BERLÍN, ALEMANIA.
Johan nunca había estado más enfadado.
Becca sabía por sus ojos que el alemán estaba encolerizado y no era para menos. No se trataba de que con ese dinero se hiciera menos rico si no que la confianza que tenía en su esposa estaba rota completamente. ¿Cómo era posible que hubiera dado tanto dinero sin garantía alguna a los Baunk? ¡Les había dado su dinero! ¡Quince millones de euros!
—No puedo entender que demonios pasaba por tu cabeza cuando accediste a esto. ¿Qué fue lo que te dijo Christof? Ese imbécil no tiene vergüenza.
—No te pidió el dinero, no tienes derecho a hablar de esa forma, Johan. Escuchame, su familia está pasando por una severa crisis y creo que es prudente que les ayudemos cuando están tan necesitados de ayuda—dijo Becca intentando convencerlo—. Ho
