—Ren...
Catriel despertó tras oler un aroma distinto al que estaba acostumbrado, miró a su alrededor y siguió con su mirada ese rastro mágico. Al final se encontró con un hombre que dormía plácidamente sobre un escritorio. Tenía un gran libro viejo entre sus manos y Catriel miró a su alrededor curioso. Estaba acostado en una cama cerca de un vitral que dejaba entrar los potentes rayos de sol y por alguna razón no le molestaban y cerró sus ojos, deseando recibir más de ese pequeño placer.
—Deberías cuidar esa avaricia que hay en ti —alguien le dijo, Catriel pegó un brinco y miró al hombre que le veía con una extraña mirada. Sus ojos parecían los de un reptil, y se puso de pie para ir hacia él, se encogió de hombros—, al parecer no me tienes miedo.
Negó, no le tenía miedo y no sabía por q
