Mi móvil suena anunciando que es hora de volver a dar clases en ese odioso instituto, me levanto con desgano y el pelaje corto y anaranjado de Chuck – mi gato– me rosa las manos, acaricio su lomo y él me observa; sin necesidad de movimiento se estira en el lugar y de un salto está rumbo a la cocina; maldito gato siempre tiene hambre. Me visto y preparo café, tomo los apuntes y proyectos guardándolos en mi maletín, doy una ojeada rápida al departamento y noto lo grande que es, incensario ya que sólo estoy yo; a veces olvido lo solo que llego a estar pero estoy bien así, no quiero a nadie más metiendo sus narices en mis cosas ni diciéndome que hacer o por qué no soy como ciertas otras personas. Definitivamente estoy bien así, solo. Tengo algunos mensajes del director Montoya, otros son de