Ava estaba dispuesta a darle guerra, aunque sus muslos ya estaban mojados por la excitación que le provocaba aquel juego perverso con su esposo, con su verdugo… o mejor diciendo su maldito predador. Así era como se sentía cuando Derek la agarraba de aquella manera y en su vientre podía sentir la electricidad despertando cada vez que se dirigía a ella con aquel tono autoritario y tan demandante. Derek la miró a los ojos y vio la ira y el deseo que había en ellos mientras se desabrochaba el cinturón. –¿Qué…me vas a follar para castigarme? –Lo increpó Ava viendo aquella mandíbula tensa y los músculos que iban a romper aquella camisa de un momento a otro. –Si ese es el castigo que vas a darme, ¿entonces a qué mierda estás esperando? –Desafió. Derek pasó los dedos por sus labios carnosos