Unos años después.
Derek estaba sentado en el sillón que había en su oficina. Debía estar revisando los libros de contabilidad que había dejado su secretaria sobre el escritorio, pero sólo podía pensar en su venganza… en su maldit* venganza, esa que nunca llegaba.
Desde la muerte de su hermano era lo único en lo que podía centrar su atención. El tiempo pasaba y nada de lo que hacía contra sus enemigos daban resultados y lo peor es que frecuentemente tenía que ver la cara de la asesina de su hermano, ya que el almacén de la Fundación dirigida por los Hoffman estaba a escasos metros de su destilería, eso solo servía para aumentar su ira y su sed de sangre.
La familia Hoffman iba creciendo cada vez más, uno de sus mellizos se había casado recientemente y todos se regocijaban en felicidad mientras que él estaba cada vez más solo, más muerto en vida, así era como se sentía. Solamente su organización le daba fuerzas para continuar.
Para Derek hubiera sido muy fácil mandar matar a todos, ver la puta sangre correr. Repartir el odio y el terror por las calles. Eso era lo que quería. Había sido entrenado para ser un soldado despiadado y quería volver a matar, ver arrancar la vida de sus enemigos con sus propias manos, pero no podía hacerlo… tenía que actuar como put0 presidente, porque de eso dependía el futuro de la Organización, del país como a Derek le gustaba pensar.
Pero como a veces el destino juega sus cartas cuando menos nos lo imaginamos. Mientras que tomaba un trago de su copa Derek percibió que por la ventana entraba un fuerte olor, como si algo se estuviera quemando. Entonces se acercó rápidamente a la los cristales de su oficina para certificarse de que no venía de alguna parte de la destilería y fue cuando se dio cuenta que el almacén de los Hoffman se estaba incendiando.
Derek no supo si era por el morbo de ver algo que pertenecía aquella familia destruyéndose o por una verdadera preocupación, pero bajo corriendo las escaleras y no dejó de correr hasta que llegó al otro lado de la calle.
Estaba de noche, ya era de madrugada y no había nadie en aquella zona… bueno, había alguien más.
Delante del almacén estaba su tío Edgar fumándose un cigarro mientras que tres de los jóvenes que pertenecían a la Organización supremacista que Derek dirigía estaban a su lado observando como el lugar ardía en llamas.
—¿Están seguros de que ella está ahí adentro? — Preguntó Edgar y uno de los tres adolescentes contestó con una sonrisa.
—Hemos entrado para ver qué había, por curiosidad…
—Para hacer alguna travesura. —Lo interrumpió Edgar que sabía perfectamente con que intención los tres chicos habían entrado en aquel lugar.
—No lo voy a negar, pensábamos aprovechar la oportunidad para joder a esa escoria. — Continuó el chico. –Pensábamos hacer algo “suave”, solo una pequeña broma.
—Pero cuando subimos a la planta de arriba la vimos durmiendo en un sillón y pensamos que era una gran oportunidad. Entonces decidimos no hacer ruido y prender fuego a todas las cajas que había en la primera planta. —Confesó el más joven orgulloso de lo que había hecho con sus compañeros y Edgar le dio unas palmaditas en el hombro.
—Lo habéis hecho muy bien, ya era hora de que…
—¡¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?!! —Rugió Derek furioso corriendo hacia ellos y su tío se encogió de hombros dando un paso hacia adelante.
—Los chicos solo han hecho una pequeña travesura, nada que sea muy grave. —Contestó Edgar con indiferencia y Derek se giró para ver cómo el lugar se quemaba mientras que su tío se reía.
—¡¡¿TE PARECE GRACIOSO QUE HAYAN HECHO ESTO JUSTO AL LADO DE MI DESTILERÍA?!! — Lo interrogó Derek encarando a su tío. — Sabes perfectamente que esto caerá sobre mí, pensarán que lo hice para vengarme por la muerte de Otto. —Habló llevándose las manos a la cabeza y después sacó su teléfono móvil para llamar a los bomberos, cuando de repente uno de los chicos habló.
