La boca de Gideon sabía a ceniza, cada parte de su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas y la luz quemaba sus ojos. Le tomó cada gramo de esfuerzo que pudo reunir para forzar una sola palabra, "¡Agua!". Al sonido de su voz, la habitación estalló en una actividad frenética, le acercaron una pajilla a los labios resecos y una mano le inclinó suavemente la cabeza hacia adelante. En algún lugar por encima de él, una voz dijo: "Despacio, ve despacio". La sensación del líquido frío salpicando su garganta lo animó a intentar mover la cabeza, pero se arrepintió de inmediato cuando su visión estalló violentamente en un torbellino de colores vivos. Por dentro estaba gritando, se sentía como si sus huesos se hubieran licuado y hubiera miles de pequeñas agujas clavadas en cada centímetro de s