Capítulo 12

2050 Words
Carolina, no podía entenderlo, como si ella fuera su esposa y le hubiera sido infiel o algo así. Buscó el anillo, pero se dio por vencida, no había luz y en realidad quería irse, se sentía mal y no quería que la viera llorar, que pensara que lloraba por todo. Deiby, observó sus movimientos, buscaba su cartera y daba vueltas por todos lados, ¿O tal vez seguía buscando el anillo?. La dejó que buscara un rato y de pronto vio el anillo, lo tomó y lo tiró aún más lejos para que no lo encontrara nunca. De pronto sus pasos cesaron, la puerta estaba cerrada y no tenía llaves. Deiby las guardó en un lugar que solo él conocía, debería regresar y rogarle que la llevara a su casa. No lo hizo y de pronto se preguntó si ella habría visto donde guardó las llaves y las tomó y ahora se había quedado solo como un tonto. Salió corriendo pero la puerta estaba cerrada. La buscó en su habitación, en la cocina, no estaba en ningún lado. Tal vez en la habitación de huéspedes. Entonces la encontró en el baño, llorando, verla tan desdichada lo hizo sentir mal, no quería que pasara eso, ¿Por qué siempre tenían que terminar así?. Estaba loco por esa mujer, hacía meses, casi cumpliría un año persiguiéndola, aguardando una oportunidad, le gustaba mucho, estaba casi enamorado sí, era muy extraño enamorarse de una forma tan platónica y no le agradaba pero... Al oírlo entrar ella secó sus lágrimas y lo miró furiosa. —Esto no puede continuar Deiby, es el fin ¿Entiendes?. No tiene sentido insistir, ni seguir, somos incompatibles. Detesto los celos y tú te comportas como si fueras uno de esos machistas de las novelas mexicanas que tratan a su novia como un objeto, algo de su propiedad y realmente... Odio que te comportes así, creí que tenías madurez y que no tendría que darte explicaciones cuando no eres mi marido, ni mi novio y... Tú me torturas Deiby, me besas, me apartas con tus tonterías, ¿Por qué haces esto? ¿A qué le tienes miedo?. ¿ A casarte?. ¿ A tener una vida estable?. ¿O quieres deshacerte de mí y no encuentras otra forma? Carolina, nunca creyó, que tendría el valor de ser tan sincera pero estaba cansada, cansada de continuar con esa relación, los celos eran una enfermedad, Orlando, jamás había sido celoso y de haberlo sido pues no se habría casado con él. Odiaba a los tipos machistas y celosos, por eso jamás se habría involucrado con un hombre así que veían a la mujer como un objeto propiedad del hombre, una mujer sin voz ni voto. Deiby cerró el paso, para que no pudiera salir. —Ábreme la puerta por favor, llamaré un taxi y me iré. Estaba llorando, sus piernas temblaban, de pronto comprendió que terminar esa relación era casi tan doloroso como continuarla. Quedarse y escapar, su corazón quería quedarse, estaba loca por Deiby, pero su cabeza le ordenaba lo contrario y en las relaciones había que ser sensata. —¿Es lo que quieres Carolina?. ¿Abandonarme y me acusas de ser celoso solo porque me molesta que uses el anillo que te regaló tu marido? Eso no es ser celoso, tú imaginas que lo soy porque estás buscando una excusa para abandonarme porque en realidad no tienes la valentía de decirme que no estás preparada ni te interesa esta relación, tal vez te guste pero no quieres correr riesgo ni sufrir. Porque Orlando te hizo sufrir mucho, y te tengo algo que decir si sufriste cuando lo viste con otra, es por qué aún lo quieres, , porque solo cuando amas sientes que el corazón se te rompe y ese anillo significa que no lo has olvidado. —Eso no es verdad, estás cambiando todo, lo que hiciste no estuvo bien, me quitaste mi anillo, devuélvemelo por favor. No voy a quitármelo para darte gusto, solo porque me lo regaló Orlando, es mío. —Olvida ese anillo, no volverás a llevarlo, el próximo anillo de