—¡Hemos cobrado venganza por su hermano señor, ahora esa mujer pagará por lo que hizo a un m*****o honorable de nuestra Organización! —Afirmó uno de los chicos inclinando la cabeza en señal de respeto hacia Derek y este le agarró de la chaqueta con brusquedad. Entonces el chico, asustado, giró la cabeza para ver a Edgar y este lo miró con reproche porque tenía que haberse quedado con la boca cerrada.
—¡¿DE QUÉ MIERDV ESTÁS HABLANDO MUCHACHO?! — Demandó Derek y el chico empezó a temblar cuando sintió como lo levantaba del suelo. —¡¡CONTÉSTAME!!
Derek no necesitó una respuesta porque un grito de mujer pidiendo auxilio que venía desde el interior del edificio fue respuesta suficiente.
En la planta de arriba del almacén Ava gritaba desesperada mientras tosía apartándose de las llamas que la rodeaban.
Había despertado por el humo y intentó escapar, pero toda la planta baja ya se estaba incendiando y no había forma de salir. Había fuego por todas partes y su corazón latía cada vez más fuerte por el pánico que estaba sintiendo, Ava estaba segura de que iba a morir allí, no había forma de salvarse.
Cuando Derek entró al almacén se tapó la boca y la nariz con la parte interna de su codo. Sin dejar de preguntarse qué estaba haciendo exactamente allí… ¿por qué o para qué había entrado?
¿Iba a aprovechar la oportunidad para matar a la mujer que le había arrebatado la vida a su hermano pequeño? … ¿O de verdad había entrado en aquel lugar enfrentando las llamas para salvarla?
Derek escuchó los gritos de Ava en la planta superior y agarró el extintor que había en una de las paredes. No era suficiente para apagar aquellas llamas, pero sí para abrirse camino y llegar hasta las escaleras.
En la planta de arriba, rodeada por el fuego la vio a ella, la hija de sus mayores enemigos, la mujer que más odiaba en el mundo gritando desesperada buscando la forma de salvarse. Y Derek pensó que era perfecto, Ava iba a morir quemada… ¿Qué más podía desear para la asesina de su hermano?... Pero entonces un breve recuerdo le vino a la memoria, su madre. Todas las veces en las que Kim Anderson le había enseñado que jamás debería ignorar un pedido de auxilio sin importarse las diferencias, sociales, raciales o políticas…nada de eso importaba cuando una vida corría peligro. Derek maldijo en voz alta, porque quería verla morir…pero de cierta forma no quería decepcionar a su madre, no podía fallar a su memoria porque necesitaba mantenerla viva dentro de él de alguna manera.
Entonces fue cuando Derek vio la chica caer al suelo.
Él no pudo explicarse a sí mismo exactamente el porque, pero cuando la vio al otro lado de aquella cortina de humo, indefensa, la desesperación se apoderó de su ser. Así que decidió actuar.
Ava no podía ver nada por el humo y las llamas, eso sin contar los nervios que la impedían de pensar con claridad. Estaba acorralada en un rincón. Ya no podía mantenerse de pie, había inhalado demasiado humo y cuando cayó al suelo, sintiendo como todo se volvía oscuro, la sombra de un hombre saltando sobre el fuego, enfrentándose a aquellas abrasadoras llamas para después sostenerla en sus brazos. Lo último que ella pudo ver fue el rostro de su salvador…sus ojos azules que la miraban con angustia y murmuró.
—Derek…
Horas más tarde cuando Ava abrió los ojos estaba en una cama en el hospital de Griffin y a su lado estaba sentado la última persona que esperaba ver allí con ella.
—Tú me has salvado. —Murmuró Ava y Derek levantó la cabeza para verla. —Tú… te vi pasar por las llamas… tú me has salvado.
Derek se puso de pie mirándola sin revelar ninguna emoción en su rostro y contestó.
—No deberías hablar, todavía estás muy delicada por todo el humo que has inhalado.
En su cabeza Derek se preguntaba porque no la había dejado quemarse en aquel almacén e iniciar de una buena vez la guerra contra los Hoffman, pero no lo había hecho…solo se había convertido en el salvador de la mujer que tanto odiaba.
