de los cactus, y estos se secaban de inmediato cayendo en la tierra y a continuación asiéndose polvo, desapareciendo sus grandes espinas, cuando estas sombras negras acabaron con los cactus desaparecieron, pareció como si el aire se los hubiera llevado todo esto fue en cuestión de minutos, Titi tomo al minino y ella y Ernesto no lo creían, pero aun así que continuaron adelante Titi dijo:
—Salgamos de aquí lo más rápido posible.
—Sí, sí.
En eso que ambos continúan de nuevo Titi le dice:
—Ernesto y como se te ocurrió agarrar esas botellas de la habitación de Osiri.
—No sé, solo por instinto las tome, pero mira que bien nos han servido.
—Sí, sí que bueno.
Es como ella se detiene y decide Titi en abrazar a Ernesto, y le dio un beso en la boca, el correspondió al beso en eso estaban cuando el minino maulló, se separaron y Ernesto dijo:
—Mira creo que esta celoso, continuemos no lo hagamos enojar.
Continuaron riéndose y tomados de la mano, subieron a un montículo de tierra y mientras caminaban, el piso empezó a moverse Ernesto dijo:
—Espera creo que es un terremoto.
El mismo movimiento de tierra no los dejaba caminar, así que se tuvieron que detener, aunque ellos no querían. Enseguida de la tierra empezaron a salir pequeños gusanos verdes, cuando vieron esto Titi y Ernesto empezaron a correr a toda prisa, entonces estos los empezaron a seguir con una rapidez, que ningún gusano tiene, ellos continuaban corriendo pues se dieron cuenta que conforme avanzaban estos iban creciendo conforme avanzaban, así que corrieron más a todo lo que podían, en eso vieron a lo lejos una pequeña cabaña a la cual se dirigieron corriendo ,Titi traía en los brazos al minino, entraron corriendo cerraron la puerta rápidamente, estos animales se detuvieron pero rodearon toda la cabaña, Titi y Ernesto se recargaron en la puerta y con la vista escudriñaban toda la casa y esta era muy pequeña, solo había una pequeña cocina un comedor y a un lado una cama, se notaba de que alguien vivía ahí, porque todo estaba muy limpio y la mesa estaba puesta, en la estufa de la cocina había una olla humeando, ellos buscaron para ver quien vivía ahí, pero no veían a nadie entonces Titi empezó a decir fuerte.
—Buenas, buenas hay alguien aquí, quien vive aquí.
Ernesto dijo igual de fuerte.
—Perdón por entrar tan súbitamente, pero es que nos vienen siguiendo unos animalejos, perdón por entrar sin permiso.
En eso empezaron a buscar en toda la casa para ver si había alguien, pero no, por más que buscaron no había nadie así que se sentaron en las sillas del comedor a descansar de la corrediza, que les pusieron los gusanos, después Ernesto se paro fue y se asomó y vio que ellos continuaban, ahí no sabían que hacer, Titi continuaba con el minino en los brazos en eso se lo puso de frente, lo vio a los ojos y le dijo:
—Pobre minino estas atrapado con nosotros y no sabemos qué hacer y tú, tu que harás pequeño minino, si tú puedes irte y escapar hazlo de verdad, hazlo no te preocupes o te detengas por nosotros tú tienes derecho de salvarte.
Enseguida lo puso en el suelo y le decía:
—Anda ve, ve.
Pero el minino no se despegaba de ella, el regresaba con ella, en eso estaban cuando de pronto escucharon algo afuera de la choza, corrieron hacia la ventana a ver qué es lo que pasaba y con sorpresa vieron que un gran hombre llegaba, venia caminando con una gran hacha cargando al hombro, Titi dijo a Ernesto.
—Por dios de verdad Ernesto me siento como Hansel y Gretel y este gigante de donde salió, que vamos hacer.
—No lo sé, no lo sé, pero algo hay que hacer.
Entonces oyeron que aquel gigante decía:
—Que tal mis pequeñas creaturas que me tienen que me trajeron.
Los gusanos, conforme el ogro caminaba, ellos se iban haciendo a un lado. Después llego a la cabaña la abrió y los vio, ellos no trataron de esconderse sabían que si lo hacían de todos modos los iba a encontrar, así que solo lo esperaron, Ernesto saco un frasco era su única arma, ellos esperaban para ver con que actitud llegaba el gigante, cuando lo vieron el entro y con sorpresa vieron que no era tan alto, solo lo veían afuera, este entro con el hacha en la mano y dijo:
—Donde están intrusos.
Ernesto se puso delante de él seguido por Titi y le dijo:
—Aquí estamos ¿Qué quieres?
—Y ¿Que hacen aquí en mi casa? —el los miraba. —¿Quién los invito? —les dijo al mirarlos fijamente.
Titi le contesto:
—Tu sabes que tus alimañas nos trajeron hasta aquí, diles que se vayan o que nos dejen pasar y mira de inmediato nos vamos.
—No, no eso, no va a pasar ustedes son un muy buen alimento para mi mascota que tengo en la parte trasera de la casa, quieren verla vengan, vengan por acá me gusta que vean en donde van a terminar, vengan, vengan.
Con precaución lo siguieron el abrió la puerta trasera y ellos se quedaron adentro, y se asomaron por la ventana para ver lo que el hombrecillo quería, y con terror vieron que de una cueva salía un gran perro, pero cuando lo vieron más detenidamente este no era un perro, era como un lagarto y tenía una gran cadena en el cuello, sus patas largas como de perro son lo que hicieron que ellos pensaran que era un perro, hasta que vieron su cabeza en forma de reptil y en el cuerpo lleno de escamas, así como la cola era de un reptil, sacaba y metía la lengua como si fuera una víbora, pero no lo era, el hombre se acercó a la criatura, le movió la cola y se dejó acariciar por él, era como si fuera un cachorrito después le dijo:
—Ya tienes hambre, pronto te daré de comer.
Al escuchar esto Titi y Ernesto apartan la mirada de la ventana, al ver hacia la mochila.