bodas será el que yo te daré Carolina. ¿Escuchaste ?. Y no soy machista ni celoso, es que tú nunca has tenido un verdadero hombre a tu lado sino un viejo amigo de infancia que te daba algunos besitos tiernos. No tienes experiencia, eres casi una novata ¿Sabías eso?. Ella se sonrojó furiosa por esas palabras, y quiso irse pero él la retuvo, la atrapó y le robó un beso intenso, salvaje. —¡Suéltame Deiby, estás loco! —No, te voy a soltar, ni dejaré que te vayas. Se que estás loca por mi, que me deseas tanto como yo a tí. Dejá de hacerte la inocente. Te voy enseñarte lo que es un hombre en la cama, un hombre de verdad. Ella se resistió pero él la llevó a su habitación y rodaron por la cama. Ese forcejeo se convirtió en un juego erótico, excitante. Sí, tal vez tuviera razón, no sabía lo que era disfrutar del sexo y cuando sintió que abría su blusa y atrapaba sus pechos gimió y dejó que la desnudara, que la llenara de besos y caricias... un deseo salvaje, instintivo se apoderó de todo su ser y al verlo desnudo se estremeció y tembló. Su esposo no era tan dotado y a pesar de ello a veces sentía molestias en ciertas posiciones y se asustó. Al verla vacilar la apretó entre sus brazos, quería sentirla, menuda, pequeña y femenina, la convencería de hacerlo aunque tuviera que esperar toda la noche. —Vaya, eres toda una inexperta—le susurró y sonrió. —Tócame, para que veas que no muerde ni nada... ¿Tocarlo? —¿Vamos, nunca has tocado a tu esposo?. Ella se sonrojó al recordar algo que Orlando, solía pedirle y ella se negaba. Besos en su ser viril, en su corazón, besos húmedos... Deiby, no esperaba que lo hiciera por supuesto, pero tomó su mano y le rogó que lo tocara despacio. Carolina, palpó su m*****o inmenso y tembló asustada, casi no quería hacerlo, temía que le doliera, era muy estrecha. Al verla asustada la abrazó y volvió a besarla, a prepararla para ese momento y ella respondía, estaba húmeda y al probar un trozo de esa humedad sintió que él también comenzaba a humedecerse. Era dulce, tan dulce... Carolina, estaba asustada y de pronto le rogó que no lo hiciera. Temía que la lastimara. Deiby sonrió tentado, no podía creerlo; cinco años de sexo, matrimonio, y un embarazo y esa joven lo ignoraba todo de su cuerpo, de su florecita. Tal vez por eso nunca había vivido el sexo a pleno como algo placentero y saludable, tan necesario como respirar. —Tranquila, escucha, no voy a lastimarte, no soy un bruto y debes saber que la v****a se expande siete veces su tamaño, así que si es por eso... Ella lo escuchó asombrada y le confesó que a veces había sentido dolor, como si pubis se cerrar.—Eso no pasará, y si ocurre no lo haremos—le respondió y la besó rozándola despacio con su m*****o que ardía como un demonio consumido en su propio infierno de deseo. Llevaba meses así, un deseo tan feroz que resultaba doloroso y sabía que lucharía hasta el fin para tener el fruto; su cuerpo, su adorado pequeño pubis... La besó despacio llevándola a su m*****o inmenso, siempre poco a poco para que no se asustara. Como si fuera una primerisa, que tenía perder su virginidad... acarició despacio ese bello rincón y debió contenerse para no atrapar su v****a y devorarla con besos húmedos, ardientes, desesperados... Sí, estaba húmeda, lo estaba logrando, sus caricias, sus besos la habían dejado casi temblando de deseo. Se acercó y atrapó sus pechos, Dios, era tan hermosa, delicada y femenina, su olor tan suave, su piel... Carolina gimió al sentir que introducía un dedo para medir su estrechez. Vaya, sí que era estrecha como una mujer inexperta, porque eso era ella a fin de cuentas. Estrecha pero húmeda y era ahora o nunca... Se miraron y ella se asustó al sentir que entraba en su cuerpo, como si nunca... no, no sintió dolor fue una