CAPÍTULO 9

1791 Words
CHRISTIAN Subimos en un silencio ansioso al ascensor. Apenas puedo contener las ganas de volver a besarla. Inconscientemente muevo mi pié derecho, desesperado, viendo los números de los pisos subir hasta nuestro destino. Miro de reojo a Ana, quien se muerde el labio en señal nerviosismo. Mierda. Hay algo creciendo mucho aquí abajo. No puedo creer que esto esté pasando. Voy a ser su primer hombre...y albergo la esperanza de que sea el último. Antes de incluso llegar a la puerta, la tengo acorralada en mi brazos mientras me pierdo en su boca. Mi maldito paraíso personal. Nos adentramos en la habitación, después de que torpemente y sin separarme de su dulce boca intentara abrir la puerta. Apenas entramos, cierro la puerta y nos doy vuelta apoyandola en ella. Me cierno sobre ella y la sigo besando. Es como una adición, una droga. Ella es mi adicción. Me separo brevemente y la miro a los ojos con fijeza, intentando encontrar arrepentimiento o inseguridad pero sólo logto ver el deseo y la fiereza que destilan. Conoceré a mi fiera. Espero que no deje marcas...o tal vez si lo espero. Sin apartar mis ojos de los suyos, quito mi saco, desanudo mi corbata y desabrocho mi camisa bajo sus atentos ojos azules. Me acerco de nuevo a ella y mi corazón se encoje al volver a besarla. La amo, la amo, la amo. Espero que ésta noche no se me salga esa frase y que el sentimiento se mantenga dentro de mi para no exponer mi corazón oculto. Nos llevo en dirección a la cama y la recuesto lentamente en ella. Esto va a pasar...o tal vez no. Mi corazón está latiendo desbocado cuando vuelvo a mirar sus ojos, ahora asustados. Me separo inmediatamente de ella. —No pasará nada que no quieras que pase, lo sabes, ¿no? Ella no dice nada, lo que hace pensar que ella tiene muchas dudas sobre que esto pase. Llevando a cabo todo mi autocontrol, me pongo de pie y ella me sigue. —Lo lamento. Sé que esto es importante para ti, al haber mantenido tu virginidad hasta ahora y no querrías perderla conmigo. Lo entiendo. —No, no. No es eso. Sólo estoy algo nerviosa... pero si quiero que pase. —Pero me odias... —Tú también me odias. —Si supieras. —Eso no evita que te desee. —Veo sus ojos brillar. —¿T-tú me deseas... a mí? —¿Por qué se sorprende tanto? —¿Por qué otra razón te besaría como lo hago? —En realidad hay muchas razones... pero eso ella no tiene que saberlo—. Eres hermosa, tenemos un tiempo conociéndonos, pasamos mucho tiempo juntos, la mayoría peleando pero aún así soy un hombre, no puedo evitar desearte. —O sea... ¿Es algo que te pasaría con cualquiera? —Sus ojos bajan a sus manos entrelazadas en su regazo al tiempo que se sienta en la cama. Oh, nena, créeme, tú no eres cualquiera. —Supongo que sí... —me encuentro diciendo. —Oh. —Es su única reacción y no me mira a los ojos. —Hey. —Tomo su barbilla y la hago mirarme—. Yo...deseo estar contigo ésta noche. —¿Sólo por ésta noche? Inspiro profundo. ¿Una noche con ella o una vida sin siquiera tocarla? La respuesta, de hecho, no parece tan difícil. He deseado esto desde que la conozco. —Está bien. Sólo por ésta noche, si es lo que quieres, y estás segura de lo que harás... ¿Lo estás? Ella vuelve a apartar su mirada de mí y parece pensarlo. —Entonces... sólo ésta noche —¿Por qué su voz suena...dolida? Ella sacó el tema a colación... no yo. Creí que eso era lo que quería. Cuando estoy a punto de decir que yo estaría dispuesto al tiempo que ella quiera... incluso a que intentemos algo, pero ella continúa hablando—. Sabes que no soy chica de una noche... sabes que ni siquiera he tenido una noche. —Veo sus mejillas sonrojarse. —Lo sé. Si quieres podemos... —Está bien. Sólo por ésta noche. —repite—. Cuando volvamos a Seattle mañana, olvidaremos que algo pasó y no se volverá a repetir...jamás. ¿Cómo olvidar la noche que hice mía a la mujer que amo? Pero si eso es lo que ella quiere oir... —Como digas. Entiendo que somos socios y esto no se puede volver a repetir. —Será mejor que me siga repitiendo eso a mi mismo si quiero convencerme de que no debo tener ninguna relación fuera de trabajo con mi socia y empleada. —Bien. —Se muerde el labio, incómoda. Un raro silencio se forma entre nosotros. La verdad es que no sé que decir... o hacer. Nunca había estado en una situación parecida. —Y... eh... —Ella rompe el silencio torpemente—. ¿Ya...podemos pasar a la parte en la que tu...te adentras en mí? Su pregunta me toma desprevenido y me hace dar un jadeo involuntario. Un segundo después la tengo debajo de mi, besándola lo más que puedo. Quiero recordar sus labios. Bajo mi boca por la curvatura de su cuello. Ella huele increíble. A flores, a manzana y vainilla. Una mezcla extraña pero agradable e increíblemente excitante. Quiero recordar su olor. Creo que jamás había estado tan excitado y definitivamente