Derek manejaba a toda velocidad y no tardó en darse cuenta de que su esposa no tenía apenas el talento de la audacia, sino que también era una buena conductora, ya que claramente había volado en la carretera con su Ferrari porque no quedaba ni rastro de ella en la carretera. Entonces llamó a Reich que sí podía saber dónde se había metido su esposa. –¡¿Señor?! –Contestó Reich a la llamada. –¡Reich mira el rastreador de mi Ferrari y dime ahora mismo donde está esa loca! –¡Sí señor! –Respondió Reich rápidamente. –Se está dirigiendo al centro de la ciudad señor. –¡¡Maldit* mestiza, ¿qué estará pensando en hacer?! –Gruñó con rabia porque de su esposa desobediente ya esperaba lo peor. –Seguramente volverle loco, jefe. –Bromeó Reich y Derek resopló con fastidio. –¡¡No estoy para broma