De camino a Charleston

1608 Words
“Sophie, tu traslado está listo” Una enorme carpeta llena de papeles cayó sobre el escritorio de Sophie, sacándola de sus pensamientos, la idea de salir de su zona de confort la hacía estremecer, aunque no tenía a nadie en esa enorme ciudad en donde trabajaba, la idea de irse a trabajar a Charleston le daba escalofríos. “Y si digo que no quiero aceptarlo, ¿Qué pasaría?” Sophie le reprocha a su jefe inmediato “En el momento en que firmaste tu contrato dijiste que estabas dispuesta a viajar, además, tienes dos opciones, quedarte sin empleo, o irte para allá, allí hay posibilidad para una persona con tu perfil, aquí no” La voz de su jefe fue cortante y fría, la empresa en donde trabajaba como asistente pasaba por una quiebra inminente, los directivos estaban tratando de reubicar a los empleados, ella contó con suerte, pues fue de las pocas que aún quedó con un puesto. Pero para su desgracia, a ella le había tocado irse al lugar más frío y oscuro del país, pero qué más daba. Sophie Alistó sus pocas pertenencias, y al día siguiente tomó un tren hasta allí. Charleston es una pequeña ciudad ubicada en las montañas, rodeada por un espeso bosque y un clima frío y neblinoso. La ciudad tiene una historia rica y oscura, llena de leyendas de vampiros y criaturas sobrenaturales. Eso era lo que más aterraba a Sophie; que tal vez esas leyendas fueran verdad, no se imaginaba ser devorada por una legión de vampiros, y que su pobre cuerpo yaciera frío y seco, en algún sitio desconocido, esa muerte no era algo que quisiera para ella. Sophie es una joven de veinticinco años, de tez clara y cabello castaño oscuro. Tiene ojos grandes y expresivos de color avellana y una sonrisa tímida que rara vez se muestra. Es una mujer inteligente y trabajadora, con una personalidad reservada pero curiosa. Lo que quedaba de su salario lo había destinado para pagar la posada en donde pasaría los días mientras estaba en Charleston, una casona grande y antigua, con varias habitaciones disponibles para la renta a forasteros. María era la casera, le habia dejado un bello cuarto por recomendación del jefe de Sophie, uno con vistas a la oscura montaña. “Mira niña, aquí tienes la llave de tu habitación, tienes derecho a la cocina, y al baño comunal, tu tiempo de ducha no debe durar más de diez minutos porque acabarías el agua caliente para los demás, debes guardar tu comida y todas tus cosas en tu habitación, aquí no te respondo por nada” “Gracias, tratare de comer cosas rápidas, ¿podria decirme donde queda la gran factoría? Debo presentarme a trabajar mañana en este lugar” “¿En la gran factoría? ¿Qué harás en ese lugar muchacha?” María le preguntó algo confundida, sus ojos estaban llenos de terror “Pues seré una asistente administrativa María” Sophie le respondió con resignación “¿Por qué me lo pregunta con esa cara de pánico? ¿pasa algo que yo deba saber?” “No, solo una recomendación, veas lo que veas, solamente guarda silencio, en esta ciudad se rumoran algunas cosas paranormales, que a decir verdad no se si serán ciertas, pero solamente ten cuidado” Cuando Sophie escuchó las palabras de su casera, sintió como un profundo escalofrío recorrió su cuerpo, pero prefirió pensar, que todo lo que se rumoreaba y se decía no era más que fantasía. Al caer la noche, su habitación le daba la vista a la enorme montaña, una preciosa mansión, poco iluminada se veía en lo alto de ella, parecía más bien un antiguo castillo que había sido modificado modernamente. Sus ojos se quedaron viendo fijamente aquel oscuro lugar, sintió como un mágico sentimiento se posó sobre ella, cerro sus ojos y por su mente paso la imagen de un hombre hermoso, pero pálido y con la piel helada, sus ojos eran rojos, y su sonrisa maquiavélicamente blanca. Abrió los ojos de repente y despavorida corrió la cortina de su ventana. “Esto debe ser una broma” se repetía varias veces, y aunque su primera noche no fue la mejor, se levantó temprano para cumplir su deber, debía trabajar para comer y pagar el asilo de su madre, una mujer que se habia enloquecido cuando Sophie era tan solo una niña, dejándola sola a su suerte y con una carga más. Era muy temprano, el frío de Charleston le calaba los huesos, y aunque ya eran las ocho de la mañana, la ciudad estaba casi que oscura, ahora comprendía porque le llamaban así, y porque sus habitantes estaban tan pálidos, si es que la luz de sol era algo que no volvería a ver en un buen tiempo. Cuando esta de frente a la gran factoría, se da cuenta de que es un lugar