Al día siguiente: Puedo sentir sus dedos acariciándome la espalda con la misma suavidad que lo haría una pluma y no puedo evitar sonreír ante su tacto. Es la primera vez que amanecemos juntos en esta casa y el pensar en ello me hace darme la vuelta rápidamente. —¿Estabas despierta?— Me pregunta a modo de reclamo y se sonríe. —Algo así... quisiera comenzar el día de otra manera, pero si alguien te ve salir de mi habitación se dará cuenta de todo. — Explico preocupada, pero al parecer algo le ha causado gracia porque me abraza contra el sin parar de reír. — ¿Qué? ¿He dicho algo gracioso? — Cuestiono intentando acomodarme, pero sus fuertes brazos no me lo permiten. —Si... dice y me suelta tan solo un poco para mirarme a los ojos. Sucede que te ves preciosa así recién levantada y con tu car