—¿Por qué… por qué me has salvado? —Murmuró Ava sintiendo como sus ojos todavía ardían y su garganta seca. —Después de lo que ha pasado con tu hermano… ¿por qué?
Derek la observó fijándose en sus labios, que eran tan hermosos y carnosos. Entonces se pegó una bofetada mental apartando aquel pensamiento de su cabeza.
—No podía permitir que te pasará nada malo, es algo que hubiera hecho por cualquiera. —Contestó Derek con indiferencia. —Y sobre lo de mi hermano. No ha sido tu culpa, solo intentabas salvar tu vida y por eso le quitaste la suya. —Habló por lo bajo dándose la vuelta y la chica agarró su mano.
Derek no entendió si era por el hecho de sentir el contacto con una de las personas que más odiaba en el mundo o si había algo más, pero sentir su toque despertó algo inexplicable dentro de él.
—Por favor no te vayas… quédate conmigo. —Pidió Ava suplicándole con la mirada y el tiempo se detuvo mientras se miraban a los ojos.
Derek se fijó en los detalles de su rostro, en su piel morena que brillaba intensamente, sus cabellos negros ondulados y sus enormes ojos azules. Era hermosa, Derek odia lo que representaba su belleza, su mestizaje…pero no podía negar que era hermosa y hasta esa belleza él pensaba destruir. Entonces decidió hablar para romper aquel momento tan íntimo entre ellos.
—Estoy intentando contactar con tus padres, pero es casi imposible y con tus hermanos igual. —Contestó apartando su mano de ella intentando no ser muy brusco.
—Mis padres se han ido de viaje con mis sobrinas y mi hermana mientras que Sasha y Sol se han ido de Luna de Miel, y Kilian está en Illinois. —Contestó con la voz entrecortada y Derek le sirvió un vaso con agua para que pudiera aclararse la garganta.
—Debes descansar, estoy seguro de que pronto tus tíos estarán aquí contigo, porque también les he enviado un mensaje y estoy seguro de que no tardarán en contestar. —Respondió Derek con indiferencia. —Ahora necesito marcharme.
—No quiero quedarme sola, no después de lo que ha pasado. Porque todavía siento como si… como si estuviera…
—Como si estuvieras en peligro. —Continuó Derek por la ella viendo como una lágrima resbalaba por su rostro y Ava asintió.
Derek sabía que estaba en lo cierto, que ella todavía estaba en peligro, pero no por el incendio. Sino que por las ganas tan fuertes que tenía él de matarla con sus propias manos. Derek quería verla sufrir y encontraría la forma de hacerlo… entonces se dio cuenta de que allí tenía la oportunidad que tanto había esperado.
Él quería destruir a los Hoffman desde dentro, porque había buscado diversas maneras para intentar atacarlos…debilitarlos, pero nada resultaba ser efectivo. Entonces por algún motivo el destino le estaba abriendo la puerta que necesitaba. La hija favorita de Scott Hoffman lo quería a su lado, quería su compañía en un momento en el cual se sentía débil y vulnerable. La asesina de su hermano estaba bajando todas sus defensas justamente delante de él, para dejarlo entrar y Derek pensaba aprovechar su momento de debilidad.
Derek sonrió para sí mismo, volvió a sentarse en la silla al lado de la cama y envolvió la mano de Ava con las suyas para darle algo de calor humano, volviendo a sentir aquella extraña sensación, como si algo dentro de él estuviese conectando con el interior de la chica, pero ignoró la sensación y se centró en empezar su venganza de una forma diferente. Era un hombre atractivo y sabía que no había mujer que se le había resistido y Ava no sería diferente.
—Me quedaré contigo todo el tiempo que me necesites. No te dejaré sola Ava, pero ahora debes intentar dormir un poco para descansar. –Murmuró acariciando el torso de su mano suavemente y vio cuando la piel de la chica se erizó con aquel pequeño gesto de cariño y eso lo incentivó a continuar. – Yo estaré aquí bien, a tu lado velando tu sueño.