sensación extraña, tan nueva que sufrió un mareo, vértigo... estaba en ella, lentamente la llenó con su inmenso m*****o y ocurrió lo que él le había dicho: su sexo se estiró apretado, apretando su virilidad dejándolo cautivo en su cuerpo tibio... —Tranquila mi amor ven... me vuelves loco, hace tiempo que no sé ni por qué—dijo él mientras la rozaba con fuerza una y otra vez y su estrechez lo enloquecía por completo. Estaba en ella, estaba en su cuerpo por completo y ella lo abrazaba, su vientre lo abrazaba con tanta fuerza que sintió que iría en poco tiempo. No, debía controlarlo, debía resistir un poco más. Ella lo abrazó y sintió como si fuera la primera vez que estaba con un hombre, había tenido tanto miedo y ahora la emocionaba saber que lo estaba haciendo, que finalmente había logrado vencer el terror y el temor a defraudarlo. Estaban juntos, fundidos y disfrutaba cada instante de esa unión como jamás había disfrutado en su vida. Las embestidas se volvieron cada vez más intensas y de pronto sintió que la llenaba con su semen tibio... y de pronto su cuerpo, su mente pensó: "Si quedo embarazada, ese bebé será un regalo por esta noche de pasión, lo habían hecho sin cuidarse pues hacía tiempo que ella no tomaba la pastilla". Deiby, gimió desesperado al liberar su orgasmo y la apretó contra la cama sabiendo que volverían a hacerlo poco después, una vez no sería suficiente, maldita sea, necesitaba volver hacerlo, una noche, una vida entera a esa mujer para sentirse satisfecho. Carolina, derramó unas lágrimas de emoción y supo que estaba atrapada y loca por ese hombre, enamorada como nunca lo había estado. Él besó su cabeza con ternura y observó su cuerpo desnudo... su cuerpo era como una música dulce y sensual y sin embargo había tenido la sensación de que jamás había estado con un hombre, su forma de actuar... Aún ahora estaba temblando. —Fue maravilloso Deiby, nunca antes... Mi esposo no... Se sonrojó al recordar que su ex no era tan dotado sino por el contrario su m*****o era mucho más pequeño y Deiby, era una tonta pero se había asustado al ver que su virilidad era tan inmensa. Él sonrió pensando que su ex debió ser un desastre en la cama, de haber sido su esposa no la había dejado en paz hasta arrancarle gemidos de placer una y otra vez, algo que pensaba hacer muy pronto. Ahora quería hacerlo de nuevo y la besó y comenzó a acariciar su vientre y sus pechos. Todo a la vez. —Espera Deiby, yo no... me estoy cuidandoo sea no estoy tomando ningún tipo de anticonceptivos—dijo ella. Deiby, observó su cuerpo y pensó que era perfecta para él, no lo privaría de una segunda vez. —No importa, no te preocupes por eso—le advirtió—luego te cuidarás, no quiero bebés todavía, tengo mucho que enseñarte, y quiero que tengamos tiempo para nosotros, para estar juntos... ven aquí... Ella sonrió emocionada, y cuando lo hicieron de nuevo no tuvo miedo, se sintió más confiada y lista para aprender todo lo que él quisiera enseñarle, porque comprendía que no sabía nada de sexo y que estar con él era un nuevo comienzo. Hicieron el amor varias veces, hasta que ella se durmió en sus brazos exhausta. Deiby la observo mientras dormia y pensó que había sido la mejor noche de sexo que había tenido en su vida. Hacerle el amor una y otra vez sin parar, varias veces, sentir su cuerpo pequeño y femenino y su vientre delicioso y estrecho, era su paraíso y lo había conseguido. Había tenido la noche de sexo con la que tanto había fantaseado... y sin embargo no se sentía satisfecho, la quería a ella por completo y al demonio con ese anillo, con su pasado, acababa de convertirse en su mujer y le pertenecería en cuerpo y alma y no descansaría hasta que fuera suya por completo.
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