CAPÍTULO 10

1433 Words
TAYLOR Observo al señor Grey y a la señorita Steele subir rápidamente al jet mientras me encargo de sus equipajes. Niego con la cabeza, suspirando cansado. Esos dos me frustran hasta a mí. Al parecer se les hizo tarde porque... durmieron juntos. Aunque no sé si le puedo llamar dormir a lo que ellos hicieron. Los escuchaba hasta mi habitación, la cual estaba continua a la habitación del señor Grey por cuestiones de seguridad. Al principio pensé que el señor Grey había llevado otra chica a su suite, me dieron ganas de ir hasta allí y darle un par de fuertes cachetadas, completamente masculinas, para que reaccionara. De hecho, me puse de pie pero luego lo escuché gritar el nombre de la señorita Steele y me quedé tranquilo. Bueno... no tan tranquilo; pues me dieron ganas de bailar y cantar aleluya. Pero eso se vería raro, ¿no? He sido testigo de las miradas entre ellos. Sé que se aman. El señor Grey me lo ha dicho varias veces. Digamos que soy algo así como un... amigo. Pero a pesar de esto; mantenemos nuestra relación estrictamente laboral. No tengo pelos en la lengua cuando de decir la verdad en la cara se trata y creo que eso le gusta al señor Grey. Las personas a su alrededor suelen ser hipócritas y dicen «sí» a cada cosa que él dice y fingen todo el tiempo. Christian una vez me dijo que ya estaba aburrido de todo. Hasta aquella mañana hace dos años, cuando nos topamos con la señorita Steele en nuestra rutina matutina. Verlos discutir fue algo extraño, ya que no veía a muchas personas hacerle frente al señor Grey. Por eso supuse que la preciosa chica que parecía una fiera ante mi jefe, no sabía con quién hablaba. Entonces mencioné su apellido y creí que sus ojos se encenderían con el signo de dólar como pasa con la mayoría pero no fue así, en cambio percibí un poco de temor y pánico. Me sorprendí al ver que aún así ella seguía discutiendo con él, y mi jefe estaba más que divertido, algo qué, debo destacar, no veía hace mucho. Desde entonces, admiro a la señorita Steele por hacerle frente a Christian Grey, lo cual ha hecho que él la ame. Nada me gustaría más que verlos juntos, como una pareja real, pero ambos son tan tercos y sus niveles de orgullo llegan al mismo por ciento, haciendo que cuando uno comienza una de sus famosas discusiones, el otro no puede ser capaz de simplemente callar e ignorar. ¿Y qué hay de las bromas? Simplemente épicas. Me reí discretamente en muchas de ellas, porque ellos son patéticos. Parecen dos niños o adolescentes en una competencia por saber quien lleva el mando. Pero sé que esa es su forma de llevar las cosas. Ana es una niña, por así decirlo, muy dulce y tímida cuando quiere. Escucharla llamarme tío Taylor de vez en cuando, enciende un instinto de protección en mí. A veces me enojo con el jefe porque sus comentarios pueden llegar a ser muy hirientes y odio ver su triste semblante cuando él le habla de esa manera. He notado, al igual que el señor Grey, que está demasiado delgada, más aún que cuando la conocimos, lo cual es bastante preocupante y sé que Christian se siente igual respecto a esto. Pensando en esto, la veo rechazar la comida que trae la azafata después de despegar, lo cual me hace dar un suspiro exasperado. Anastasia necesita que alguien ponga algo de mano firme en ella o terminará desapareciendo, literal. Al parecer, mi jefe tiene los mismos pensamientos. —¿No piensas desayunar? Es la comida más importante del día. No deberías rechazarla. —Ella por primera vez en la historia, lo ignora como nunca antes. Entonces me doy cuenta que están en asientos separados. Es decir; antes, ellos se sentaban en asientos contiguos, aunque todo el avión estuviera vacío, pero hoy, en este momento, el está en un asiento de la ventana izquierda y ella en la ventana del otro lado. ¿Por qué tanta lejanía? Aunque es cierto que pelean todo el jodido tiempo, ellos no podían mantenerse lejos el uno del otro. Creí que con el viaje estarían más unidos, los vi besarse de una forma nada inocente en este mismo avión. Los escuché gemir toda la maldita noche. Entonces...