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Seguirás siendo mía (Posesión 4)

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Blurb

La historia continúa, Cristóbal y Esteban otra vez están en riesgo, esta vez por un enemigo en común que quiere destruir, no solo a ellos, también a su familia y todo lo que tienen. Un fantasma que vuelve, cosas que no son lo que parecen y nuevos problemas, deben enfrentar estas dos familias y sus allegados.

Historias que se cruzan en esta parte de esta serie, que, aunque puede terminar aquí... uno nunca sabe.

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Capítulo 1
Cristóbal entró a la oficina de Esteban y se dejó caer en el sofá. Su amigo lo observó unos segundos y luego se levantó para dirigirse al bar de su oficina. ―¿Qué pasa? ―le preguntó Esteban al tiempo que servía un vaso de soda y uno de whisky, él no podía beber alcohol―. ¿Cómo estás? ―Bien. Dentro de lo que cabe, claro. ―¿Y Nicole? ―Nerviosa, aunque el abogado dice que no tiene de qué preocuparse, las pruebas que hay del lugar del crimen apuntan a Verónica, ella tenía el arma y disparó, primero a ti, luego quiso terminar conmigo y Nicole se le adelantó, así que la defensa propia cae bien en este caso. ―¿Cómo va el tema de Verónica, qué dice el Servicio Médico Legal? ―Hoy entregan su cuerpo, Klaus dice que mañana será su cremación, se llevará sus restos a Grecia, dice que no merecemos que se quede aquí ―¿Irás al funeral? ―No. Klaus está haciendo todos los trámites, yo iba a cubrir los gastos, pero no me lo permitió, en el hospital dijo que yo no tenía nada que hacer ahí, si no quise hacerme cargo antes, no tenía por qué hacerme cargo ahora, así que nada, dejaré que él haga lo que haya que hacer. ―¿Cómo te sientes con eso? ―Yo me siento... No sé cómo me siento. Sé que Verónica me quería muerto, sé que se convirtió en un monstruo, pero no merecía esto, no merecía morir así. Es tan difícil ver cómo tu mundo se derrumba y no sabes qué hacer. Ella me subió al cielo solo para dejarme caer. ―Sonrió con amargura―. Estoy en una situación muy incómoda. ―Lo sé. Verónica parecía una buena chica. ―Quiero creer eso. Yo sé que se equivocó, mucho, pero era la madre de Daniela, ahora no sé cómo se lo voy a decir a mi niña, se suponía que había salido de la clínica y que todo iría mejor; ahora... ―Bueno, pero ya sabes que Danielita no quería pasar tiempo con su madre, le temía. ―Aun así, era su madre. Supongo que uno siempre espera la aprobación de sus padres y ella necesitaba la aprobación de Verónica. ―Ella entenderá. ―¿Tú crees? ―No es necesario que le digas ahora que su madre quiso matarte y que fue asesinada por Nicole, cuando sea más grande, puedes ir contándole cada vez un poco más hasta que sepa la verdad completa, tampoco es bueno vivir en las mentiras. ―Es cierto, pero ¿sabes qué? No sé si valga la pena decirle eso, puede que jamás se entere y no estoy seguro de que decirle la verdad sea lo mejor. ―Eso lo puedes decidir con el tiempo, falta mucho para que Danielita crezca. ―Tienes razón, me estoy preocupando de más y antes de tiempo, primero tengo que encontrar la forma de decirle que su mamá está muerta, eso es lo primero. ¿Ya te vas? ―Sí, vamos, quiero llegar pronto a la casa y estar seguro con mi familia y amigos; mientras Klaus esté aquí no me sentiré tranquilo, algo hay en ese hombre que no me agrada. ―Se suponía que debían haber viajado la semana pasada de vuelta a Grecia y se quedó para esperar la salida de Verónica de la clínica con la excusa de seguir conociendo y ahora que está muerta está muy enojado y no sabemos qué pueda hacer, es mejor estar prevenidos. Nicole no quiere ni salir de la casa. ―Me imagino, después de lo que pasó con Rogelio, no creo que quiera volver a tener una experiencia similar, sabe que una segunda vez no la va a resistir. ―Es cierto. Yo, yo... Yo estoy desesperado, Esteban, no sé qué hacer, no sé cómo salir de esta situación, esto es culpa mía, si yo hubiese seguido intentándolo con Verónica... ―¿La sigues amando? ―¡No! No, claro que no, todo se murió cuando pasó lo de mi hijo, pero ella... Ella quería volver conmigo, quería volver a ser una familia... ―Escúchame, Cristóbal, Verónica no quería formar una familia, ni contigo ni con Daniela, ella solo quería vengarse de ti. ―Pero era tan sabia, tan... Ella todo lo llenaba de luz, ella habló con Nicole para que volviera contigo cuando volviste de Alemania porque no valía la pena seguir esperando