demasiado lujoso, mucho más que su antiguo lugar de trabajo, un enorme edificio color ceniza, que hacía juego perfecto con la ciudad, grandes ventanales polarizados y puertas metálicas, cuando cruzo la primera, automáticamente sintió un terrible frío, era algo con lo que se debía acostumbrar a vivir. “Buenos días, señorita, en que puedo ayudarle” Una joven mujer en la recepción la recibió, no era diferente a los demás, su rostro era pálido y blanco, su traje oscuro estaba simplemente adornado con un pañuelo rojo en su cuello. “Hola, soy la nueva asistente administrativa me llamo Sophie Robinson” “Ah si, la estábamos esperando, sígame por favor, sus funciones serán las mismas que en su antiguo puesto de trabajo, debe ponerse al día con las cosas de la factoría, pero estamos completamente modernizados, en su puesto de trabajo ya tiene toda la información que necesita” la recepcionista le va explicando a Sophie que tiene que hacer mientras la lleva a su oficina, un hermoso puesto de trabajo, un escritorio, una laptop ultimo modelo y lo suficiente para no perder la cordura en tan frívolo lugar. Sophie ya llevaba una semana trabajando en la gran factoría, solamente se habia relacionado con otra chica que trabajaba junto a ella, Gloríe, quien se estaba convirtiendo en algo así como una amiga. “Sophie, ¿vamos a ir a comer? muero de hambre” “Gracias Gloríe, si vamos por favor, este frío hace que mi estomago quiera devorarse un elefante entero” “Pero ¡qué dices mujer! Vamos, el ascensor está por llegar” Ambas esperan el ascensor detenerse en su piso, venía de lo más alto de aquel rascacielos, se rumoraba que a los últimos pisos nadie subía, pues alli estaba la gran oficina del jefe superior, y por una extraña razón, jamás permitía que alguien se le acercara. Cuando el ascensor se detuvo, las puertas se abrieron frente a sus ojos, aunque Gloríe ya habia vivido esa escena, para Sophie era completamente nueva, un hombre alto, rubio, de ojos grises, y labios rojos, con una apariencia de unos treinta años, vestido con un fino traje oscuro y con una fragancia exquisita que inundaba el lugar, estaba frente a ellas. Sophie estaba completamente incrédula, se quedó petrificada en la entrada del elevador cuando lo vio, se trataba del mismo hombre que días atrás había aparecido en sus visiones, solo que vestido diferente. “Buenos días, señoritas” La gruesa voz de Valentín les saludo “Buenos días, señor Von Strudel “Gloríe responde al saludo, mientras que sorprendida se quedó viendo como Sophie parecía hechizada “Sophie ¿estás bien? Debemos irnos ¡Sophie!” un grito de Gloríe la sacó de sus pensamientos, ella se subió al lado de su amiga en el elevador; apenas paso por el lado de Valentín, una sensación de pánico invadió su ser, no comprendía porque sentía esa extraña presión. Llegaron al primer piso, y él simplemente se fue, parecía que hubiera desaparecido, mientras que ellas continúan con sus planes de ir a almorzar. “¿Quién es ese hombre?” Sophie le pregunto a Gloríe “¿Como que quien es ese hombre? es el gran CEO de la factoría, fuiste muy descortés con él, por fortuna, él poco menciona palabras, yo llevo trabajando aquí hace algunos años, y esta igual de perfecto desde que lo recuerdo, se rumoran muchas cosas sobre él, pero ya sabes cómo es, pueblo pequeño, es un infierno grande” “¿Qué se rumora? Dime Gloríe” Sophie estaba aterrada en ese momento, lo que menos le gustaría escuchar era que su jefe era un vampiro “Dicen que Valentín Von Strudel, es un m*****o de una familia de vampiros muy antigua y poderosa que se ha establecido en Charleston durante siglos. y se rumorea que ha tenido muchos encuentros apasionados con humanas a lo largo de los siglos. Su presencia en la ciudad ha sido fundamental para mantener el equilibrio entre los vampiros y los humanos en Charleston. Aunque a este tiempo, yo llevo viviendo diez años aquí, y jamás he visto un solo vampiro” Gloríe sube los hombros y hace un gesto de resignación. “¿Eso no es verdad? “ “No creo, deben ser solo rumores querida, ven vamos a comer, muero de hambre” Sophie quedó completamente confundida, ni siquiera pudo comer tranquila, la mirada de Valentín se había impregnado completamente en ella, era un hombre envuelto en una divinidad casi que extraterrestre, se podría decir que infernal, eso la asustaba de una manera que no podía explicar, lejos estaba de imaginar de quién se trataba ese misterioso hombre que ya se habia aparecido ante sus ojos anteriormente.
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