Infidelidad y Celos

1232 Words
La luna colgaba baja en el cielo nocturno, proyectando un suave resplandor plateado sobre el claro apartado. En medio del susurro de las hojas y los suaves susurros del viento, Manuel y Florida se encontraron envueltos en un tierno abrazo. Sus dedos entrelazados, sus corazones latiendo a un ritmo sincronizado. "Nunca pensé que podría encontrar consuelo como este", murmuró Florida, su voz tenía una mezcla de vulnerabilidad y anhelo. La mirada de Manuel, cálida y firme, se encontró con la de ella. "Has pasado por mucho, Florida. Te mereces todo el consuelo y la felicidad del mundo". Los ojos de Florida brillaron con lágrimas no derramadas mientras se inclinaba, sus labios encontraron los de Manuel en un beso que decía mucho de sus emociones compartidas. Fue un beso que contenía no sólo pasión sino también una promesa: una promesa de sanar las heridas del otro y construir un futuro juntos. Cuando sus labios se separaron, Manuel tomó suavemente el rostro de Florida y su pulgar secó una lágrima que se le había escapado del ojo. "Ya no estás sola", susurró, su aliento se mezcló con el de ella. Florida apoyó su cabeza contra el pecho de Manuel, sintiendo el constante latido de su corazón. "Lo sé. Por primera vez en mi vida, siento que realmente te pertenezco". Los brazos de Manuel la rodearon con más fuerza, ofreciéndole un abrazo protector. "Tú me perteneces, Florida. Tú perteneces a mí". A lo lejos, un suave crujido llamó su atención. La mirada de Florida se dirigió hacia una figura que emergía de las sombras: Paty, la joven luna que había entablado una amistad inesperada con Manuel. Una punzada de celos apretó el pecho de Florida, pero rápidamente la hizo a un lado. Había aprendido que su relación con Manuel se basaba en la confianza y la comprensión, y se negaba a permitir que dudas infundadas estropearan su conexión. "Hola, ustedes dos", saludó Paty con una cálida sonrisa. "Espero no interrumpir nada." El agarre de Manuel sobre Florida no flaqueó cuando encontró la mirada de Paty. "En absoluto. Sólo estábamos disfrutando de la noche". Los ojos de Paty brillaron con complicidad, pero prefirió no comentar sobre el obvio afecto entre ellos. "Bueno, entonces te dejo con ella. Sólo quería decirte buenas noches". "Buenas noches, Paty", respondió Florida con una sonrisa genuina, sorprendiéndose de su propia sinceridad. Cuando Paty desapareció en la noche, Florida se volvió hacia Manuel. "Ella es bastante amigable." Manuel se rió entre dientes y sus dedos trazaron suaves círculos en la espalda de Florida. "Sí, lo es. Pero tú eres quien tiene mi corazón". El corazón de Florida se hinchó ante sus palabras y los últimos vestigios de sus celos se desvanecieron. Había recorrido un largo camino desde el dolor y la soledad que había soportado, y no estaba dispuesta a permitir que inseguridades infundadas sabotearan el amor que había encontrado. A medida que avanzaba la noche, las conversaciones susurradas de Manuel y Florida llenaron el aire. Sus palabras estaban llenas de promesas, sueños y una visión compartida de un futuro en el que su amor seguiría fortaleciéndose. En los brazos del otro, encontraron la calidez y el consuelo que ambos habían anhelado. Y mientras la luna continuaba su viaje por el cielo, supieron que su vínculo era inquebrantable: un testimonio del poder del amor para curar incluso las heridas más profundas. La cabaña estaba envuelta en el suave abrazo de la noche, sus paredes resonaban con la melodía rítmica de las respiraciones compartidas de Manuel y Florida. Mientras el sueño los envolvía con sus reconfortantes brazos, una agitación inquieta comenzó a echar raíces dentro de Manuel. Sin que Florida lo supiera, una llamada inquietante pareció atraer a Manuel desde lo más profundo de sus sueños. Era una compulsión que no podía resistir, un misterioso atractivo que lo llevó a levantarse de la cama y salir al mundo iluminado por la luna. Bajo el hechizo de este extraño encantamiento, los pies de Manuel lo llevaron a través del bosque oscuro, sus sentidos se intensificaron como si los guiara una fuerza invisible. Siguió un camino que no podía ver, un camino que lo llevó a una figura que esperaba en medio de las sombras: Paty. Los ojos de la joven luna brillaron con una mezcla de emoción y algo más primitivo. "Sabía que vendrías", ronroneó, su voz llena de un encanto seductor. Los pensamientos de Manuel se sentían confusos, su conciencia nublada por una potente mezcla de deseo y confusión. Se sintió atraído por Paty como una polilla hacia la llama, incapaz de resistir su atracción magnética. Mientras la noche los abrazaba, Manuel y Paty cayeron al barro con un fervor que desafiaba la razón. Sus cuerpos se movían en una danza primordial, su conexión alimentada por un fuego que parecía quemar todas las inhibiciones. Mientras tanto, en la cabaña, el sueño de Florida se veía perturbado por una inquietante inquietud. Sus sentidos hormiguearon con una inquietud tácita y, cuando abrió los ojos, se encontró con el vacío de la cama. El miedo se apoderó de su corazón cuando se dio cuenta de que Manuel no estaba por ningún lado. Una sensación inquietante recorrió su columna vertebral, impulsándola a actuar. Vestida únicamente con un fino camisón, Florida se aventuró en la noche, sus pasos guiados por un instinto que no podía explicar. La luz etérea de la luna iluminaba el bosque, proyectando sombras espeluznantes que danzaban a su alrededor. La respiración de Florida se aceleró mientras seguía un hilo invisible, cada paso acercándola a una verdad inexplicable. Y entonces los vio: Manuel y Paty, sus cuerpos entrelazados en un abrazo apasionado, sus formas manchadas de barro y deseo. El corazón de Florida se hizo añicos al contemplar la escena, su mente luchando por comprender la traición ante sus ojos. "Manuel", su voz vaciló, una mezcla de dolor e incredulidad entrelazando sus palabras. Sorprendidos, Manuel y Paty se separaron, sus ojos se abrieron en shock al registrar la presencia de Florida. El brillo de la luna pintó un retrato de dolor y culpa en el rostro de Manuel, mientras que la expresión de Paty tenía un toque de desafío. La mirada de Florida se movía entre ellos, su pecho agitado por una vorágine de emociones. "¿Como pudiste?" Su voz se quebró, una sola lágrima recorrió su camino por su mejilla. Los pasos de Manuel vacilaron cuando se acercó a ella, con la voz temblorosa. "Florida, yo..." Pero el dolor de Florida había encendido una llamarada de ira en su interior. Ella sacudió la cabeza y su voz era una mezcla de tristeza y resolución. "No, Manuel. Esta es una traición que no puedo ignorar. Nuestro amor se basó en la confianza y tú la has destrozado". Las lágrimas brotaron de los ojos de Paty y su voz temblaba. "Lo siento, Florida. No quería lastimarte." La mirada de Florida tenía una determinación férrea cuando se encontró con los ojos llorosos de Paty. "Sabías lo que estabas haciendo. Y tú", se volvió hacia Manuel, con la voz temblorosa, "dejaste que sucediera". Mientras el peso de sus palabras flotaba en el aire, Florida giró sobre sus talones y sus pasos la alejaron de la desgarradora escena. La luna fue testigo del vínculo destrozado, su luz arrojando un brillo solemne sobre los pedazos rotos de un amor que había sido destrozado por las sombras de la traición.
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