¿Cuál es el jodido problema ahora? Supuse que hoy todo sería amor y dulzura. Que tendría que alejarme de ellos para no vomitar y para no contagiarme de diabetes. Creí que hoy habría corazones en el aire. Pero no. Yo estaba muy equivocado. Estos están peor que un témpano de hielo hoy, cuando anoche eran pura candela. ¿Quién los entiende? Me encuentro con los ojos de mi jefe y él alza una ceja hacia mí. Sé su pregunta silenciosa, así que asiento levemente y sólo para sus ojos, a lo que él responde con una sonrisa de lado para luego negar con la cabeza con gesto contrariado, su sonrisa desaparecida y ojos cargados de tristeza. Entonces supe que las cosas, a pesar de lo que pasó, sólo empeoraron. En estos momentos desearía que ella no fuera tan terca. Me gustaría tomarla por sus flacuchos hombros, zarandearla y gritarle que ame a mi jefe de una vez por todas. Aunque sé que él tiene que dejar de provocar las discusiones. Suspiro con pesar. No entiendo a estos dos. Gracias a Dios, ya vamos camino a casa después del viaje. Estoy loco por ver a mi Gail. Con ella no hay tantas complicaciones como las tiene el señor Grey con la señorita Steele. Ella me ama. Yo la amo. Nos amamos. Punto. Eso es todo. Nos lo demostramos todo el tiempo que es posible y la he extrañado lo imposible el tiempo que estuve fuera. Aterrizamos y aseguro, junto con mis hombres de seguridad que había llamado con anticipación, toda la zona antes de que bajen el señor Grey y la señorita Steele. El viaje transcurrió en total silencio, y debo aceptar que prefiero verlos pelear a que se comporten así. El primero en bajar es Christian seguido de Ana, quien lo sigue al auto, aún sin decir una palabra. Termino de acomodar sus equipajes en el maletero del el auto que Swayer trajo para nosotros. Abro la puerta trasera para las dos personas más tercas del mundo y voy a mi sitio de piloto, mientras Swayer se monta de copiloto. Me adentro en el tráfico. —Escucha... —Oigo decir a mi jefe y supongo que su paciencia se agotó al ver tan silenciosa a la rebelde y menuda señorita Steele—. Si no quieres que hablemos de lo que pasó anoche, bien. Pero esto no debe afectar nuestra relación laboral. Si lo que quieres es olvidarlo, pues olvidalo pero deja de ser tan patética y de comportarte como una rebelde niña con el juego de "amiguito no me hables" o aplicando la regla de hielo. Es simplemente absurdo. Mierda. Quise darme el facepalm más grande de la tierra al escuchar eso. Él está siendo un idiota en este momento. En primer lugar, esto deberían hablarlo en privado. Es muy incómodo estar aquí. Pero para eso me pagan. Miro de soslayo a Swayer que me mira interrogante y simplemente doy un encogimiento, casi imperceptible, de hombros. —¿En serio no puedes esperar otro momento? —chilla Ana, horrorizada y la veo mirarme por el espejo totalmente ruborizada. Ella tampoco se siente cómoda hablando de esto con más personas en el auto—. Tú no puedes ser más idiota aunque quisieras, Grey —es lo último que dice porque llegamos al edificio do donde está su departamento. Luke sale inmediatamente junto con Ana y la ayuda con su equipaje, mientras yo me quedo con un helado señor Grey en el auto esperándolo. Lo escucho suspirar. —Esa mujer es mi perdición. Nunca sé cual es la manera correcta de actuar frente a ella y por eso siempre la cago —dice mi jefe con un brazo en sus ojos mientras vuelve a suspirar—. Fue la mejor noche de mi vida y fue una mañana completamente de mierda. —Entonces me mira—. ¿Tú crees que soy idiota, Taylor? —Desde el punto de vista de la señorita Steele, usted es mucho más que idiota. —Como dije; sin pelos en la lengua. Él sonríe. Una sonrisa comemierda sin nada de humor. —Lo sé, Taylor. Créeme que lo sé. Definitivamente, jamás los entenderé.
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