por la felicidad que tan esquiva les había sido. Ella quería la felicidad para todos a su alrededor. Esteban hizo un gesto que no pasó desapercibido para su amigo. ―¿Qué pasa? ―¿Verónica y Nicole eran amigas en ese tiempo? ―Sí, claro, nos hicimos cargo de Nicole, la ayudamos y apoyamos los dos. Verónica cuidaba a Nicole cuando... Cristóbal se detuvo en seco recordando las palabras de Pedro cuando le dijo que Verónica trataba mal a Nicole cuando estaban solas. ―¿Qué pasó? ―Nada, recordé algo. ¿Por qué me preguntas si ellas eran amigas? ―Porque dime algo, ¿qué clase de amiga impulsa a otra a volver con su exnovio abusador y maltratador? ―No te trates así. ―No es eso, Cristóbal, pero en serio, ¿una verdadera amiga le habría aconsejado volver conmigo? Cristóbal se quedó pensativo, no quería pensar en lo que esas palabras significaban. ―Yo creo que lo hizo para sacarla del camino, Nicole volvía conmigo y tú te olvidabas de ella. ―¿De verdad crees eso? ―Lo creo. Verónica se suponía amiga de Nicole, no mía; contrario a Tomás, por ejemplo, que era amigo de ambos, pero más mío y obvio que aceptó de inmediato mi vuelta con ella, pero Verónica solo conoció mi peor parte y no creo que hubiera aprobado que su amiga se hubiera unido a mí. ―Tienes razón. ­―Cristóbal guardó un meditativo silencio que Esteban no rompió―. Bueno, ¿sabes qué?, olvidémonos de esto y vámonos a casa con nuestras mujeres, debemos dejar atrás lo malo, yo estoy con Nicole y tú con Rosmeiry y ella debe estar ansiosa de que regreses con ella, apenas lleva unos días en este país y debe extrañarte. ―Sí ―contestó Esteban y los ojos le brillaron. ―Me alegra mucho que la hayas encontrado, se ve que te hace mucho bien. ―Sí, solo espero que no cambie y se transforme en un monstruo. Cristóbal rio con diversión y amargura. ―Esperemos que no, amigo, ya fue suficiente, ¿no? ―Sí, sería el colmo de nuestra mala suerte. Esteban se levantó de su sillón y tomó su chaqueta para irse. Ya quería regresar a casa, al igual que Cristóbal. Nicole miraba la televisión sin verla. Pensaba en lo ocurrido hacía una semana, cuando fueron a buscar algunas cosas a su departamento. Jamás se imaginó que Verónica estuviera tan mal. Era cierto que durante el último tiempo había perdido el juicio, parecía errática, pero de ahí a convertirse en asesina había una enorme diferencia. Y ella también era una asesina. Rememoraba en su mente, una y otra vez, el momento exacto en el que jaló el gatillo directo a su examiga. No lo pensó. No en el momento. Sí cada noche desde entonces. Despertaba con la pesadilla de verla ensangrentada y a ella con el arma en su mano. Marcelo Luna, su siquiatra, le dio unas pastillas para la ansiedad, aun así, quedó establecido que era estrés postraumático y que no había retroceso de su recuperación anterior, sin embargo, Nicole no estaba tan segura, creía que en cualquier momento las cosas se saldrían de control y volvería atrás. ―¿Mami? ―le habló Lucas desde la puerta de la habitación. Nicole lo miró y sonrió casi por instinto. ―Mi amor, ven, ¿qué pasa? ―¿El papá va a llegar luego? ―Sí, ya vienen en camino con el tío Cristóbal. ―¿Ya no están enojados? ―¿Enojados? ―Sí, estos días han estado enojados, cuando mi papá salió de la clínica andaban como todos enojados. ―No, mi amor, nadie ha estado enojado, estábamos preocupados, estamos preocupados. ―¿Están preocupado porque la tía Verónica le disparó a mi papá? ―¿Por qué preguntas eso? ―Porque escuché... ―¿Qué escuchaste? ―Que la tía había querido matarlos a ustedes y ustedes la mataron. ―¿Quién dijo eso? El niño bajó la cabeza. ―¿Quién te lo dijo? ―Mi papá hablaba con alguien por teléfono. ―A lo mejor escuchaste mal. ―Yo lo escuché muy bien. ―Sí, mira, hijo, las cosas no están del todo bien todavía, pero ya verás que pronto todo va a volver a la normalidad. ―¿Cuándo han estado normales? ―Quiso saber con una profunda tristeza en sus ojitos. Nicole sintió una opresión en el pecho, un niño tan pequeño no debería sufrir tanto; por más dinero que tuvieran, no podían comprar la tranquilidad. Solo esperaba que cuando fuera grande, los sucesos vividos no le pasaran la cuenta. ―¿Crees que algún día vamos a estar bien, mami? ―Pronto, mi amor, muy pronto vamos a estar bien y felices, disfrutando de todo lo bueno que tiene la vida. Lucas se abrazó a Nicole y esta lo recibió en sus brazos. ―Todo va a estar bien, mi niño, todo ―le aseguró apretándolo.

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