El viaje de regreso a la mansión ha sido silencioso, la pelinegra se ha confinado a una esquina del vehículo mientras sus ojos ven pasar los árboles del camino. Suspira nuevamente, se niega a voltear a ver a sus acompañantes, siente un profundo dolor; de esos que no son físicos, que te llevan a una tristeza enorme y te arrinconan sin dejarte escapatoria. Preferiría tener un brazo roto, al menos sabría que en pocos días estaría sana y volvería a retomar su vida. ¿Por qué le afectaba tanto? Ella no los recordaba, no sabía siquiera como se llamaban, había olvidado sus rostros, voces y todo lo que vivió junto a ellos en aquel pueblito pobre y abandonado. ― Evelyn, ya hemos llegado ― Ivoh voltea a verla pero la joven ni siquiera se inmuta. Baja del auto casi de forma automática, sube las e