esto está entre el top cinco de las mejores erecciones provocadas por Ana. No es que tenga una lista... Anastasia gime cuando llego a su escote. La levanto un poco y suavemente saco su vestido tan azul como sus ojos. Serpenteo lentamente con mis manos por las curvas de su delgado cuerpo. Quiero recordar cada detalle de ésta noche. Vuelvo a sus labios y ella lucha por sacar mi camisa. La dejo hacer mientras la sigo besando. He deseado, tanto, tanto, tanto pero tanto esto...que me parece increíble que de verdad esté pasando. Sus manos jalan mi cabello y gruño por el dolor exquisito que eso causó...Oh, si. Esto será una noche intensa. Llevo mis manos al broche de su sostén y con agilidad lo sacó de la escena. Mierda... esos son unos buenos pechos. Los había visto con brevedad antes, por ejemplo cuando se calló en el baño, pero tenerlos tan cerca y poder tocarlos...besarlos, no tiene comparación. Los amaso contra mis manos mientras juego con sus pezones, ella se arquea y gime. Ese sonido que sale de su garganta es angelical. No creo que mi longitud soporte más dentro de mis pantalones. Llevo mis manos a su sexo, aún cubierto por sus bragas, y me regodeo en mi interior cuando la noto húmeda, muy húmeda. —Oh, nena... estás muy mojada —gruño de nuevo, mientras introduzco un dedo en su interior. La forma en que su cuerpo corresponde a mis caricias, es impresionante. —Deja de... Ah... decir esa cosas. —¿Por qué? ¿Le pone que diga cosas sucias, señorita Steele? —Comienzo una lenta tortura que consiste en morder, chupar y succionar sus preciosas tetas. —Sólo... cállate. —Jadea—. Y haz lo que tengas que hacer. —¿Acaso quieres discutir en este instante? ¿En serio? —Intensifico el movimiento de mi dedo e introduzco otro—. Dígame, señorita Steele... —Voy bajando por su vientre dejando breves besos—. Tienes... —Beso—...las... —Beso—... mejores...—Beso—... tetas... —Beso—... que he visto. —Beso y en ese instante llego a sus bragas de encaje azules, al igual que su vestido. —Oh, Dios... —gime—. No quiero discutir, de verdad no quiero... sólo cállate. Me pongo de pie y ella se incorpora rápidamente mirándome desconcertada. Le doy una sonrisa de lado y quito mi pantalón junto con mi boxer. —Cierre la boca, señorita Steele. Pensaré que usted está pensando cosas muy perversas respecto a mi pene en este momento. —Río y me acerco a ella. —Que te den —murmura indignada. —Es justo lo que te harás. Me cierno nuevamente sobre ella. La beso fuertemente en su deliciosa boca. Llevo mis manos a sus húmedas bragas y las arranco al mismo tiempo que le arranco un fuerte gemido a la dueña de las rotas bragas. —Me tendrás que pagar esas bragas, la compré en La Perla y no son nada baratas. —Ruedo los ojos. De verdad ella no puede dejar de discutir conmigo. —Te compraré el doble. —Ella sonríe levemente antes de lanzarse contra mí, tomándome por sorpresa. —Mi turno. —Ella se sienta a horcajadas sobre mí, muy cerca que mi potente erección. Comienza a besar y morder mi cuello haciéndome gemir. Cuando sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo, me tenso un poco. Si mano va directo al sur, con sólo su toque podría terminar, y no puedo permitir eso...no todavía. Rápidamente la tengo debajo de mi. —Terminemos con esto —susurro viendo sus dos faros azules. Mis favoritos. Comienzo a friccionar nuestros sexos pero me detengo en seco. Me pongo de pié y busco con rapidez mi maleta de mano y saco un par de condones. Tomo uno y el otro lo dejo en la mesita de noche. Destapo el sobre plateado y pongo el condón en mi virilidad. Bien... aquí vamos. Lo que tanto he deseado al fin lo tengo frente a mi. Cuando estoy a punto de embestirla, la miro a los ojos. —¿Estás segura? —Ella asiente rápidamente ansiosa—. ¿Segura segurísima? —Sí, Christian. Maldición, sólo hazlo. —Amo cuando dice mi nombre... y cuando dice algunas palabrotas. —¿Lista? —Ella me da una sonrisa tímida que me hipnotiza por un momento. Ella es hermosa... ¡MIERDA! Veo su cara contraerse de dolor mientras gime lastimosamente alto. —¿¡Estás loca?! ¡Pudiste lastimarte de esa manera! ¡Era tu primera vez, maldición! —Sólo a ella se le ocurre empujarme con sus piernas, que están al rededor de mi cintura, para adentrarme en ella de una sola estocada. ¡Está loca! Pero... estoy en el maldito paraíso. Joder, esto es...increíble. —¿Te... duele mucho? —pregunto como puedo entre jadeos. Ella está tan apretada. —Sí... sólo... dame un momento para adaptarme. —Ella tiene los ojos cerrados y yo no puedo dejar de verla. Estoy haciendo el amor... con la chica que amo. Nada mejor que eso. —Puedes moverte —murmura y es entonces cuando comenzamos un vaivén al camino del placer. Algo que nunca antes había sentido crece en mi pecho. La estoy haciendo mía.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD