“Los celos, como las fronteras, aparecen para justificar un dominio sobre lo que nunca se ha poseído.”
Adrián Triglia
Alejandro toca el timbre, Anya sale a atenderlo. Al verla, muestra una amplia sonrisa y la saluda con un:
—¡Hola!
—Hola, Alejandro verdad. —pregunta algo dudosa al ver al apuesto hombre frente a ella.
—Si, disculpa —con torpeza extiende la mano y estrecha la suya— Alejandro Orsini, para servirte.
—Un placer, soy Anya Marcolla, la hija del Sr. Ernesto, su cliente. Puede pasar —se abre paso para que él entre y se siente.
—¡Gracias! —le sonríe nuevamente.
Anya le devuelve la sonrisa, aunque le parece algo extraña la manera de comportarse, incluso pareciera estar nervioso. En todo caso ella era quien debía sentirse nerviosa ante él
—¿Agua, café o vino? —le pregunta ell
