Nuevamente parada frente a este gran edificio, pero esta vez es diferente. La gente entra y sale del lugar con prisa, saludan a Alessandro y por un momento se me quedan mirando para luego continuar su camino. —entremos. — insiste él y abre la puerta para que yo ingrese primero. De repente, me sonríe y esto me da un poco más de valor, pero al poner un pie dentro de la empresa todo vuelve a cero. La recepcionista me mira con dudas y sonríe al ver a Alessandro. —Buongiorno signore Mancinni.— le dice ella de manera muy amable. —Buongiorno Anna, por favor convoca a todos los empleados de la empresa para dentro de una hora en la sala de desfiles; es urgente. — le pide y ella simplemente asiente. Él me mira y sin decirme nada y me indica que sigamos caminando hasta llegar al elevador. Una vez