Lorena y Cristian llevaban quince minutos de viaje. La noche era estrellada y la luna se alzaba a lo alto del cielo con su redonda figura juguetona. Pero algo no estaba marchando muy bien. Lorena comenzó a sentir un dolor en su abdomen bajo que la hizo retorcerse de dolor. —Amor, ¿qué tienes? —inquirió Cristian. —Me está dando muchos cólicos, —Lorena se acomodó en su puesto— no me siento nada bien, me duele mucho. Las manos de la joven se tornaron frías y sus pupilas quemaban por las ganas de llorar. —¿Y te estás manchando? —inquirió su esposo preocupado. A Lorena se le revolvió su interior al escuchar aquella pregunta. ¿Por qué a su cuerpo se le ocurría pasar por su menstruación en la noche de bodas? —No siento que me esté manchando, sólo tengo muchos cólicos —respondió Lore