Después de explicarle que me encontraba en la clínica, y que ya había tenido a mis hijos, ella se relajó y termino pidiendo disculpa por haberme gritado. Entregue nuevamente el teléfono a Alejandro y este me sonrió, seguro había escuchado el grito que Irene me había dado. - Gracias- dije, él no dijo nada, simplemente guardo el celular y quedamos en silencio, no era tan incómodo, pues ambos estábamos como un par de tontos mirando nuestros hijos, de pronto el me miro, y yo lo mire, y hay tuvimos unos minutos, yo pensando en lo hermoso que era ese hombre y que me agradaba que él estuviera allí, y que de alguna manera, o gracias al destino el supiera que era padre, porque si algo estaba segura era que si hubiese sido por mí, jamás lo hubiese buscado. Él se fue acercando poco a poco a mí, m