YO EN MODO… ¡TRÁGAME TIERRA!
Dos semanas antes
— Lila en serio, no tengo tiempo, debo volver a casa — Llevo los últimos cuatro días llegando temprano a casa para poder mirar al hombre misterioso, que se sienta en las noches con una copa y un cigarrillo.
Cada día mi curiosidad aumenta mucho más, tanto, que el pasado domingo vagué durante una media hora en mi auto intentando encontrar el edificio en el que vive. Sin embargo, no soy muy buena para ubicarme y terminé abortando la misión al no ver ningún edificio que se le pareciera.
Sé que tal vez he empezado a perder la razón, porque ni siquiera el imbécil de Lorenzo ha logrado alterarme como lo hace el hombre del balcón y a esta instancia, me he olvidado de mi venganza contra él. Que haga lo que quiera con su flamante esposa ¡Me tiene sin cuidado!
Ayer, mientras observaba detenidamente hacia la casa de mi guapo moreno, por fin lo vi salir unos cuarenta minutos después, cuando había perdido toda la esperanza de verlo.
Su cabello sin peinar y su pecho sin camisa debieron avisarme de que algo estaba pasando, pero solo presté atención a sus delgados y musculosos brazos y sus fabulosos pectorales.
Se fumó un cigarrillo reclinado contra la baranda mientras pasaba su mano por su despeinado y un poco largo cabello n***o, y solo pude pensar en lo que daría por ver el color de sus ojos y perderme en su mirada.
Cerré mis piernas y ejercí algo de presión entre ellas, verlo de esa manera me hizo imaginar lo increíble que sería que él pudiera hacerme todo lo que dicen los libros que leo, porque hasta ahora solo he vivido una corta y decepcionante experiencia intima con Lorenzo y para nada se pareció a lo que describen mis libros más candentes.
Me sumergí en mis fantasías y cuando volví a ser consciente del lugar en el que me encontraba, la mirada del vecino se dirigió directamente a mi balcón, o eso me pareció al verlo levantar la cara. Mis terminaciones nerviosas se tensaron y mi cuerpo se estremeció por completo ¿Estaría mirándome?
Sentí como mi corazón se encogía al ver a una chica salir al balcón y abrazarlo por la espalda, llevaba una camisa masculina, era rubia y su cabello desde la posición en la que yo estaba se veía hermosísimo. Él se volvió y tomó su cara entre sus manos para luego estamparle un beso que parecía demasiado caliente y que me hizo abrir los ojos de sorpresa, empezaron a moverse y mis ojos se detuvieron en la espalda del vecino que terminaba con dos pequeños huequitos al empezar sus glúteos.
Suspiré con fuerza y tomé un sorbo de mi vaso de vino mientras los veía desaparecer en el interior de la habitación, cerré mis ojos y pensé en lo idiota que era, estaba claro que no podía estar soltero siendo tan guapo y masculino.
— ¡Cuidado, Zoa! — El grito de Lila me saca abruptamente de mis cavilaciones sobre el vecino.
Sin embargo, no logro reaccionar a tiempo y mi cuerpo se estrella contra un muro que me aturde por completo. Segundos después, soy consciente de que el muro es el cuerpo de un hombre delgado y musculoso y de que mis manos continúan muy entretenidas sobre este.
— ¿Te encuentras bien? — La voz profunda del hombre me obligan a levantar la mirada, tiene un acento hermoso. Parpadeo dos veces al mirar frente a mí la cara del hombre que ha ocupado mi mente y mis noches los últimos días ¡El vecino!
— ¿Zoa? ¿Te encuentras bien? — La voz de Lila entra como en medio de una nebulosa en mi cabeza.
No puedo dejar de mirar al hombre que ha despertado mis más oscuras sensaciones y fantasías ¿Qué debo hacer? ¿Le pregunto su nombre y le pido su dirección?
— Discúlpela, normalmente no es así, debe haberse golpeado muy fuerte — La voz de Lila continúa envuelta en un eco.
Siento las manos del hombre tomando las mías y suspiro.
— ¿Zoa?
— ¿Cree que debemos llevarla al hospital? — Escucho de nuevo su voz y su pregunta me hace reaccionar, ¿Qué hospital? Les tengo
fobia.
— No, gracias, me encuentro muy bien, gracias — Me alejo de mi vecino y durante un segundo, me siento tentada a decirle que lo he visto y que creo que vivimos cerca.
Pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta cuando observo sus ojos de un gris oscuro, como el acero, aunque extrañamente al parecer por un efecto de la luz, parecen que fueran acero derretido ¡Oh por Dios!
— Vale, me alegra que estés bien, discúlpame por el choque, que tengas un buen día — Lo veo partir y por un segundo pienso en salir corriendo detrás de él.
¿Ha sido el destino o es solo una casualidad el que nos encontráramos en esta calle atiborrada de gente?
— ¡Mierda! — Grito al sentir como mi hombro es fuertemente sacudido — ¡Fíjate por donde caminas, idiota! — Le grito a un hombre extremadamente alto y rubio que al pasar por mi lado ha chocado contra mi hombro.
— No faltan las tontas despistadas y además enanas — Escucho al hombre y me giro de inmediato, no va a insultarme y salirse con las suyas.
— Zoa no, tú lo has chocado — Me vuelvo al escuchar lo que acaba de decirme Lila, que me toma del brazo ¿Qué yo lo he chocado?
— ¿Cómo puedes decir eso? El tipo casi me descoloca el hombro, tendré suerte si no me ha lesionado el manguito rotador y además me ha insultado — Lila frunce el ceño y continúa caminando — ¿A dónde vas, Lila? — La sigo, caminando deprisa como una idiota detrás de ella, llevo unos tacones altísimos y estoy segura de que si alguien más me golpea, caeré al suelo como un costal.
— Ya te he dicho que vamos a tomarnos una copa, andas muy tensa y extraña estos últimos días, sé que tu primera experiencia con Lorenzo fue nefasta, pero no puedes dejar que eso marque tu vida, ya deberías haberlo superado, han pasado tres años — Lila se dirige a un bar que parece muy exclusivo, la sigo intentando caminar lo más rápido posible sin caerme con estos tacones, solo me faltaría eso.
— ¿A qué te refieres? — Tomo asiento frente a ella en una mesa de la terraza, que al parecer ya tenía reservada, porque mirando la cantidad de gente haciendo fila, no hubiésemos podido entrar sin reserva en varias horas.
— ¿De qué hablas? Me encantaría tomarme unas margaritas, tengo sed — Estamos en medio de la semana y no sé cómo podrá ir a trabajar mañana si se embriaga a punta de cocteles.
— Me has dicho que debería superar a Lorenzo — Le repito.
— Claro, me has dicho que no sentiste nada y como te habrás dado cuenta, cuando tienes sexo puedes llegar a sentirte en el nirvana, así que no entiendo por qué andas tan tensa después de que Lorenzo llegó — No tengo la menor idea de lo que está hablando — Fíjate, casi te comes con la mirada al chico pelinegro con el que chocaste, que hablando serio, estaba tan caliente que hasta yo lo he desnudado con la mirada. Aunque el rubio parecía muy guapo, solo pude darle un vistazo a sus ojos, pero con eso fue suficiente — Dice.
Mis mejillas se vuelven completamente rojas ¡Cargo con la maldición de las pelirrojas a pesar de tener la piel más bronceada!
— ¿Estás diciéndome que debería tener sexo con el vecino? — Lila se acerca a mí y me mira con fijeza a los ojos.